lunes, 25 de julio de 2011

Raúl Castro y el Día de la Rebeldía Nacional

Raúl Castro y el Día de la Rebeldía Nacional
Monday, July 25, 2011 | Por León Padrón Azcuy

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Lamentablemente, Raúl Castro se
presentará este 26 de julio, en Ciego de Ávila, por primera vez como
monarca absoluto, exhibiendo ya -como Primer Secretario del Partido
Comunista- todo el control de Cuba, y rodeado de una legión de leales.

La inmensa mayoría de los cubanos ya conoce al nuevo Rey y sabe de
antemano que su discurso no traerá nada más que la tradicional retórica
revolucionaria que para este luctuoso día ha reservado el régimen a su
pueblo desde su entronización, en 1959.

El General que, a causa de la incapacidad física de su hermano, se
convirtiera en 2006 en el número uno, comenzó a tejer las redes de la
sucesión el 26 de Julio de 2007, en Camagüey. Ese día, en una tribuna en
la tierra del Mayor, el ya octogenario benjamín de los Castro, presidió
por primera vez este importante acto -quizás el más importante- de la
liturgia castrista, honor reservado siempre al Máximo Líder.

En contraste con las interminables y aburridísimas diatribas anti
imperialistas a las que nos tenía acostumbrado su hermano mayor, el
nuevo monarca pronunció una alocución relativamente corta y
aparentemente pragmática en su contenido, pero con la mira centrada en
afianzarse en su papel como heredero del régimen que ayudó a instaurar y
mantener, hasta ese momento siempre como segundón.

En su debut camagüeyano, Raúl Castro proclamó la necesidad de cambios
estructurales y de concepto, con lo cual despertó las esperanzas de
especialistas y analistas de todo el planeta -siempre más que dispuestos
a ver cambios y buenas intenciones en cualquier guiño de la dictadura-
cuyos cerebros calenturientos se dispararon a toda máquina intentando
predecir el nuevo rumbo de la Isla cautiva. Incluso, algunos llegaron a
pronosticar el comienzo de la perestroika tropical y el fin del
comunismo en Cuba.

Hoy, lejos están las expectativas creadas inicialmente, que hicieron
pensar a algunos incautos que finalmente se rompería el maleficio de
medio siglo. Los cuatro años de gestión del sucesor han despejado las
incógnitas y dejan mucho que desear.

En el orden político, los "cambios" no van más allá de una astuta
maniobra de descompresión, cuando, en busca de legitimidad internacional
y la eliminación del la Posición común europea, Raúl Castro, tras
negociaciones con el gobierno socialista de Zapatero y, supuestamente,
la Iglesia Católica del Cardenal Jaime Ortega, liberó –más bien,
desterró- a un grupo de presos políticos y sus familiares, entre ellos
los restantes del grupo de los 75. A lo anterior se puede añadir la
discreta firma -sin informarle al pueblo cubano y sin la posterior
ratificación ante las Naciones Unidas, que aún está pendiente- de los
Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, Económicos
Sociales y Culturales.

En el orden económico, el General no ha emprendido las verdaderas
transformaciones que necesita Cuba para su reconstrucción; sólo la
ridícula despenalización de un grupo de actividades laborales que nunca
debieron estar prohibidas; lo cual ha dado paso a la promoción del
"timbirichismo cuentapropista" como política económica, algo con lo que
ya había coqueteado la dictadura en los años 90, como medida desesperada
para evitar la catástrofe que se le avecinaba por la terrible crisis del
Periodo Especial, provocada por el fin de los subsidios de la extinta
metrópoli soviética.

Estas tibias reformas ahora se ciñeron a las prioridades del Sexto
Congreso del Partido Comunista, dedicado además, al análisis de unos
insípidos lineamientos que para nada contemplan la posibilidad de
librarnos de la intolerancia de los comunistas y, muchísimo menos,
enrumbar la nación hacia un verdadero estado de derecho.

Algunos, dentro y fuera de Cuba, imaginaron que el Sexto Congreso sería
el escenario ideal para una catarsis, un mea culpa en que los comunistas
pidieran perdón a la nación por su incapacidad de gobernar durante medio
siglo y por haberla destruido. Tristemente, no fue así. El congreso de
los rojos solo sirvió para proclamar al nuevo monarca, que estará este
26 de julio, ya por cuarta ocasión, presidiendo ese ritual encaminado a
mantener la sumisión del pueblo, que, como suprema broma cruel y de mal
gusto, dicen ellos que conmemora el "Día de la rebeldía nacional".

hugoliberal2002@yahoo.com

http://www.cubanet.org/articulos/raul-castro-y-el-dia-de-la-rebeldia-nacional/

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