lunes, 3 de agosto de 2009

País de sombras

Publicado el lunes, 08.03.09
País de sombras
By ALEJANDRO ARMENGOL

Si al inicio existió la esperanza de que el gobierno de Raúl Castro
lograría que, al menos en ciertos aspectos económicos, el sistema
implantado por su hermano funcionara, hoy ésta se ha reducido a cero.

Ahora, con el anuncio de una Conferencia Nacional del Partido Comunista
de Cuba (PCC), que parece destinada a una renovación de mandos en la
institución política, todo indica que el mandatario busca crear una
cúpula partidista con sus seguidores más fieles.

Es posible que lo logre, pero le seguirá resultando igualmente difícil
poner en marcha al país.

El discurso de Raúl Castro, el pasado 26 de julio, sólo se destacó por
una línea: ``Estoy seguro de que ninguno de ustedes me puede ver; verán,
si acaso, una sombra: ese soy yo''.

Lo demás fue el anuncio de importantes reuniones ``que servirán de
escenarios más propicios para extenderse a fondo en cuestiones complejas''.

Estas reuniones se han celebrado, culminando en la sesión de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, y las noticias sólo permiten malos augurios.

El diario Granma advirtió que la crisis es muy grave y el VI Congreso,
que estaba anunciado para fines de año, está suspendido hasta que se
``haya vencido esta crucial etapa de preparación previa'', que en la
práctica parece traducirse en un reforzamiento de alianzas y acomodo de
figuras claves.

Raúl Castro tiene 78 años y es el segundo secretario del PCC. Fue él
quien anunció en abril del 2008 que el VI Congreso de la organización se
celebraría en el segundo semestre del 2009. Su hermano Fidel, quien
cumplirá 83 años el 13 de agosto, continúa siendo el primer secretario
del PCC.

Se había especulado que la tarea del VI Congreso era planificar el
futuro político de la isla después de la desaparición de los hermanos
Castro. Ahora se confirma este objetivo.

El VI Congreso ``no puede ser un evento más'' de acuerdo a Granma, que
explicó que ``lo más probable es que por ley de la vida, sea el último
que encabece la dirección histórica de la Revolución''.

Sin embargo, en las circunstancias actuales hay poco espacio para el
futuro, cuando el presente resulta tan difícil.

Desde que asumió el mando de las tareas cotidianas de gobierno, el
general Raúl Castro ha estado prometiendo y realizando ``análisis'' y
``discusiones'' de la situación económica por la que atraviesa el país,
pero con pocos o ningún resultado.

La posposición del VI Congreso significa mas que un ajuste a la realidad
nacional. Es la búsqueda, por parte de Raúl Castro, del poder ideológico
total.

Hasta el momento, el PCC nunca ha desempeñado el supuesto papel de
vanguardia, que teóricamente le corresponde en una sociedad socialista.
Fidel Castro fue el principal obstáculo al respecto.

Por ejemplo, la constitución del PCC, en 1965, no marcó el inicio de una
etapa de institucionalización partidista y acatamiento del modelo
soviético, entonces vigente.

No fue hasta 1975 que el PCC pudo celebrar su Primer Congreso,
establecer un programa y delinear sus estatutos.

Los congresos, plenos y reuniones posteriores no modificaron esta forma
de actuar, característica del estilo de mando de quien continúa siendo
la máxima autoridad ideológica.

Las instancias superiores partidistas --el Buró Político y el Comité
Central-- jamás tomaron la iniciativa durante las coyunturas políticas
de mayor importancia.

Es posible que Raúl Castro este abriendo otro ``segundo frente'', y
trate de que por primera vez el partido funcione. Esta ilusión comunista
enfrenta un historial de fracasos que no debería echarse a un lado.

Cuando en abril del 2006 se restableció el Secretariado del PCC, la
medida no tuvo una repercusión inmediata para el cubano de a pie. Se vio
como un paso más hacia el establecimiento de una sucesión colegiada tras
la desaparición de Fidel Castro y un indicador del fortalecimiento de la
línea ortodoxa dentro del régimen. Pero la estrategia conspirativa se
impuso sobre el aparente proceso de sucesión institucionalizado, y la
máquina gubernamental no se ha atrevido a avanzar en el proceso de
tibias reformas económicas y políticas, que realmente nunca han
despegado. Todo esto se traduce en la existencia de un clima de
desconfianza, incluso hacia las instituciones que supuestamente rigen el
país.

Esta desconfianza y continua violación de las normas partidistas nunca
ha obedecido a un capricho. Mientras Fidel Castro estuvo al frente del
gobierno de manera visible, formó parte de un afán siempre presente de
contar en todo momento con formas de gobierno alternativas, bajo su
control más personal. Ahora que su figura elusiva sólo aparece en alguna
que otra fotografía de ocasión, la parálisis sustituye a tanta energía
invertida sin provecho alguno. Del funcionario al empleado, no hacer
nada resulta la mejor manera de permanecer.

El anuncio de una Conferencia Nacional del PCC es una táctica de Raúl,
de irse por la tangente al problema de enfrentar un amplio proceso en
momentos de graves dificultades económicas y la posible existencia de
desacuerdos internos, que de momento no se han materilizado pero
encierran un peligro potencial. En la práctica, se traducirá en mayor
temor y otro motivo más para el repliegue.

La práctica guerrillera, iniciada con la existencia de una estructura de
mando paralela --que en la práctica gobierna el país-- se ha mantenido
hasta nuestros días, pero avanza irremediablemente hacia el inmovilismo.
Amarrada a esta quimera, más que una isla al sol, Cuba es un país de
sombras.

aarmengol@herald.com

ALEJANDRO ARMENGOL: País de sombras - Opinión - El Nuevo Herald (3
August 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/v-fullstory/story/510638.html

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