lunes, 18 de julio de 2011

Memoria triste

Memoria triste
Monday, July 18, 2011 | Por Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Fue el 15 o el 16 de julio de
1994 cuando Ángela Medina, tía de mis hijos, me pidió la acompañara a
una casa del reparto la Purísima, municipio Cotorro, donde velaban a los
vecinos suyos tirados a la bahía de La Habana por los cañones de agua
disparados por los militares que hicieron naufragar al remolcador 13 de
marzo, en el cual debió partir rumbo a la Florida con su esposo, hijos y
decenas de desesperados por la penuria y la falta de oportunidades.

Ángela, Jesús, Mileidis y Miguel Ángel les deben la vida a la premura
del chofer que olvidó recogerlos en medio del secretismo y el apuro por
la partida. Sentían pues, alivio, frustración, rabia y dolor por los
amigos muertos, cuyos parientes se negaron a despedirlos en la funeraria
municipal, bajo control de los agentes de la Seguridad del Estado,
listos para sofocar posibles estallidos ante el crimen cometido por
ejecutores de órdenes del máximo nivel gubernamental.

No olvido el rostro de tragedia de aquellas personas llorosas y
contenidas, sorprendidas por la información del desastre y por la
ofensiva de las autoridades. A unos pasos del mercado de la Purísima
estaban los uniformados, prestos a detener y encarcelar, cual autómatas
sin piedad.

Un mes después, Jesús se tiró al mar en una balsa y fue llevado a la
Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, convertida en campamento
provisional de 40 mil balseros, dentro de los cuales había
sobrevivientes del remolcador 13 de marzo, quienes testimoniaron la
tragedia ante las cámaras de la nación norteña, a pesar de haberse auto
inculpado en La Habana bajo amenazas a fin de corroborar la versión
oficial del suceso.

Aquel hecho, oculto aun en la isla bajo siete candados, es un escándalo
internacional. El esmero de las autoridades en proteger a los ejecutores
y silenciar las secuelas del asesinato evidencia las sinrazones del
poder. Al impedir violentamente el desvío del viejo remolcador cargado
de niños y jóvenes se enviaba un mensaje de horror a los millares de
entusiastas por la partida.

Las secuelas familiares redondean el trauma, más el aluvión marítimo de
agosto de 1994, la firma de los tratados migratorios con los Estados
Unidos, las salidas ilegales posteriores y otras alternativas de éxodo
hacia México, Bahamas, Venezuela o Ecuador enmascaran el problema real.
La inmovilidad sociopolítica del país sigue alimentando el sueño de
escapar del "paraíso socialista".

Apenas sé de Ángela y los suyos, viven en la Florida junto a los
familiares de las víctimas del remolcador 13 de marzo, no quieren saber
de Cuba ni de las circunstancias que los llevaron a abandonar el país
donde crecieron. Tal vez en breve, aquel "escarmiento marítimo" del 13
de julio de 1994, sea un capítulo del pasado y los culpables rindan
cuentas por la infamia.

http://www.cubanet.org/articulos/memoria-triste/

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