Secretos del secretismo
REINALDO ESCOBAR, La Habana | 16/04/2017
El término secretismo, para aludir a la ausencia o la demora de ciertas
informaciones de interés público en los medios oficiales cubanos, empezó
a usarse primero entre los críticos del sistema, hasta llegar a los
discursos de los más altos funcionarios del Gobierno.
La lista de aquello que los medios oficiales nunca han informado, o solo
reportaron con una inexplicable tardanza, merece un estudio minucioso,
que además de llenar miles de páginas, serviría para entender mejor la
más reciente historia del país.
Entre los cabezales para organizar la relación de lo omitido habría que
incluir muertes, destituciones, deserciones, fracasos económicos,
derrotas militares, fiascos diplomáticos, graves daños a la naturaleza,
consecuencias de errores cometidos e incluso datos sobre el índice de
suicidios, divorcios o emigración, referencias a la deuda del país o al
decrecimiento del Producto Interno Bruto. Todo eso y más ha caído en ese
agujero negro de la desinformación.
La tentación de poner algunos ejemplos llevaría a mencionar entre otras
perlas la reubicación forzosa de campesinos del Escambray en los años
60, los desastrosos efectos del capricho de producir 10 millones de
toneladas de azúcar en 1970, el descalabro de la operación militar en
Granada en 1983, las consecuencias que trajo la epidemia de polineuritis
en los años más difíciles del Período Especial y más recientemente las
causas clínicas de la muerte de Fidel Castro.
La respuesta que frecuentemente se ha dado ante la crítica al secretismo
ha oscilado desde la más tenaz justificación, fundamentada en ser un
país amenazado por la más poderosa potencia del mundo, hasta el manido
pretexto de echarle la culpa a los cuadros intermedios.
Ha sido así desde los tiempos en los que el ideólogo del Partido, Carlos
Aldana, pontificaba sobre la necesidad de contar con "un periodismo
crítico, militante y creador", hasta nuestros días en que el propio Raúl
Castro aconseja ante el parlamento: "Es preciso poner sobre la mesa toda
la información y los argumentos que fundamentan cada decisión y de paso,
suprimir el exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50
años de cerco enemigo".
Estos alardes autocríticos han tenido la peculiaridad de manifestarse de
forma cíclica, lo que ha dado la permanente impresión de estar en
vísperas de una apertura siempre tímida e incompleta. El gremio
periodístico ha sido quizás el más victimizado con estas frecuentes
promesas, hechas en Congresos de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec)
o en encuentros informales con la prensa.
Cuando parece que "ahora sí vamos a acabar con el secretismo" se
incumple la promesa de promulgar una nueva ley electoral, desaparece el
jefe de la comisión de implementación de los lineamientos del Partido o
se suspende la venta de gasolina especial sin que ningún medio de prensa
oficial se atreva a reseñar o comentar lo sucedido.
Incluso, el eufemismo de usar la palabra "secretismo" para referirse a
lo que en rigor se llama censura, solo sirve para encubrir lo que
supuestamente se desvela. Es un crimen de lesa lingüística cuyo
resultado radica en mantener en la oscuridad lo que en apariencias se
ilumina.
Source: Secretos del secretismo -
http://www.14ymedio.com/blogs/desde_aqui/Secretos-secretismo_7_2200649914.html
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