domingo, 20 de mayo de 2012

El secreto de ETA en Cuba

El secreto de ETA en Cuba

El alto funcionario cubano que tuteló durante 15 años a los activistas
etarras en la isla habla por primera vez y revela sus actividades y sus
relaciones con el Gobierno de Castro.
José Luis Barbería 18 MAY 2012 - 22:30 CET34

El alto funcionario del Partido Comunista Cubano (PCC) que durante 15
años tuteló a la colonia etarra instalada en la isla caribeña está
sentado a la mesa de un restaurante vasco en Madrid y no tiene intención
de regresar a su país, caído en desgracia como está por haber
sobrepasado el umbral crítico tolerable para el régimen castrista.
Especialista en política y relaciones jurídicas internacionales, Julio
Antonio Alfonso Fonseca sabe que si regresa a Cuba le espera la prisión
porque así lo ha anunciado el general Jesús Becerra, jefe de la Policía
Nacional Revolucionaria (PNR). "Hace tiempo que llegué a la conclusión
de que nuestro sistema político era inviable pero no soy de los que
utilizan su disidencia como arma arrojadiza contra Cuba. La salida no
está en volver a la situación anterior a la revolución, sino en la
socialdemocracia. Se trata de mantener los logros sociales y la igualdad
en un régimen de libertad", aclara Fonseca.

Este hombre de ojos claros, mediana edad y aire jovial es el enigmático
personaje que en los correos internos de ETA aparece nombrado como El de
siempre, Guillermo o El pequeño, para referirse al interlocutor
gubernamental de obligada consulta ante cualquier iniciativa, cualquier
movimiento. Fonseca es también aquel diplomático cubano que en noviembre
de 2000 compareció ante los medios de comunicación en Madrid para exigir
a España que garantizase la integridad física de las dos activistas del
comando Madrid que, sabiéndose vigiladas por la policía, buscaron
refugio en esa legación diplomática, de la que fueron expulsadas.

La suya es la primera voz con conocimiento de causa que rasga la espesa
cortina de silencio tejida a lo largo de estas pasadas décadas en torno
a la comunidad etarra más hermética y protegida de toda América. "Todo
lo relacionado con ETA depende directamente de Fidel. No se hace nada
sin su visto bueno", subraya Fonseca. "Los vascos (ETA) tienen asignado
un dispositivo específico de protección y control. Son un secreto de
Estado. Aunque están considerados como un movimiento de liberación
nacional más, se les vigila casi igual que a la disidencia porque se les
considera asunto de seguridad nacional. Hay que tener en cuenta que EEUU
ha utilizado la estancia de ETA para incluir a Cuba en la lista de
Estados que patrocinan el terrorismo y, de esta manera, justificar su
política de embargo. La acogida de etarras se ha vuelto contra nosotros
como un bumerán", explica.

— ¿Cuantos miembros de ETA hay en Cuba?

— De los 22 acogidos, quedarán unos 15. En total, si incluimos a los
correos de ETA y demás habrán pasado por la isla una treintena.

— ¿Miguel Ángel Apalategi, Apala, se encuentra allí?

— Llegó en 1990, cuando los sandinistas perdieron el poder de Nicaragua.

— ¿Y por qué el Gobierno de La Habana lo niega sistemáticamente? En la
película de Oliver Stone, Fidel Castro afirma que en Cuba solo están los
seis activistas procedentes de Panamá que acogieron a petición del
Gobierno de Felipe González…

— De Panamá llegaron siete, no seis. Después, vinieron los ocho de
Nicaragua comandados por Apala y los cuatro de Cabo Verde, además de
Luciano Eizaguirre (recientemente fallecido) que estaba en Togo en una
situación delicada. ETA, a través de Batasuna, nos pidió que lo
admitiéramos por razones humanitarias. Se encontraba alcoholizado, con
serios trastornos psicológicos y su comportamiento les resultaba
problemático. Lo de Fidel a Oliver Stone en 2002 fue una mentira y
además, un craso error porque los servicios de información españoles ya
sabían entonces, por la confidencia de un alto militar sandinista, que
Apala había salido de Nicaragua en dirección a Cuba.

— Y a qué responde ese doble juego?

