sábado, 14 de julio de 2012

Por ambición de poder

Publicado el jueves, 07.12.12

Por ambición de poder
Oscar Peña

En este año 2012 Cuba llega técnicamente al feo récord de 60 años
viviendo con dictaduras. Siete de Fulgencio Batista (1952-1959) y más de
50 de Castro. Para no cometer un error en la anterior conclusión, ni ser
injusto en la evaluación busco en los más autorizados diccionarios la
definición de dictadura y se expresa lo siguiente: "Sistema político en
el que una sola persona o un grupo gobierna con poder total, sin
someterse a leyes ni a límites, impidiendo la intervención de otros y
controlando todos los aspectos de la vida del Estado y de sus
ciudadanos. Durante las dictaduras se restringe gravemente la libertad
de expresión. España tuvo una dictadura fascista durante 40 años. El
marxismo aplica la dictadura totalitaria".

En este negro aniversario cubano deseo contribuir con estas líneas a
romper un mito, leyenda o mentira que echa la culpa de estas dictaduras
cubanas a Estados Unidos. Admitir esa falacia es tapar la verdad, es
tapar nuestras faltas. Los norteamericanos no han sido unos santos, pero
la verdad es que todo ha sido por culpa de los propios cubanos. Teníamos
en 1952 transitorios problemas –de pandillaje, corrupción, anarquía y
confusión política– pero no justificaban el golpe de Estado que
descarriló el camino democrático del país. Aquella acción fue solo por
ambición de poder del general Fulgencio Batista. Y si aquel crimen
contra el gobierno constitucional de Cuba no se puede defender, menos
defensa tiene todavía la extremista dictadura que instauró Fidel Castro
en Cuba en 1959. También otra acción de ambición de poder.

Si en 1959 se abría un mapa de nuestro hemisferio y se indagaba qué país
de América Latina necesitaba una revolución se tenía que concluir que
Cuba no aplicaba. Si algún país tenía buena presencia social y económica
en América Latina era Cuba. Solo obsérvese que toda la infraestructura
actual que tiene el país hoy de hospitales, edificios, fábricas,
túneles, vías, etc., fueron hechos antes de 1959. La revolución de
Castro (como el golpe de Estado de Batista) fue solo para alimentar sus
enfermizos egos. El cambio de Batista por Castro fue una sucesión de
dictadores que fue de mal en peor. El primero fue un dictador político
que nunca tocó la propiedad privada, pero el siguiente arrasó con todo y
nos deja hoy como el primer país de América Latina que necesita una
verdadera evolución cívica.

Es duro admitirlo pero Fidel Castro contó en sus inicios con el apoyo,
inconformidad e irresponsabilidad social del pueblo cubano. Muy caro
hemos pagado nuestras ligerezas. Hemos retrocedido como nación y nos
hemos erosionado, dividido y regado por el mundo. El terror repartido de
generación en generación por hogar cubano ha sido tanto que solo se opta
por la salida del país o por la careta nacional. Ello es una de las
razones del porqué la disidencia cubana se ha extraviado tanto del drama
nacional y no tiene gasolina espiritual para avanzar.

También hemos sufrido indolencia y falta de sensibilidad política del
mundo exterior. Es inconcebible que la mayoría de los países y las
instituciones mundiales hayan pensado que la Cuba de Fidel Castro es una
isla de libertad y un ejemplo. Sin embargo, así ha sido. Un régimen
científicamente totalitario y matador de todas las libertades con
inexplicable simpatía extranjera. Y si hablamos de nuestros vecinos
latinoamericanos, el cuadro es todavía más deprimente. El pueblo cubano
de sus últimas cuatro generaciones necesitaba que sus vecinos fueran un
ejemplo, un faro de motivación social y ciudadana, pero
desafortunadamente descubrimos que muchos simpatizan con Fidel Castro
porque nunca habían alcanzado la atención sanitaria y educacional que
tenía Cuba antes de 1959, ni nuestro desarrollo económico. Aun con estos
más de 50 años de destrucción La Habana impresiona y el pueblo cubano de
ayer y de hoy –culturalmente, científicamente y económicamente– es la
diferencia en el hemisferio. Solo nos falta aprobar la asignatura de
libertad, democracia y seriedad cívica.

Lo diré sin ambages, ni muchas vueltas: el mal ejemplo político,
económico y social de América Latina también ha sido un importante
factor a favor del régimen de Castro para confundir más al pueblo cubano
sobre la opción de libertad. Al cubano no le gusta el comunismo de los
Castro y cuando se pueden ir para un país latinoamericano tampoco les
gusta la libertad y democracia de esos países. Mi conclusión: debemos
saber buscar e implantar nuestra ruta, nuestra solución, nuestra vía
cubana.

http://www.elnuevoherald.com/2012/07/12/1250319/oscar-pena-por-ambicion-de-poder.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario