miércoles, 18 de noviembre de 2009

La ley del más fuerte

La ley del más fuerte
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - La mayoría de los cubanos
que han vivido en Cuba en los últimos 50 años hablan a gritos. No
cumplen las normas mínimas de civilidad. Es el resultado de una
experimentación social que quiso homogeneizar la decencia, elevar los
grados de honestidad y estandarizar la bondad y el sacrificio.

Las estadísticas se alejan de tales premisas. La violencia es parte de
la cotidianidad. No sólo es posible escuchar en ómnibus, centros
comerciales y hasta en instituciones hospitalarias un lenguaje
caracterizado por la obscenidad, lo trivial y totalmente fuera de los
límites de la moderación. Puñetazos, empellones, puntapiés, navajazos,
trancazos, también conforman el vocabulario usado regularmente por
jóvenes y adultos. No pocas veces asuntos de poca monta terminan en
lesiones de envergadura y en muertes.

Un marcado déficit en las políticas educacionales, el aumento del
consumo de bebidas alcohólicas como vía para escapar de los conflicto,
la acentuación de las disparidades sociales, explican parte de un
fenómeno que afecta a la población y que sirve para catalogar la
situación de catastrófica.

Con el advenimiento de la revolución socialista en 1959, se rompieron
los moldes creados durante décadas respecto a la escala de valores
sociales. Un sector de los vencedores, en la guerra civil contra la
dictadura de Fulgencio Batista, logró adaptar el estalinismo a la
historia del país.

A finales de la década del 60 apenas quedaban rastros de la anterior
etapa republicana. La ideología comunista lo inundó todo. Desde una
óptica populista y populachera se comenzó a construir una nación que
serviría de ejemplo al mundo. De los talleres revolucionarios, emergería
el llamado hombre nuevo. Un ser social comprometido con las buenas
costumbres. A golpe de adoctrinamiento e intensas campañas mediáticas,
el gobierno ascendió algunos peldaños en el camino al éxito.

Un análisis integral de la realidad demuestra que las conquistas
celebradas en su momento están en franco retroceso.

Por ejemplo, el hecho de haber eliminado el analfabetismo y contar con
tan alto índice de universitarios per cápita, no se revierte en un
crecimiento en las reglas de comportamiento. Cuba no es. Sin embargo, lo
que viene sucediendo cada vez con mayor énfasis en vecindarios, centros
de trabajo, recreativos, y en el seno de las familias, cierra el margen
a la esperanza de una solución tan siquiera parcial de los mencionados
percances.

Los sociedad cubana se ha marginalizado. El medio condiciona una
retahíla de actitudes sin ninguna empatía, con códigos morales y éticos.
Tantos años bajo los lastres de la corrupción moral, la escasez, la
ilegalidad, el chantaje de los mecanismos represivos y la imposibilidad
de usufructuar derechos económicos, civiles, políticos y culturales, se
convierten en espoletas para activar la actuación desproporcionada, el
impulso irracional.


Todavía tengo fresco en el recuerdo el tirón dado a un anciano por una
joven de 20 años.
El incidente tuvo lugar en un ómnibus. Súbitamente, el viejo rodó como
una pelota por la superficie del autobús, dándose un fuerte golpe en la
cabeza. Ese fue el colofón de la disputa sobre a quién le pertenecía el
asiento.

Al bajarme, los improperios de la fornida dama contra el viejo no
terminaban. Si el enclenque septuagenario se atrevió a articular una
defensa verbal, puede que haya recibido una soberana paliza.

La agresora había perdido la cordura. Su fin era descargar sus
frustraciones con alguien. Así estamos, como en la selva.

oliverajorge75@yahoo.com

Cuba: La ley del más fuerte (18 November 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/noviembre09/18_C_2.html

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