jueves, 6 de agosto de 2009

Cómo defender la democracia

Publicado el jueves, 08.06.09
Cómo defender la democracia
By DANIEL MORCATE

Cambios a las constituciones para buscar el poder indefinido. Cierre y censura de los medios de comunicación. Control político del sistema judicial. Elecciones fraudulentas. Satanización y persecución de opositores. Agitación de las bajas pasiones populares. Expropiaciones sistemáticas de empresas nacionales y extranjeras. Ayuda abierta o encubierta a narcoguerrillas y otros grupos subversivos en países vecinos. Complicidad y aliento al narcotráfico. Y ataques demagógicos contra Estados Unidos. Son algunos de los ingredientes esenciales con que se cocina la destrucción de la democracia en Venezuela y otras naciones de nuestro hemisferio, como Ecuador, Bolivia y Nicaragua, con la intención de reemplazarla con regímenes que lleguen a ser todo lo totalitarios que permitan sus azorados pueblos y las circunstancias. Inspirada por la tiranía más longeva en la historia de la región, Cuba, buena parte de Latinoamérica se plantea el futuro como regreso al oscuro pasado dictatorial. Y lo está logrando gracias a la complicidad de algunas democracias, como la española, y a la pasividad de otras, como la norteamericana.

Parte del problema estriba en una colosal falla de la imaginación política. Muchos demócratas simplemente son incapaces de imaginar que, en pleno siglo XXI, pueda tener éxito un asalto tan sistemático a las libertades de millones de latinoamericanos. Por eso prefieren creer que se trata de un ajuste de cuentas a viejas oligarquías y una reivindicación nacionalista frente a Estados Unidos y Europa. Como buenos sicólogos populares, los caudillos emergentes calan bien este fracaso de la imaginación y lo explotan en sus diatribas populistas. Ponen la ingenuidad de los demócratas literalmente al servicio de sus ambiciones totalitarias. Y echan mano a un estridente discurso de la liberación (de los pobres, de los indígenas) para imponer mejor la esclavitud a quienes fingen liberar.

A primera vista, los gobiernos democráticos parecen en desventaja ante los neototalitarios porque carecen de ideología. La democracia es por antonomasia la ausencia de ideología, como explicara Jean-François Revel en Cómo terminan las democracias, obra que deberían leer todos los latinoamericanos. La ideología ofusca a las masas y facilita su manipulación. Pero los demócratas pueden reaccionar con una defensa enérgica y audaz de sus valores y de las instituciones que garantizan la convivencia civilizada. ¿Qué deberían hacer concretamente?

De entrada deberían rechazar las pretensiones geopolíticas de los caudillos emergentes como, por ejemplo, la restitución incondicional en la presidencia de Honduras de Miguel Zelaya. A Zelaya lo destituyeron en un impresentable golpe de estado. Pero su merecida restitución debería condicionarse a que él a su vez se comprometa a respetar las reglas democráticas que lo llevaron a la presidencia y que había comenzado a violar para adueñarse del poder. Los demócratas deberían rechazar también la pretensión de los neototalitarios de que Colombia, país al que tienen política y militarmente en la mirilla, no se refuerce con tropas norteamericanas. Esas tropas serían un garante oportuno de la asediada democracia colombiana, como lo han sido históricamente en muchas naciones.

as democracias deberían asimismo denunciar con firmeza ante el mundo cada agresión que les inflijan los neototalitarios, como el apoyo desfachatado que los gobiernos de Hugo Chávez y Rafael Correa han brindado a las FARC. Las drogas que financian a esa narcoguerrilla colombiana afectan principalmente a norteamericanos y europeos. Pero los gobiernos de Estados Unidos y Europa han optado por ignorar la agresión, como si no tuvieran el deber de proteger de ella a sus ciudadanos. Las democracias deberían alentar a los sectores democráticos que, con enormes sacrificios, ofrecen resistencia en los países sometidos. Y nunca deberían resignarse a la coexistencia con los caudillos, como si su presencia fuera un accidente inevitable de la historia.

DANIEL MORCATE: Cómo defender la democracia - Opinión - El Nuevo Herald (6 August 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/512690.html

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