— Las relaciones entre el colectivo de ETA y las autoridades cubanas
sobrepasaron el marco de los acuerdos con España, como lo muestra el
mismo hecho de haber aceptado a elementos como Apala, que nos
comprometía doblemente. Lo mantuvimos aislado durante mucho tiempo para
evitar que pudiera ser identificado y él siempre obedeció las
instrucciones gubernamentales porque es disciplinado, el único de ellos
que sigue una disciplina militar. Al contrario que otros del colectivo,
como Txutxo Abrisketa, José Miguel Arrugaeta o José Ángel Urtiaga que
hasta se dejaban fotografiar cada vez que venían miembros del Gobierno
vasco o empresarios de Euskadi, él nunca ha aparecido en actos públicos.
Abrisketa es inteligente, ejerce cierto liderazgo político y tiene
carisma, pero Apala es el más, no sé si respetado o temido del
colectivo. Parece no tener miedo a nada y puede resultar amistoso. Se
funde bien con el campesino cubano. Es corpulento, algo obeso, y
conserva su cabello negro. Hace 10 años, inició una relación sentimental
con una cubana mientras trataba de hacer vida campesina cultivando
tabaco y criando animales, pero tuvo una hernia lumbar muy aguda que
estuvo a punto de dejarle inválido.

— Las autoridades cubanas no podían ignorar que se le acusaba de la
desaparición de su compañero Eduardo Moreno Bergareche, Pertur. Este
desapareció en 1976 en la población fronteriza de Behobia (Francia) tras
haber sido trasladado a ese lugar por Apalategi y Francisco Mújica
Garmendia, Pakito, elementos destacados de la denominados comandos
bereziak (especiales) que acabarían escindiéndose de ETA
político-militar e integrándose en ETA militar.

"Circulaba la versión de que Pertur había sido castigado por traidor, ya
que, según ellos, pretendía liquidar la lucha armada y colaboraba con lo
que llamaban la txakurrada (policía). Algunos dirigentes del partido
sabíamos que la sociedad española no podía entender la existencia de un
vínculo entre nuestro Gobierno y un grupo como ETA pero la decisión no
estaba en nuestra mano", indica Fonseca.

El de Pertur no es asunto sobre el que Fonseca quiera extenderse, aunque
dice que Apala no corre riesgo de ser extraditado a España, ya que no
existe convenio bilateral de cooperación en materia penal y civil. "La
legislación cubana permite, eso sí, que un juez español pueda
interrogarle mediante comisión rogatoria. Sería un gesto positivo en el
marco de la nueva realidad del conflicto vasco y de las relaciones
bilaterales entre los dos países", sugiere.

El exdiplomático cubano tampoco prefiere adentrarse en la comprometedora
cuestión de las relaciones entre los servicios de inteligencia cubano y
las guerrillas latinoamericanas. Dice que el líder cubano, Fidel Castro,
aceptó la secreta llegada del grupo de ocho etarras procedentes de
Nicaragua y comandados por Apala porque se lo pidieron los sandinistas.
"Apalategi fue jefe de los servicios nicaragüenses que adiestraban a los
guerrillas latinoamericanas y, de hecho, apareció en una video grabado
por agentes de la CIA infiltrados en los grupos salvadoreños. Él mismo
se vio en la televisión mientras estaba en Nicaragua. Se sentía a gusto
en la tarea de adiestramiento guerrillero, pero cuando los sandinistas
fueron desalojados del poder tuvo que huir", indica.

Apalategi y los otros siete etarras de Nicaragua llegaron a Cuba,
presumiblemente, de la mano de su jefe en esas tareas: el general cubano
Renán Montero, alto responsable del Ministerio de Interior, que promovió
y dirigió los servicios de información y contraespionaje de grupos
guerrilleros de varios países, particularmente, en Nicaragua. El nombre
de Renán Montero, identificado por los etarras bajo el apodo de Buruzuri
(cabello cano), figura en una carta intervenida a Gorka Martínez Bilbao
(dirigente de Batasuna, ya fallecido) e incluida en el sumario que el
juez Baltasar Garzón abrió contra la dirección de Batasuna por haber
colaborado con Xaki, la plataforma de apoyo financiero a ETA. "Haz
llegar a nuestro amigo Renán esta breve carta que te envío (…) Hay
ciertos detalles que por seguridad no son necesario exponer", se
indicaba en esa carta dirigida a José Ángel Urtiaga, cuya extradición
por haber actuado de enlace entre la dirección de ETA y las FARC
colombianas ha solicitado inútilmente la Fiscalía española. Todo indica
que la muerte de Renán Montero (Andrés Barahona López era su verdadero
nombre) en agosto de 2009 dejó a ETA en Cuba sin uno de sus mayores
valedores. Tampoco el ascenso de Raúl Castro les ha sido provechoso.

