Sindicato, negocio y sueldos
JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ | La Habana | 24 Sep 2014 - 9:07 am.
¿Empleados y empleadores negocian sus relaciones luego de la aprobación
del Código de trabajo?
Cuando el pasado 20 de septiembre aparecía en las páginas de Juventud
Rebelde el artículo El 'negocio' del sindicato del columnista Ricardo
Ronquillo Bello, pocos cubanos pudieron sustraerse a la idea de estar
presenciando una escena de teatro del absurdo de Slawomir Mrozek.
Entre metáfora y jocosidad reseñaba el periodista: "Los sindicatos
cubanos están ahora 'negociando'. […] Y en un país donde la palabra
'negociar' tuvo su toque satánico, parecería que algún diablillo se coló
en las entrañas de la representación obrera. Solo que esta es una manera
diferente de realizarlo […] porque entre otras particularidades, es la
primera vez que lo hacemos tras la aprobación del nuevo Código del
trabajo, sobre el cual descansarán las relaciones entre empleados y
empleadores en el socialismo cubano de la actualización del modelo
económico".
Según los medios de prensa cubanos, "hasta el 30 de septiembre los 17
sindicatos del país realizan los llamados procesos de negociación
colectiva con los ministerios o con las Organizaciones Superiores de
Dirección Empresarial (OSDE)". Negociaciones donde es posible
establecer, a priori, que el tema neurálgico que compete a cada uno de
los cubanos de a pie no tendrá la solución inmediata que urge: la
política salarial.
Pretende Ronquillo Bello, legitimar estas "negociaciones" desde el
supuesto respeto a lo recogido por la Constitución de Cuba cuando agrega
que "La Carta Magna cubana establece que el Estado realiza 'la voluntad
del pueblo trabajador'. No por gusto Lázaro Peña se empeñó […] en educar
a los obreros para asumir el desafío histórico de la protección de sus
derechos y condiciones laborales, pero sobre todo, en empoderarlos de lo
que luego adquirió una forma jurídica superior: su nueva condición de
'dueños' de los medios de producción y del producto de su trabajo en
tiempos de Revolución".
Lo que no resulta posible entender en este circunloquio es si lo
establecido por la Constitución es un anhelo de Ronquillo Bello o un
incumplimiento a la propia Constitución y que en estas supuestas
negociaciones se discutirá su nuevo destino pues el autor se contradice
cuando expresa que "la pregunta que sigue es si nos someteremos a la
aplicación de un nuevo Código del Trabajo que implica reglas renovadas,
en un contexto económico distinto, entre una multiplicidad de formas de
propiedad…".
En primer término habría que dilucidar qué se entiende, hoy, por
"'dueños' de los medios de producción y del producto de su trabajo". En
un país donde es de conocimiento ciudadano que un agente del orden
público —un policía— devenga un salario superior al de un médico o al de
un maestro, dista muchísimo de esa añoranza de "que el Estado realiza
'la voluntad del pueblo trabajador'" o de los sindicatos donde se agrupan.
Un poco de luces al tema arroja el texto ¿Hacia dónde va la política
salarial en Cuba?, del Doctor en Ciencias Económicas Lázaro González
Rodríguez, donde se apunta que en principio "El salario, dada su
connotación económica, política y social constituye un aspecto relevante
de la política laboral en el cual las incongruencias se manifiestan con
mayor agudeza, pues su organización nunca ha reflejado adecuadamente el
principio de que cada cual reciba un salario en correspondencia con su
aporte laboral y sea una realidad que a igual trabajo corresponda igual
salario".
Aun cuando las negociaciones ante el OSDE ventilen temas relacionados
con la organización de la jornada laboral, la evaluación del trabajo,
las condiciones de vida y protección, higiene y salud —legítimos e
imprescindibles en cualquier discusión que implique a obreros y
directivos—, el tema del salario tiene prioridad máxima. Mucho más en un
país donde al proletariado se le prometió que esta sería "una Revolución
de los humildes, con los humildes y para los humildes".
Si después de cinco décadas se acepta discutir sobre ello —al menos
frente al OSDE— es porque se asume —al menos frente al OSDE— que esa
promesa ha fallado.
No importa que Ronquillo Bello, a la luz de lo que predica, inste a que
"ningún obrero se sienta ajeno a los derroteros de su paso por el mundo
del trabajo, y que el sindicato que lo representa conozca muy bien de
que se trata su 'negocio'". La realidad supera su melancolía, y también
la supera el análisis de González Rodríguez cuando advierte que "las
disposiciones legales puestas en vigor recientemente no dan solución a
la aplicación del principio antes señalado restringiendo el
imprescindible papel del Estado socialista en la regulación del salario.
Sin lugar a dudas, se mantienen las causas que provocaron graves errores
en etapas anteriores. Con las regulaciones promulgadas se pierde aún más
la connotación moral del salario al incrementarse la falta de
correspondencia de este con la calidad y cantidad de trabajo aportado
por el trabajador y tratar de solucionar el bajísimo poder adquisitivo
del salario y sus funciones con el invento universal del llamado
'sistema de pago por resultados'".
Queda por ver cómo quedaremos nosotros, los trabajadores, en este negocio.
Source: Sindicato, negocio y sueldos | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1411484356_10524.html
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