jueves, 20 de septiembre de 2012

Recuerdos de la prisión

Recuerdos de la prisión
Jueves, Septiembre 20, 2012 | Por Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El periódico Granma
públicó el artículo "California invierte más en prisiones que en
universidades", el 10 de septiembre. Se trata de una nota más en
primera página con exageraciones sobre las condiciones de vida de los
norteamericanos, mientras se ignoran las pésimas situaciones afrontadas
por los cubanos, que sobreviven al "borde del abismo".

Sin embargo, lo que me motiva a escribir no es la situación de las
universidades en Estados Unidos que, por cierto, abrumadoramente están
clasificadas entre las mejores del mundo, a lo cual podría referirme en
un trabajo posterior; sino la foto que aparece en el artículo, la cual
muestra un pabellón de una prisión en Los Ángeles que me hizo recordar
mi amarga experiencia en las cárceles de Cuba, especialmente en la
Prisión Provincial de Guantánamo.

La imagen muestra un espacio totalmente iluminado, con literas de tres
niveles, con sus respectivos colchones y los reos bien vestidos y
alimentados. Una situación muy distinta a lo que viví en aquel lugar,
iluminado por una bombilla de muy pocos kilowatts, donde más de 40
personas estábamos hacinados, con camas herrumbrosas, confeccionadas con
cabillas corrugadas también de tres plazas, donde los más afortunados
podíamos dormir sobre una colchoneta rellenada con bejucos secos, bajo
la protección de los mosquiteros llevados por nuestras familias para
protegernos de los enjambres de mosquitos en la noche y de las moscas
por el día. Digo afortunados, porque muchos reos tenían que dormir en
el suelo, pues no alcanzaban las camas. A mi llegada allí, yo pase
varios días en esas condiciones, hasta que los presos decidieron darme
uno de esos camastros.

El agua ligada con fango era suministrada en tres ocasiones, 20-25
minutos en el día, ocasiones que aprovechábamos para llenar pomos
plásticos y un caldero muy grande para bañarnos. El vital líquido
procedía de una laguna cercana, y su contaminación nos obligaba a
esperar que se depositara el fango para tratar de filtrar con trapos el
agua turbia que quedaba arriba y poder tomarla. Por tanto, las
enfermedades gástricas eran permanentes. En largas colas en el comedor,
el desayuno consistía en un líquido intragable llamado "chorote" por los
presos, que se componía de gran cantidad de azúcar mezclada con agua y
algún tipo de almidón, acompañado de un mendrugo de pan. Almuerzo y
comida se componían alternativamente de una pequeña cantidad de arroz,
picadillo de soya, chícharos o una gelatina blanca extraída del hueso
del ganado, mal cocidos y muy difíciles de tragar, en oportunidades con
sabor a productos descompuestos. Inmediatamente al recibir los
alimentos, procurábamos evadir las moscas ante el peligro de tragarnos
alguna, dirigiéndonos a nuestros camastros al resguardo de los mosquiteros.

Por otra parte, el hacinamiento provocaba continuos conflictos entre los
reos, muchos de los cuales estaban desde hacía decenios allí, y
presentaban claros signos de trastornos mentales. Afortunadamente en el
local donde estuve, los problemas se resolvían, pero conocí muchos
hechos de sangre debido a las rencillas e incluso suicidios, sobre lo
cual en Cuba nunca se habla ni se brindan datos.

Cuando estuve aislado en Boniatico, en pequeñas celdas del sector de
máxima severidad de la Reclusorio Nacional de Boniato, la alimentación
era similar, servida aun con menor higiene a través de las rejas.
Asimismo a los reclusos se les entregaba una muda de ropa compuesta por
un chaleco sin mangas y un short gris, confeccionado con una tela que si
no es la misma, se parece extraordinariamente a la utilizada para forrar
las cajas de muerto por la empresa estatal correspondiente.

Durante mi estancia en las distintas prisiones, incluso en la celda
tapiada de Villa Marista – el Cuartel General de la Seguridad del
Estado-, puede conversar con penados, casi todos por tráfico de drogas,
devueltos de cárceles de Estados Unidos, ninguno de los cuales prefería
estar preso en Cuba. Narraban que en las penitenciarías estadounidenses
se podía trabajar y aprender oficios, recibiendo el salario
correspondiente, que ellos podían ahorrar para adquirir los artículos
necesarios en las tiendas allí existentes

Sería oportuno que los articulistas de Granma dedicaran mayor atención a
las condiciones en las prisiones de Cuba, a fin de contribuir a su
adecentamiento. En ellas está hacinada en terribles condiciones la
quinta población penal más elevada del mundo en relación con el total de
los habitantes de la Isla, según datos aportados por Naciones Unidas,
realidad recientemente reconocida de hecho por el Ministerio del
Interior cubano en un trabajo aparecido en Granma hace unos meses.

http://www.cubanet.org/articulos/recuerdos-de-la-prision/

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