Represión sin maquillaje
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 10 de Abril de 2017 - 07:08 CEST.
Las autoridades se han sacado de la manga el Artículo 149 del Código Penal:
"El que, con ánimo de lucro u otro fin malicioso, o causando daño o
perjuicio a otro, realice actos propios de una profesión para suyo
ejercicio no está debidamente habilitado, incurre en sanción de
privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a
trescientas cuotas o ambas."
Nada menos que para impedir el libre ejercicio del periodismo o lo que
es lo mismo, el libre ejercicio de la denuncia, la queja, la demanda
ciudadana y en último término, la libertad de decir cada cual lo que le
dé la gana mientras no incurra en actos de desacato previstos en el
Artículo 144 del propio cuerpo legal.
Si vamos a verlo en términos legales, el ejercicio de la profesión de
periodismo no está sujeto a la obligatoriedad de un título universitario
otorgado por la correspondiente facultad de una universidad cubana. No
existe en la legislación nacional una disposición que así lo determine y
de existir, sería una disposición apócrifa, lo cual no es el caso del
ejercicio de la medicina o el derecho, por solo citar estas dos
especialidades.
De los periodistas actualmente en ejercicio en la prensa del país, son
múltiples los ejemplos de profesionales que no han obtenido un título en
ninguna universidad y son total o parcialmente empíricos. Lo mismo
ocurre con los más reconocidos profesionales cubanos de la pluma de
épocas recientes o remotas: José Martí, Juan Gualberto Gómez, Guido
García Inclán, Rubén Martínez Villena, José Zacarías Tallet, Jorge
Mañach y hasta el mismo Fidel Castro, aunque tal vez no cobrara por
ello, publicó durante mucho tiempo sus reflexiones-bodrios en el
periódico Granma.
Qué decir de premios Nobel o Pulitzer como Ernest Hemingway y Gabriel
García Márquez u otros como John Reed y Julius Fucik.
Ninguno de los mencionados recibió jamás un título que acreditara su
condición de periodista, y todos cobraban sus contribuciones, aunque no
formaran parte de la plantilla oficial de ningún órgano de prensa.
Los periodistas independientes cubanos no son diferentes a aquellos y
tienen los mismos derechos a expresar su opinión sobre su país, el
gobierno, la sociedad en general, el deporte, la economía, la corrupción
generalizada. Ya lo dijo Martí, "Libertad es el derecho que tiene todo
hombre a decir lo que piensa, y a que se le escuche". Aunque a los
gobernantes les incomode.
En el caso de muchos de estos periodistas independientes, gozan de una
preparación que no tuvieron en su inicio profesional muchos de los más
reconocidos periodistas que hoy llenan las páginas de los diarios del
mundo. Los cursos a distancia impartidos, por ejemplo, por la
Universidad Internacional de la Florida, califican a estos nuevos
profesionales de la prensa cubana, que en su mayoría escriben mejor y
dicen cosas más interesantes y veraces que los pagados por el Gobierno
para defender los intereses de un grupúsculo de gerócratas.
Uno de los graduados de estos cursos de la FIU, y no precisamente de los
más brillantes, Carlos Serpa Maceira, fue reclutado a medio camino por
la contrainteligencia cubana y en estos momentos es un periodista
reconocido, miembro de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC),
corresponsal de la prensa radial.
Coartar el libre ejercicio de la prensa es consustancial a las
dictaduras y no debe ser causa de asombro para nadie que ocurran
detenciones arbitrarias de periodistas. Está en la naturaleza del
Gobierno y del Partido Comunista cubano reprimir a los que se atreven a
denunciarlos, de modo que en el futuro quizás aumenten las detenciones y
otras medidas intimidatorias.
Lo de la pretendida "usurpación de capacidad legal" no es sino una
justificación que a fin de cuentas la policía política no necesita para
encarcelar, golpear, confiscar propiedades y amenazar a los ciudadanos
que a pesar del terror ya son libres dentro de esta gran prisión en que
el castro-comunismo ha convertido nuestra patria.
En la historia de la Cuba colonial son múltiples los casos de
periodistas encarcelados o desterrados por expresar sus ideas. No hay
diferencias entre el despotismo de la corona española y el despotismo
comunista, ambos sistemas están identificados en la voluntad de no
cambiar, aunque corran el riesgo de perderlo todo.
La aplicación del artículo 149 del Código Penal a los periodistas
independientes es otra salvajada del Gobierno en su pataleo contra lo
inevitable.
Source: Represión sin maquillaje | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1491030355_30078.html
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