miércoles, 23 de mayo de 2012

Casa tomada

Casa tomada
Miércoles, Mayo 23, 2012 | Por Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -El ambiente de libertad creativa
que respiran los asistentes a la Oncena Bienal de La Habana, en la que
participan alrededor de 180 artistas de 43 países, puede ser tan fugaz
como algunas instalaciones y performances de arte efímero diseminadas en
la ciudad.

La prohibición de que los artistas Guillermo Portieles y Nestor Arenas,
residentes en la Florida, participaran como invitados en la exposición
alternativa del pintor cubano Luís Trápaga Brito, demuestra que si Cuba
es una casa tomada por el arte, también lo está por la Seguridad del Estado.

Según dijo Trápaga a martinoticias.com, la policía política los citó a
los tres, y bajo el argumento de que "el Ministerio de Cultura tenía
prohibido todo evento alternativo o paralelo a la Bienal de La Habana
que no estuviera oficialmente registrado", amenazó con deportar a sus
invitados hacia Estados Unidos, sin derecho a regresar jamás a la isla".

Sin embargo, Jorge Antonio Fernández Torres, director de la Oncena
Bienal, expresó en el programa El arte por todas partes, trasmitido por
la Mesa Redonda de la televisión cubana, la satisfacción de los
organizadores con las muestras alternativas.

En su intervención, el también curador y crítico de arte significó la
importancia de proyectos colaterales como Travesía, de la Fundación
Browstone (USA); Acción 135, del vienés Hermann Nitsh, y Surcando la
ciudad sin arrugas, del brasileño José Parlá, entre otros.

Asimismo, se congratuló por la presencia en la Bienal de artistas
cubanos radicados en diversas naciones extranjeras, como son Toni Abat,
Jorge Perum, y María Magdalena Campos, por sólo citar algunos de los de
mayor renombre invitados a exponer en la isla.

Como todo parece indicar, la prohibición de que Trápaga expusiera junto
a sus invitados, tiene más de censura por razones políticas que por
falta de autorización oficial para muestras alternativas.

Según cree, "el hecho es en represalia a su persona por participar en
los eventos que realizan en sus casas la bloguera Yoani Sánchez y el
director de Estado de Sats, Antonio Rodiles".

Al parecer, El barco de la tolerancia, instalación proyectada en los
inicios de la Bienal por los artistas serbios Ilya y Emilia Kabakoc en
áreas aledañas a la bahía habanera, no alcanzó uno de los votos
formulado en el gigantesco mural en que fueron convertidas las velas del
navío: la necesidad de un mundo inclusivo y diverso.

Frente a un hecho así, la relación entre autoridades y artistas en
cuanto a la libertad creativa, está más cerca de la obra "Nadie Escucha"
(una torre de pabellones auditivos de acero que van aumentando su tamaño
desde la base hasta la punta), levantada por Alexandre Arrechea en el
malecón de La Habana.

Pero el acto de prohibir no es extraño en Cuba. Es inherente a un
sistema social totalitario que desde sus inicios trazó una política
cultural excluyente y represiva. La historia de la revolución está
escrita desde la censura.

Los aires de tolerancia alcanzados en los años 80 en un sector artístico
que había dejado atrás los intentos de imposición del realismo
socialista como tendencia creativa, y la exclusión o la cárcel por
razones de orientación sexual e ideología, enviaron una señal equivocada.

Las inquietudes estéticas y las obras de transgresión socio política
mostradas en esa década por los jóvenes artistas agrupados en Paidea,
Castillo de la Fuerza y Segundos Planes, entre otros que abogaban por
"la función desacralizadora del arte sobre la ideología como instrumento
de poder", fueron censuradas con violencia.

En 1990, el desafío a las autoridades lanzado por el joven artista Ángel
Delgado, al defecar sobre las páginas entreabiertas del periódico Granma
durante la realización de su performance El objeto esculturado, puso
punto final al arte de la irreverencia.

La mayoría de los protagonistas que llenaron las calles e instituciones
culturales de La Habana de los 80 e inicios de los 90 con su estética
cuestionadora y desmitificante del poder y la gloria revolucionarios,
fueron a dar al exilio con su arte.

Jóvenes talentos de la época hoy consagrados en el extranjero como José
Bedia, Arturo Cuenca y Tomás Sánchez, pagaron con el exilio su derecho a
ejercer dentro de la isla la libertad de creación.

Por eso a nadie sorprende el acto de censura contra Luís Trápaga Brito,
que viene a ser continuación de tantos efectuados desde la sombra del
poder, o a la luz pública, en los últimos años.

Casa tomada, un proyecto itinerante de intervención urbana, donde más de
1500 esculturas de hormigas se despliegan sobre fachadas y estructuras
arquitectónicas para hablar de la inmigración, el desplazamiento forzado
y el desarraigo, tiene similitud con Cuba.

El arte por todas partes, eslogan promocional de la Oncena Bienal de la
Habana, adquiere otra connotación en voz de una joven que frente a una
muestra alternativa lo rebautizó: "velARTE por todas partes".

vicmadomingues55@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/casa-tomada/

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