miércoles, 12 de agosto de 2009

LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y EL ESTADO DE INSEGURIDAD: CONVERSANDO CON UN EX SEGUROSO (1ra Parte)

LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y EL ESTADO DE INSEGURIDAD: CONVERSANDO CON UN
EX SEGUROSO (1ra Parte)
2009-08-11.
Alexis Gainza Solenzal, Director de Misceláneas de Cuba, Revista de
Asignaturas Cubanas

(www.miscelaneasdecuba.net).- No sé cuánto puedo describir de su porte
físico sin ponerle al descubierto, por lo que me limitaré a indicar que
somos ambos cuarentones. Todavía, si se le mira bien, le queda un brillo
en sus ojos, pero sus hombros encogidos no dan señales de mayor vitalidad.

Ambientalicemos: nos encontramos en un apartamento de las afueras de
Moscú. La atmósfera me parece tétrica, patética. Es como si estuviera
presenciando el trasfondo nebuloso de una obra kafkiana. Él está sentado
en la cama de una habitación ad hoc que antes hubiera sido una sala, me
explica, al no ser porque la familia ha crecido. Yo estoy arrinconado en
una esquina, en un cojín, como siempre, pegado a la pared, con el mayor
radio posible de visibilidad. Siento un abarrotamiento inusual de cosas,
de estantes, de ropas, de trastes; poco espacio y sobre todo poca luz.
Nuestras esposas trajinan en la cocina.

Ante mí tengo a un ex agente de la Seguridad del Estado y él ante sí a
una persona que trata de ayudar a las víctimas de la represiva
castrista. Es un binomio difícilmente conjugable, pero solamente la
confianza que se logre infligir en el intercambio y la interlocución
podrán allanar el camino del diálogo. Nuestra confianza descansa, acaso,
en un encuentro efímero, pasajero, por allá por el 89, dado que nuestras
esposas rusas se conocían de antes. Luego dimos tumbos por diferentes
mundos; yo tomé en el 91 rumbo a Estocolmo, y a él lo regresaron sin
terminar sus estudios dos años antes a Cuba. Ahora, porque el D. lo
quiso así; el reencuentro.

Le pregunto, "pero ¿cómo fue que te interesaste por eso de los agentes,
espionaje y contraespionaje?" La historia tenía raíces profundas que
llegaban hasta los pies del Escambray. Ocurre que de esa zona montañosa
bajó su papá en calidad de guerrillero cuando el afamado triunfo de la
revolución. No me dijo el grado que portaba, ni hasta donde colgaron las
chapas de su pechera, pero su viejo fue cofundador de la Policía
Nacional Revolucionaria, y creo que llegó incluso a tener cierto cargo
en los "caballitos" –"¡Coño, hacía tiempo que no me recordaban esa
palabra!", le exclamé-, es decir, la policía motorizada. Más tarde el
padre pasaría a laborar en el Ministerio del Interior, en administración
o algo por el estilo.

"Así que desde la casa, desde chiquitico, yo oía todo eso y vivía ese
mundo", me confiesa. "¿Y también viste la serie de David...?" "Claro que
sí. En Silencio ha tenido que ser. Yo soñaba con ser uno de esos héroes
y luchar contra el imperialismo, y los norteamericanos."

Sin embargo, todavía le faltarían varios años, y bien sonados, antes de
llegar a materializar sus sueños. Primero debe vencer el Pre Guitera,
que si mal no recuerdo quedaba en El Vedado, en L y tanto (¿?). Bueno,
en cualquier caso, allí se malcriaba a la flor y nata de la nomenclatura
castrense. A modo de ejemplo me cita al hijo de Ramiro Valdés. "Si tú me
preguntas de música cubana, yo no sé nada. Ni siquiera la sé bailar.
Todo lo que nosotros oíamos era música norteamericana, extranjera. Todo
el tiempo. Mira, el hijo de Ramiro Valdés era un fanático de Elton John.
Hasta tenía los espejuelos como él y tocaba el piano. Pá qué decirte."

La cosa es que por lo visto la farándula y el parrandeo hicieron que
nuestro interlocutor terminara el preuniversitario con un bajísimo
escalafón. "¿Bajo? No, el último de mi curso", me aclaró semiorgulloso.
Así que le cogió el Servicio Militar (Obligatorio) y nada más y nada
menos que en Angola, cuando el apogeo de la guerra contra "los
sudafricanos", como los llamó. En el país africano sobrevivió 20 meses.

