miércoles, 15 de agosto de 2012

Limpiando el malecón de La Habana

Limpiando el malecón de La Habana
agosto 15, 2012

HAVANA TIMES — El pasado domingo 12 de agosto culminaron los carnavales
en el malecón habanero, por lo que el litoral mostraba un aspecto
deprimente, producto de la gran cantidad de desperdicios arrojados al
mar por las personas.

Con el objetivo de higienizar esta hermosa área de la geografía
capitalina, un reducido grupo de amigos, amantes de la naturaleza,
respondimos al llamado del Guardabosques, proyecto integrante de la Red
Observatorio Crítico, que al igual que dos años atrás, convocó
nuevamente a este tipo de jornada ambientalista.

Bajo la mirada adusta y vigilante de los agentes ¿encubiertos? de la
Seguridad del Estado, y el alegre involucramiento de infantes y adultos,
trabajó la pequeña brigada.

Recogimos aproximadamente ocho sacos de basura, que contenía sobre todo
vidrios de botellas rotas, bolsas de plástico, papeles y cartones de
todo tipo, latas metálicas de cerveza y refresco, poli-espuma, y otros
materiales.

Algunos objetos eran desechos de ofrendas religiosas que
tradicionalmente son colocadas en el mar, pero la mayoría provenía de
las prácticas cotidianas de los citadinos, que acuden al malecón en sus
ratos de ocio a beber y divertirse, generando toda suerte de residuos,
buena parte de ellos no biodegradables.

Las bolsas plásticas son objetos muy peligrosos para los animales de
vida marina, que las confunden con medusas o peces, y al ingerirlas
mueren asfixiados.

Puede ser poco lo que un grupo tan reducido logra hacer, pero el impacto
en las personas que nos rodeaban tiene un valor incalculable. Recibimos
muchas expresiones de admiración y apoyo por parte de adultos e infantes.

Un padre con su niñita dijo con visible sentimiento aprobatorio "la
gente no sabe bien lo que ustedes están haciendo aquí". Mientras que una
muchacha, después de preguntarnos quiénes éramos, nos dijo (para
sorpresa nuestra): "si van a hacer una Revolución, yo voto por ustedes".

Un pequeñín que estaría apenas en primer grado, y jugueteaba en un
charco junto a sus amistades, corrió a buscar latas de cerveza vacías y
entregármelas.

Al niño le faltaba un bracito, pero así y todo se zambulló en las
saladas y contaminadas aguas para buscar más latas, mientras animaba a
sus amigos a imitarlo.

"Estas cosas hay que hacerlas más seguido" decían algunos. "Eso es por
gusto, mañana viene la gente y vuelve a ensuciar", decían otros más
incrédulos de la efectividad de nuestro trabajo.

La mayoría consideraba que era el Estado quien debía ocuparse de estas
cosas.

Cubrimos un área muy reducida para toda la extensión del malecón
capitalino, pero lo cierto es que la gente nos vio, nos habló.
Conversamos en su mismo idioma. Vieron que no fuimos a pedirles nada, ni
a darles clases para cuidar el medio ambiente. Vieron que llegamos y nos
pusimos a trabajar al ladito de ellos.

Devolverle al paisaje su belleza, salvar la vida a un animal, puede ser
tan revolucionario como luchar contra las trasnacionales. Acá hay muchos
que no hacen ni una cosa ni la otra, sin embargo reclaman ese
calificativo con todo fervor. ¿Para qué lo querrán?

http://www.havanatimes.org/sp/?p=69476

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