viernes, 15 de julio de 2011

El suicidio de un indignado

Opinión

El suicidio de un indignado
Michel Suárez
Madrid 14-07-2011 - 6:42 pm.

Si la prensa en Cuba se complace tanto en la crisis española, ¿qué hacía
el cadáver de un joven cubano en el tren de aterrizaje de un avión de
Iberia?

España se cae a pedazos, asegura en Cuba el Noticiero Nacional de
Televisión. Las imágenes de un par de cargas policiales contra
manifestantes violentos constituyen el bucle preferido de la televisión
oficial. La cautiva audiencia casi se traga la idea de una exmetrópolis
dantesca, de cinco millones de desempleados y pobreza generalizada. Y
que, gracias a Dios, tenemos una isla sin FMI y sin recortes sociales
impuestos, porque nuestra miseria, como se sabe, es tan verde como las
palmas y eterna como el Sol.

Si todo esto fuera así, ¿qué hacía el cadáver de un cubano de 23 años en
el tren de aterrizaje del vuelo 6620 de Iberia que aterrizó el miércoles
en Madrid?

La alarma generada por la maquinaria informativa del régimen sobre las
consecuencias de la situación europea, y particularmente española, forma
parte de la bestialidad anticapitalista en su estado más puro. La
manipulación de los medios cubanos propicia un sobresalto exagerado, que
afecta la estabilidad emocional de los familiares de más de 100.000
cubanos que residen en España.

Muchos de los datos sobre la situación económica española son ciertos,
pero la prensa del régimen los utiliza fuera de contexto, incompletos,
sin opiniones contrastantes y con imágenes extemporáneas y manipuladas.
Y se olvida intencionalmente el alto nivel de protección social de un
Estado de bienestar. Esto hace que las familias se preocupen, e intenten
utilizar los escasos minutos de una llamada telefónica para contrastar
lo que cuentan los medios de los cubanogallegos Fidel y Raúl.

Pero, una vez más, el conductismo ramplón de la comunicología cubana
hace aguas. Hace casi cien años que la teoría de la comunicación superó
el behaviorismo y las teorías que actualmente rigen la información en
Cuba. Sin embargo, en el Palacio de la Revolución aún no se han
enterado, o no quieren enterarse.

La prueba es que pese a la inquietud que artificialmente genera la
prensa única, no se reduce la cola frente a la Embajada de España en La
Habana (para viajar temporal o definitivamente), e incluso todavía hay
quien cree que puede sobrevivir 7.578 kilómetros entre las ruedas de un
avión.

Estos ciudadanos, capaces de apostar por un país en crisis o colarse en
un tren de aterrizaje con destino a la muerte con tal de escapar del
absurdo, superan en indignación a cualquier español, griego o portugués.

http://www.ddcuba.com/opinion/5816-el-suicidio-de-un-indignado

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