miércoles, 5 de agosto de 2009

En busca del helado perdido

En busca del helado perdido
Frank Correa

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Desde hace días quiero
comprar una tina de helado. La medida de un pote, que es lo que venden
en las tiendas recaudadora de divisas, es de un cuarto de litro y cuesta
un peso cincuenta centavos. Sin embargo, a una tina de 12 litros
comprada en el mercado subterráneo puedo sacarle casi cincuenta potes
por sólo siete pesos convertibles. Una cuenta sencilla que me ha
obligado varias veces a ir Quinta D y 240, en el Callejón de los Perros,
en Jaimanitas, donde me dijo un amigo que estaba el punto de venta
clandestino.

Es una casa donde vive un matrimonio con un hijo. Cuando me presenté de
parte de mi amigo, la mujer se lamentó porque todas las tinas que le
trajeron ese día ya "habían salido". Me sugirió que volviera al otro día
y que llevara un bolso o una mochila, porque no podía llevarme la tina
al descubierto.

En Cuba el mercado clandestino funciona con una eficiencia que asombra,
todo se puede encontrar allí, aunque a cada rato una operación policial
pone fuera de combate a buen número de trasegadores. Los que sobreviven
a las redadas continúan. También surgen nuevos miembros de esta
lucrativa empresa privada.

Regresé al otro día, más temprano, con un bolsón donde cabía
perfectamente una tina. Encontré al matrimonio sentado en el portal,
bajo una mata de mango.

-Hoy es feriado -me dijo el hombre- y mañana también.

No recordaba que era 26 de julio, día en que se conmemora el asalto al
cuartel Moncada. El ambiente festivo que se respiraba en Cuba los días
26 de julio se apagó esta vez. De todas formas si no se escuchaba el
discurso de Raúl, Granma, al otro día, dice lo que hay que hacer:
"Trabajar más y mejor. Buscar mayor eficiencia. Acabar con el marabú".

Después que pasaron los días feriados regresé a la casa. El hombre me
dijo que después del 26 de julio no habían llevado más helado. Al
preguntarle si podía regresar al otro día, se encogió de hombros.
Volví a la casa otra vez, no quería cejar en mi empeño. Me recibió el
hijo del matrimonio. Por señas me dijo que no había. Me insinuó que allí
jamás se habían vendido tinas de helados.

Cuba: En busca del helado perdido (5 August 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/agosto09/05_C_4.html

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