viernes, 5 de noviembre de 2010

Elías Biscet y Armando Sosa, a su manera

Publicado el viernes, 11.05.10
Elías Biscet y Armando Sosa, a su manera
By PEDRO CORZO

El proceso por la democratización de Cuba ha sido largo, cruento y no
exento de paradojas. Se han usado en estas cinco décadas diversas
estrategias y propuestas que diferentes individuos han encarnado, por lo
que cuando se mencionan, ya sea en una conversación, en la meditación
solitaria o en la discusión más ardiente, la persona evocada representa
una manera de actuar que le identifica, pero también sintetiza una
conducta que es común a todos esos hombres que fueron capaces de ``tener
en sí el decoro de muchos''.

Tal situación se presenta cuando se alude a Oscar Elías Biscet y Armando
Sosa Fortuny. Dos generaciones diferentes, experiencias distintas,
estrategias de luchas cruzadas, pero ambos de firmes convicciones que
les ha conducido a la cárcel y a arriesgar la vida en numerosas ocasiones.

La falta de decoro ha descarriado vasta y profundamente la nación. El
fanatismo primero y la miseria crónica después, sacaron a relucir lo más
sórdido de incontables personas. La vileza ha sido la mayor cosecha del
castrismo. El garrote, muchas veces, y la zanahoria unas pocas,
impusieron la doble moral. Se doblegaron espíritus y se compraron
conciencias. Se instauró un régimen de fuerza que está cerca de agotar
la nación y destruir la vida de la mayoría de los cubanos.

Sin embargo, en ese tremedal, aunque se aproxima a los 52 años,
crecieron ciudadanos con todo lo que la palabra implica, como Oscar
Elías Biscet y Orlando Zapata Tamayo.

Zapata Tamayo falleció en una huelga de hambre por defender las
convicciones que tienen a Elías Biscet en prisión. Por ventura, al igual
que ellos, otros jóvenes nacidos y educados bajo el totalitarismo han
sido capaces de buscar la ruta de la libertad y el derecho.

Oscar Elías Biscet nació en 1961, dos años después del triunfo de la
revolución. A los 24 años se gradúo de médico, lo que no impidió que los
represores le convirtieran en objetivo de su depredaciones.

En 1997 creó la Fundación Lawton de Derechos Humanos. Promovió la
defensa del derecho a la vida y condenó el aborto. Practicó la
desobediencia civil y en 1998 hizo pública una carta en la que
denunciaba el sistema de salud cubano por cometer genocidio. Por esta
misiva y sus actividades, fue expulsado del centro médico en el que
laboraba.

Fue uno de los organizadores del emblemático ayuno de Tamarindo 34.
Después de este acto cívico que se extendió por 40 días, fue detenido 26
veces en un lapso de 18 meses, hasta ser arrestado y condenado a tres
años de prisión.

La cárcel fue el crisol donde se fundieron sus mejores virtudes. Al
salir de la prisión, prosiguió la lucha. De nuevo fue apresado y
condenado, en esta ocasión a 25 años. Por su rebeldía y su defensa de
los derechos de los demás presos ha sido confinado en celdas tapiadas,
recluido en calabozos soterrados y encerrado junto a presos comunes. La
maldad no le ha hecho claudicar.

A pesar de los muchos maltratos y abusos que ha sufrido Elías Biscet es
un defensor de la No Violencia. Es un ferviente creyente y se ha
declarado seguidor de los pensamientos y normas de lucha de Mahatma
Gandhi y Martin Luther King.

rmando Sosa Fortuny llevaba dos años presos cuando Elías Biscet nació.
Había desembarcado en octubre de 1960 para derrocar el régimen. Uno de
sus compañeros murió en combate, diez fueron fusilados, entre ellos tres
norteamericanos. Salió de la cárcel 18 años después y partió para el exilio.

En el año 1994, cuando al joven médico Biscet las autoridades cubanas le
iniciaban un expediente por peligrosidad, Sosa Fortuny desembarcaba una
vez más en las playas cubanas con las armas en la mano para continuar la
lucha que había iniciado 34 años antes. Otra vez fue apresado y en esta
ocasión sentenciado a 30 años de cárcel.

Cincuenta y dos años después, dos hombres que tal vez no se conozcan,
que no comparten estrategias, están en prisión por enfrentar una
dictadura. Tal vez nunca sean amigos, es posible que el número de sus
diferencias sean mayores que las coincidencias, pero ambos comparten
conceptos que se oponen al totalitarismo, cada uno a su manera honra sus
convicciones y cohabitan en el estrecho espacio de libertad que se han
creado en sus celdas."

http://www.elnuevoherald.com/2010/11/05/832324/pedro-corzo-elias-biscet-y-armando.html

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