"Yo tengo medallas que no tiene el 90 por ciento de los cubanos que
estuvieron en Angola", me afirma orgulloso al tiempo que se para de la
cama. Separa dos armarios. Mete las manos. Rastrea en ellos. Me alcanza
cuatro cajitas plásticas de reverso negro y anverso transparente. "Esta
es la Medalla del Valor Antonio Maceo. Esa la tienen muy pocos de los
cubanos que lucharon en Angola. Esta es la Medalla del Valor Calixto
García. Esa la tienen muchas más gentes."

Nunca había tenido algo semejante en mis manos, y juro que lo que más me
impresionó no fueron las medallas en sí, ni el haber reconocido en el
grabado los rostros de los héroes de la guerra independentista, sino ver
como la biografía de este cubano era tanto polvo como el que ahora yo
persistentemente notaba en las cajitas plásticas. Todo para nada, para
el anonimato, para el olvido, la miseria humana y la muerte civil.

"Y estas otras dos son dos medallas ni siquiera recuerdo porqué me la
dieron." Se trataba de dos galardones que reflejaban las banderas de
Cuba y Angola, seguramente la conmemoración de algún aniversario común.
"Lo que sí recuerdo es porqué me dieron la del Valor Antonio Maceo. Un
BR3 se había quedado atrapado entre la línea de fuego nuestra y la de
los sudafricanos"... Como no sé nada de armamento, pero sí soy un buen
preguntador le indagué sobre qué era un BR3*, como creo me dijo se
llamaba aquel blindado: "Es un carro con una ametralladora arriba", me
simplificó. "El chofer estaba herido y la tripulación también. Ya el
carro había sido impactado por dos bazucasos. Yo fui en medio de un
fuego cerrado y pude rescatar al carro y la tripulación."

"Tenía 18 años cuando llegué a Angola", me responde cuando le pregunto.
Mi hijo, de 15, juega a un costado de la cama con la computadora de mi
interlcutor, animando a uno de sus hijos. Cierro los ojos, pero no me
atrevo a darle vuelo a la fantasía. Retorno inmediatamente a tierra:
"Eras un niño, cuando más un adolescente." "Así mismo." Le indago sobre
cómo él ve ahora, con el paso de tiempo y de la vida, su presencia en
aquella guerra. Y me reconoce con voz casi inaudible: "¿qué te puedo
decir? No había necesidad... Ahora, cuando estoy afuera, yo lo entiendo,
ahora cuando puedo comparar."

Él capta en mi pregunta un matiz más de lo que en verdad encerraba y me
aclara, con un tono de seguridad y parsimonia sin par: "Mira, yo maté a
mucha gente en Angola, y nunca he tenido ningún problema de la cabeza.
He tenido amigos que al llegar a Cuba, cuando oían rechinar las gomas de
un carro, se tiraban al piso, porque pesaban que era un tiroteo."

Yo no soy psicólogo y nunca he matado a nadie; por lo primero y lo
segundo, no puedo saber si el que mata deba o no sentir remordimiento,
aunque sea en medio de una guerra abiertamente declarada. Lo que si sé
que esa confesión me estremeció sin que una sola fibra de mi cuerpo lo
reflejara; en el mismísimo fuero interno. ¿es todo esto normal?

Me acordé de un analista cubano que alguna vez escribiera que Cuba está
llena, repleta, pletórica de héroes, refiriéndose justamente a todos
aquellos que como mi dialogador había batallado en Angola y otros
confines del mundo. Me espanté ante este cuadro y sus consecuencias
sociológicas, cuando una persona ante mis ojos con la frivolidad más
calmosa del mundo me intima que el matar no le hecho estragos en su
vida... ¡Qué tragedia la nuestra, con tantos héroes frustrados, tanto
valor frío y tanta vacuidad sentimental!

Pero yo no estoy preguntando en ese momento para cuestionar, ni mucho
menos humillar porque de eso ya se encarga nuestras propias biografías y
los posos oscuros que en ellas subyacen; no, yo quiero solamente
entender, si acaso saber. "¿Y después de Angola, qué hiciste?" Primero
me cuenta que en realidad le debían una quinta medalla, otra del Valor
Antonio Maceo, que no se la dieron porque ya estaba en Cuba, para luego
decirme que estuvo un año sin hacer nada, vagabundeando tras regresar a
la isla. Me imagino que debía tener entonces unos 20 años, y el fogaje
de un cuarentón.

(Continuará...)
* BTR me aclaran.

LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y EL ESTADO DE INSEGURIDAD: CONVERSANDO CON UN
EX SEGUROSO (1ra Parte) - Misceláneas de Cuba (12 August 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=22215

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