martes, 10 de noviembre de 2009

EL GRAN FRACASO DE LA ECONOMÍA CUBANA

EL GRAN FRACASO DE LA ECONOMÍA CUBANA
2009-11-10.
Elías Amor Bravo, economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- Una vez más, como viene sucediendo a lo
largo de los últimos 50 años, la economía cubana se encuentra presa y
sumida en una grave y profunda crisis, como consecuencia de la
incompetencia de las autoridades, el deficiente funcionamiento del
sistema comunista, y la incapacidad política para asumir que los cambios
que precisa la economía cubana son: libertad de mercado y propiedad
privada, precisamente los que se empeña en negar Fidel Castro.

La libertad económica fue suprimida por la denominada "revolución" desde
el inicio de sus actividades. El modelo que había permitido a la Isla
alcanzar niveles de crecimiento económico y bienestar a finales de los
años 50 que calificaban a Cuba como la "Suiza de América Latina", fue
suprimido de un violento zarpazo.

Leyes y normas de orientación marxista y leninista trastocaron las
estructuras tradicionales de la economía cubana impidiendo que se
produjera una transformación real de la base económica del país. Hasta
las normas de contabilidad fueron suprimidas en un intento de hacer
borrón y cuenta nueva del pasado que se quería enterrar a cualquier precio.

La ineficacia y la irracionalidad del modelo económico comunista trajo
consigo, primero, las nacionalizaciones y expropiaciones de los grades
propietarios y las principales fortunas del país. Mucho se ha escrito
sobre esta cuestión, que ahora no nos merece atención.

Más tarde, antes de que finalizara la primera década, el régimen se
encargó de eliminar cualquier vestigio de actividad privada e
independiente. Cualquier economista sabe predecir los efectos negativos
que sobre la renta permanente, y por ende el consumo, se derivan de
decisiones confiscatorias de este calibre.

Todo se hizo depender de las decisiones de una clase de burócratas de
partido único, alejados de la realidad, desconocedores de las reglas
básicas de funcionamiento de la economía de mercado, y animados y
controlados por Fidel Castro en persona, empeñado en continuar
destruyendo la economía cubana.

Fracasaron los planes de industrialización, también las campañas
azucareras de los "famosos 10 millones" y el talento huyó del país en
dirección al norte y a Europa, cerrando cualquier posibilidad al
crecimiento económico y el aumento de los niveles de bienestar y calidad
de vida.

Fue entonces cuando las generosas subvenciones soviéticas llegaban a la
Isla, y se malgastaban en las guerras y guerrillas truculentas de la
"guerra fría", o en experimentos y aventuras de dudosa viabilidad, cuya
eficacia para la economía cubana resultaba muy limitada.

Cuando el imperio ruso se vino abajo, y las subvenciones soviéticas
desaparecieron junto a la protección artificial del "comercio de
pajarera" del CAME, la realidad de la posición de Cuba en la economía
mundial, su escasa capacidad productiva y la especialización en bienes y
servicios que nadie quería consumir, produjeron el Período especial, la
crisis más profunda desde el triunfo de la denominada "revolución" y el
momento de empezar a tomar las primeras medidas liberalizadoras en
treinta años. Ni siquiera el argumento del embargo podía justificar tal
desastre económico del castrismo.

Nada de lo que se hizo entonces sirvió de mucho, porque las reformas en
profundidad se suprimieron en cuanto llegaron los primeros petrodólares
venezolanos, las remesas de los exiliados a sus familias, o la mejor
evolución de los precios mundiales del níquel, ya que el azúcar, años
antes, había sido desmantelado como fruto de una decisión personal de
Fidel Castro que, con ello, enterraba para siempre, la principal fuente
de financiación de la economía cubana en los mercados mundiales.

Las decisiones liberalizadoras fueron corregidas tan pronto como el
régimen dispuso del control económico suficiente para afrontar las
deudas externas y un nuevo período de centralización arrastró la débil
capacidad productiva que se había creado en esos años.

Y así llegamos al presente, en el que arrecian nuevos síntomas de una
grave crisis, cuya única salida es la de siempre: más y más
restricciones sobre una población abrumada por la escasez, la supresión
de las ayudas oficiales y la instalación de una filosofía de sálvese
quien pueda, o el último que cierre la puerta.

El responsable de todo este lío es Raúl Castro, que vuelve a demostrar
que es incapaz de plantar cara a su hermano moribundo, y definir una
línea clara hacia el mercado y la propiedad privada, que es el cambio
principal que necesita la economía cubana. Los debates a los que tanta
afición tiene el hermano dictador, le han mostrado claramente lo que
quiere el pueblo cubano, comer y libertad. Necesidades básicas que el
comunismo no garantiza, ni ahora ni después.

La sensación de ridículo en el control de la economía, los continuos
fallos y errores en la implementación de las medidas, los tiras y
aflojas, el no saber muy bien hacia dónde ir y cómo ir, la debilidad de
los argumentos tradicionales (como el embargo o los daños de los
ciclones) para justificar tanta ineficacia, van a provocar chispazos en
la controlada y vigilada sociedad cubana que, de buen seguro, no puede
tardar en estallar, si los informes que llegan de dentro de la Isla son
acertados.

El malestar se extiende por las prohibiciones, la doble moneda, la
escasa producción de las tierras, las restricciones, el cierre de
comedores, la supresión de determinados productos de la libreta de
racionamiento, sin las reformas oportunas dirigidas a flexibilizar la
economía, a permitir el libre funcionamiento del mercado y un marco
estable de derechos de propiedad.

EL GRAN FRACASO DE LA ECONOMÍA CUBANA - Misceláneas de Cuba (10 November
2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24170

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