"Lo que le puedo decir es que el general Renán Montero tenía prohibido
relacionarse en Cuba con la colonia de ETA. Aunque Fidel sigue mandando,
la llegada de Raúl al poder ha ido consolidando, sobre todo en el
Ejército, una visión menos favorable a ETA, hasta el punto de que
después de Luciano Eizaguirre no se les ha dado ya más refugio y solo se
permite salir a los que obtienen documentos oficiales de identidad
españoles. En su momento, Fidel vio en ETA a un grupo de gente que
luchaba por la autonomía vasca y llevado de su egolatría y lo retorcido
de su pensamiento les dio tratamiento de movimiento de liberación
nacional apostándose como negociador preponderante en un hipotético
arreglo entre ETA y España. Creo que los socialistas alimentaron
involuntariamente esa idea al proponerle que acogiera a los expulsados
de Panamá, pero el primer militante etarra que llegó a la isla lo hizo
gracias a las gestiones de Eva Forest y Alfonso Sastre. Durante las
negociaciones de Argel de 1899, pareció que Cuba iba a ser el destino
final de todos los huidos y detenidos. Como Francia no tenía entonces la
misma cooperación con España, al Gobierno de Felipe González se le
ocurrió esta vía para tenerles neutralizados mientras se buscaba una
solución. De hecho, un representante del Gobierno de La Habana negoció
con Julio Feo, entonces jefe de la Secretaría Técnica de la Presidencia
española, mientras Francia preparaba un avión militar para trasladar a
Cuba a 122 refugiados vascos que se suponía iban a ser detenidos. La
operación fracasó estrepitosamente porque se comprobó que la policía
francesa no controlaba en absoluto a la gente de ETA", indica Fonseca.

Una pregunta es por qué Fidel Castro consintió que algunos etarras
abandonaran la isla y se reintegraran en las actividades terroristas,
por qué permitió las idas y venidas de prófugos de la justicia española
que vulneraban su acuerdo con España y Francia.

La detención en Francia y otros países de etarras procedentes de Cuba y
la participación probada de miembros de la organización terrorista vasca
en servicios y acciones de los grupos guerrilleros de Nicaragua, El
Salvador, Colombia, tutelados por la inteligencia cubana, llevaron en su
día al Gobierno de José María Aznar a denunciar que el régimen castrista
utilizaba su política de asilo como palanca de presión contra España.
Casos como los de Carlos Ibarguren, Nervios, y Ramón Sagarzazu, Txempe,
elementos clave del aparato financiero de ETA que huyeron a Cuba y
posteriormente fueron detenidos en Francia, —se supone que tras
recuperar dinero oculto cuyo paradero solo ellos conocían—, evidencian
que, como señala en términos tan precavidos el exdiplomático cubano, La
Habana "sobrepasó" el marco de los acuerdos.

"Ibarguren y Sagarzazu fueron autorizados a salir con documentación
falsa española y no voy a negar la influencia que en la decisión pudo
tener la política de Aznar contra Fidel Castro y sus vínculos con la
gente de Miami. Pero lo que Fidel no ha hecho nunca es recibir
personalmente a etarras o darles entrenamiento militar", asegura
Fonseca. "En Cuba, molestó mucho que mataran al concejal Miguel Ángel
Blanco en 1997. Se convocó a los portavoces José Ángel Urtiaga y a
Txutxo Abrisketa para que transmitieran a la dirección de ETA el mensaje
de que el Gobierno cubano pensaba que ningún revolucionario puede
justificar su lucha partiendo de ese tipo de acciones. Ellos se
defendieron diciendo que había que entenderles, que estaban en lucha,
pero algunos cambiaron a partir de aquello".

— Últimamente ha habido disensiones dentro del colectivo, ¿no es así?

— Un par de ellos han intentado abandonar la isla como fuera y otros se
oponen a esas salidas porque no quieren poner en más aprietos al
Gobierno que les ha acogido. Ha habido líos, problemas de conducta
individuales como consecuencia de amoríos y de las rupturas de pareja.
Elena Bárcena se separó de su marido Iñaki Rodríguez y formó pareja con
Javier Pérez Lekue. Salieron de la isla pero, por lo visto, La Habana
avisó a Madrid y les detuvieron en Venezuela.

— ¿Y qué tipo de vida hacen? ¿A qué se dedican?

— Excepto uno, los demás no son gente de estudiar. Varios han formado
allí familia y se han asentado, aunque siempre suspiran por su querido
País Vasco. Algunos trabajan en empresas mixtas, otros viven de las
remesas familiares. Resultan un arco iris ideológico extraño. Encuentras
a liberales, socialdemócratas, conservadores… y raros comunistas. Además
de la vivienda, el Instituto Cubano de la Amistad con los Pueblos les
dio entre 300 y 400 pesos cubanos para vivir y la autorización de que
podían comprar en las tiendas para los técnicos de los países del Este.
Cuando llegó el Período Especial, (la crisis económica en Cuba
desencadenada por el colapso de la Unión Soviética), dijeron que con ese
dinero no podían vivir decentemente, que es lo que les ocurría a la
inmensa mayoría de los cubanos, y el Gobierno les autorizó a hacer algún
negocio para su autosustento. Cuba no les podía dar divisas.

