miércoles, 6 de julio de 2011

Verdades que al cubano no le gusta oír

Publicado el miércoles, 07.06.11

Verdades que al cubano no le gusta oír
NICOLAS PEREZ

En ocasiones se impone decir duras verdades.

El 1ro. de enero de 1959 hubo en la isla radicales cambios. La llegada
de los guerrilleros de las sierras fue como si un puñado de ángeles
hubiera desembarcado en la isla, asumiendo el amor de quien murió en la
Cruz por todos nosotros. Era una puesta en escena que se venía gestando
desde que Cristóbal Colón pisó tierra cubana. Cada pueblo se abraza a un
destino, el de la India es la espiritualidad; el de Francia el arte de
amar; el de Viena la cultura; el de los Estados Unidos crear riqueza,
mientras que el de los cubanos, siempre fue la heroicidad y el
martirologio. El criollo nunca quiso ser de grande bombero ni policía
sino héroe. Por eso Cuba estuvo 467 años esperando al castrismo. Y no
era un problema genético sino de auto inyección de fábulas patrióticas.
Fuimos formados en el mito de la violencia y las muertes
trascendentales, la primera la del indio Hatuey, quemado vivo porque se
negó a ir al cielo para no encontrar allí españoles. ¿Quiénes eran José
Antonio Saco y Félix Varela… gente aburrida. La imaginación popular se
iba tras Ignacio Agramonte y sus 35 jinetes rescatando a Sanguily, y las
cargas al machete de Gómez y Maceo, y aquella orden electrizante de los
jefes insurrectos de: "Corneta, toque a degüello", ¿tanta poesía podía
ser superada por un grupo de autonomistas que no olían a sudor ni a
pólvora y que deseaban conquistar la independencia de Cuba en las Cortes
Españolas?

Y hubo hombres que pudieron cambiar la idiosincrasia del cubano: José
Martí, José Antonio Echeverría, Frank País, Virgilio Campaneria y otros.
Pero por el karma que cargamos los cubanos todos fueron héroes en
tiempos de rayos y centellas. Y se catapultan sus martirologios, sin
profundizar en que fueron hombres de paz obligados a hacer la guerra,
inteligentes y profundos, todos enemigos de los extremos.

La República fue una continuación de la guerra de independencia, ¿qué
cubano pensó cinco minutos en lo que expuso Fernando Ortiz, o en lo que
dijo Jorge Mañach, ¡No por Dios, ellos eran puro estiércol, los
mascarones de proa de aquellos tiempos eran Julio Mella y Antonio
Guiteras Holmes, asesinado en El Morrillo. Ellos eran el teatro griego,
la lírica, el movimiento hermoso de un tiempo transcurrido. A la muerte
de Guiteras, el cerebro más lúcido de la Generación del 30, Raúl Roa,
dijo: "Así se perdió la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la
voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro
del movimiento nacional revolucionario". Mella era un comunista
romántico y Guiteras un idealista con propensión al gansterismo poético.
Ambos hombres, pésimos paradigmas de una generación. Los dos bravos,
pero punto. Y es que alguien dijo una vez que el cubano no pensaba con
el cerebro sino con los testículos, una simple frase que el tiempo se
ocuparía de convertir en todo un tratado de filosofía política.

Y es que en la isla se cultivaba la proeza creando las condiciones para
la entronización del castrismo. Y éramos derechistas o izquierdistas. El
político moderado era un pusilánime, el prudente un cobarde, el honrado
un tonto y el guapo del barrio el arquetipo de la cubanidad. Por eso
jamás aceptamos a un Cosme de la Torriente ni a un Carlos Márquez
Sterling y abrimos los brazos a Fidel Castro y al Che Guevara.

En la antigüedad cuando los bárbaros sitiaban las ciudades lo primero
que intentaban era derrumbar sus muros y el castrismo tomó el poder en
un país sin muros. Y eso pudo producirse por la pasión del cubano por la
oratoria inflamada y los adjetivos hiperbólicos. Y nos rendimos a
Eduardo Chibás, a José Pardo Llada y a Miguel Angel Quevedo, todos
incluso quizás bien intencionados, pero que se ocuparon de destruir
nuestra institucionalidad.

Por último el radicalismo criollo con su incapacidad de encontrar un
centro se abrazó a Washington con desesperación. Y cuando el primer
gesto de la CIA hacia una incipiente oposición fue vender la
Conspiración Trujillista al enemigo cerramos los ojos porque eran
"contra revolucionarios". Lo mismo que hoy dicen muchos que somos todos
nosotros. Llegó Playa Girón, El Escambray y la Clandestinidad, pero
siempre persistimos en ser obedientes al gobierno norteamericano. Y
perdimos nuestra soberanía, y eso nos creó un fino tejado de vidrio
sobre el que Castro lleva medio siglo lanzándonos pedradas.

Ahora Hugo Chávez tiene cáncer y la libertad de Cuba puede estar cerca,
hay que tomar decisiones, y advierto, esta vez, no nos podemos equivocar.

Nicop32000@yahoo.com

http://www.elnuevoherald.com/2011/07/05/975031/nicolas-perez-verdades-que-al.html

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