sábado, 16 de julio de 2011

Otra conversación con mi vecino fidelista

Otra conversación con mi vecino fidelista
Jueves, 14 de Julio de 2011 11:42
Luis Cino Álvarez

Arroyo Naranjo, La Habana, 14 de julio de 2011 (PD) Últimamente, si no
es con esbirros recalcitrantes, en las conversaciones entre cubanos, la
tozudez y la intolerancia ceden lentamente espacio a la cordura.

Conversaba hace poco con un vecino, un viejo ex –militar y tan
rabiosamente fidelista, que en varias ocasiones me ha servido de tema
para algunas crónicas. Pero desde hace tiempo evitamos tocar, hasta
donde es posible, los temas políticos.

Conversábamos de lo malo, todavía más que se ha puesto el ambiente en el
barrio. No de los robos, contra los que ya nos hemos resignado, como si
fueran inevitables, y de los que sólo nos queda protegernos con cercas,
alambradas, muros, alarmas, perros fieros y el machete debajo de la
cama. Hablábamos de la grosería y la vulgaridad, la guapería. Sobre todo
entre los más jóvenes. "Parecen tribus de caníbales", dijo. Es el
triunfo absoluto de la marginalidad, la apoteosis de la chusmería, dije.
O lo pensé, no estoy seguro.

Me sorprendió al explicarme que la revolución, al erradicar a las clases
altas, había dejado a la población sin referentes. Y ahora que vuelven
las diferencias de clase, los nuevos ricos andan sin rumbo, carecen de
clase, porque no tienen patrones de conducta que imitar que valgan la pena.

Iba a decirle que al querer erradicar los valores burgueses, eliminaron
lo que eran simple y llanamente, valores. Pero el tipo me interrumpió:
-No tienen gusto ni para tirarse un peo…

Y caímos en el tema del reguetón, en el que estábamos absolutamente de
acuerdo: es espantoso y por supuesto, "no es música ni un carajo". Pero
enseguida discrepamos. El viejo decía que "el Partido y las
organizaciones de masas debían ponerse al frente en el combate contra el
reguetón y las modas, chabacanerías y conductas antisociales asociadas a
él".

Me sonó tan demasiado conocido el argumento, que no pude contenerme:
-Mira, si van a empezar con las prohibiciones, como hicieron con el
rock, por mí puede seguir el reguetón por toda la eternidad…

-¿Y qué se te ocurre entonces que se pueda hacer?- preguntó.

Y ahí tuve que confesar que no se me ocurría nada, porque si algo tengo
que admitir es que este gobierno se ha ocupado de la educación y de
elevar el nivel cultural de los cubanos. Que no lo haya conseguido es
otra historia.

Entonces, me miró halagado y me preguntó si no creía que la televisión,
en vez de presentar tanto reguetón y chabacanería, podía hacer algo por
mejorar el gusto de la gente. Le respondí que no sabía qué más podía
hacer porque la televisión cubana tiene dos canales educativos y muchos
programas dedicados a promover la música culta, el teatro, el ballet, la
danza, el buen cine de diversas cinematografías del mundo, las artes
plásticas, amén de muchos documentales pirateados del Discovery y el
History Channel.

-¿Y a ti te gusta la televisión de aquí?-me preguntó asombrado.

-¿A ti no te gusta?- repliqué y empecé a explicarle que la TV cubana,
aunque demasiado politizada, es más instructiva y culta que los canales
de la TV de Miami, con sus culebrones y sus reality shows, que vuelven
tan locos a la gente por acá como para atreverse a desafiar los
operativos de la policía contra las antenas y las correspondientes multas.

Me miró como a un bicho raro, hasta con desconfianza, y me interrumpió:

-No, chico, no me cojas para eso… Para mí la TV cubana es una mierda. La
televisión es para entretener, no para enseñar…Aquí la gente rechaza la
programación cultural porque como todo, se la quieren imponer a la cañona…

Y entonces, no le dije más. Nos separamos porque empezaba a oscurecer y
los mosquitos zumbaban amenazadores. Al menos por esta vez, si no
logramos ponernos de acuerdo, no terminamos la conversación, como otras
veces, con insultos y amenazas.

luicino2004@yahoo.com

http://www.primaveradigital.org/primavera/sociedad/sociedad/1822-otra-conversacion-con-mi-vecino-fidelista

No hay comentarios:

Publicar un comentario