—¿De ahí nace la creación de empresas de importación-exportación que
tanto conflicto han suscitado?

—Abrisketa está muy integrado —se casó con una cubana y tiene una hija—,
y enseguida montó UGAO y otras empresas de exportación-importación.
Además de alimentos, importan tecnología de calderería que adquieren a
la rama francesa de Wackok Wilcox y fabrican calzado. Recibieron ayudas
económicas del Gobierno vasco en tiempos del lehendakari José Antonio
Ardanza y, sobre todo, de Juan José Ibarretxe, en ocasiones, a través de
la SPRI (Agencia de Desarrollo Empresarial). Fabrican también tubos y
sanitarios, pero tuvieron sus líos con un socio, un tal Echegoyen. Más
tarde, Iñaki Etxarte y su mujer, Amaia Egiguren, montaron Euskalherria
que importaba equipos de impresión digitalizados de la marca Riso a
través de Panamá. Tuvimos un serio problema porque no se les ocurrió
nada mejor que vender esos equipos a la Iglesia católica. Se les echó
una gran bronca. Amaia Egiguren volvió a Cuba reinsertada con papeles de
la Embajada española pese a que el acuerdo de 1984 decía que si salías
de la isla no podías volver. Fue expulsada. Ha habido otros que han
negociado con la Embajada española en La Habana. La contrainteligencia
cubana siempre ha sospechado que hay un topo en la colonia etarra de la
isla.

—Gadusmar fue presentada en Cuba por Gorka Martínez Bilbao como una
empresa normal más del País Vasco. Puede que Josu Ternera sepa algo de
eso. En la isla solo vendieron dos contenedores de bacalao traídos de
Noruega por un monto aproximado de 40.000 euros, de los que, por cierto,
el Gobierno cubano no tenía conocimiento. Allí trabajaban Carlos
Ibarguren y Agustín Azkarate. Hubo una protesta española y se optó por
cerrar la empresa. También se clausuró el restaurante Zargarzazu, en
que, por cierto, comieron algunos diplomáticos españoles.

—¿Diría que el propósito de mediar entre ETA y el Gobierno de España ha
estado presente en la mente de Fidel durante todos estos años?

—Como decía, creo que los socialistas influyeron en eso, pero no fueron
los únicos: un miembro de la delegación del PNV que visitó la isla en
febrero de 1998, no recuerdo si fue Joseba Egibar, Iñaki Anasagasti o
Josu Jon Imaz, le preguntó a Fidel Castro, cuando ya se estaban
despidiendo a la puerta del ascensor, si Cuba mediaría en una hipotética
negociación. Fidel les respondió que si todas las partes, incluido el
Gobierno español, estaban de acuerdo, Cuba no dudaría en colaborar en
una negociación.

Julio Alfonso Fonseca habla con el conocimiento que da haber preparado
la visita de Arnaldo Otegi a la isla, haber atendido a los responsables
de Internacional de Batasuna y de la propia ETA, Gorka Martínez y Jokin
Gorostidi y guiado a los enviados de Askapena (dedicada a recabar apoyo
internacional para ETA) y Gestoras Proamnistía. También ha asistido en
primera fila a la conexión entre ETA y el IRA-Sinn Fein. Dice que ETA
conectó con el IRA-Sinn Fein a finales de los 80 en Cuba, gracias a que
en la isla había una representante permanente de los irlandeses. "Allí,
se vieron con Siobhán O'Hanlon, la superviviente de la emboscada al
comando del IRA que los británicos abatieron en Gibraltar en marzo de
1988. "En Cuba se produjo un intercambio muy fluido de planteamientos
que ha repercutido notablemente en la salida a la violencia que ha
buscado ETA".

El exdirigente comunista cubano que más conoce a ETA dice que "la
izquierda patriótica vasca debe deshacerse de las armas, ahora que está
rectificando graves errores históricos" y que él personalmente, Julio
Alfonso Fonseca, quiere pedir perdón al pueblo de España por si,
cumpliendo con su deber de funcionario del Gobierno de su país, hizo
algo que contribuyó a ofender a los españoles, y muy particularmente a
las víctimas del terrorismo. "Al final, esta es una historia triste,
entre tantas tristes historias de la Revolución cubana, pero por encima
de todo", enfatiza, "están y deben estar los fraternales lazos entre el
pueblo cubano y el pueblo español".

http://politica.elpais.com/politica/2012/05/18/actualidad/1337373025_977227.html

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