Las fuerzas armadas de Cuba, los verdaderos señores económicos de la isla
El ejército gestiona una red de empresas e instituciones que le permiten
ser autosuficiente independientemente de las crisis exteriores. Se
estima que controlan más de 57 compañías
TAGSCUBARAÚL CASTRO
TIEMPO DE LECTURA 9 min
17.04.2017 – 05:00 H.
Si un ciudadano extranjero intenta tomar fotografías o videos de una de
las tiendas recaudadoras de divisas en Cuba -conocidas como 'shoppings'
por los lugareños-, se le llamará discretamente la atención. Si el
implicado es un cubano, la respuesta puede no ser tan condescendiente.
Por obra y gracia de una disposición administrativa, a estos
establecimientos se les considera "unidades militares". Una de tantas
peculiaridades que origina la organización política y económica de la
isla, conformada por el poder que ejercen los militares sobre
prácticamente todos los ámbitos de su sociedad.
Puede ser muy peligroso poner en entredicho tal orden de cosas, porque
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior
(Minint) conforman el núcleo duro del sistema: de sus filas proceden 7
de los 17 miembros del Buró Político (el máximo órgano del Partido
Comunista, y en consecuencia, del poder real). Incluso las facultades
del presidente del país, cuyo cargo se conoce oficialmente como
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, están por debajo de
las que posee el Primer Secretario del Partido, quien cimienta buena
parte de su poder en el hecho de encabezar además el Consejo de Defensa
Nacional.
Las circunstancias se prestan casi "de oficio" para innumerables
desencuentros, algunos de corte kafkiano. A finales de 2016 el diario de
una de las principales ciudades de la isla recogía la historia de un
lector que había sufrido agresiones por parte de una dependienta, tras
haber intentado fotografiar varios adornos navideños. Su objetivo era
mostrárselos a su suegra y que esta decidiera cuáles prefería comprar.
Para el gerente local de la cadena Cimex, responsable de la tienda, se
había actuado según lo establecido, pues existen "regulaciones internas
que incluyen este particular sobre la toma de fotografías y filmaciones
de vídeos al azar". Su justificación no podría resultar más peregrina:
"En un momento determinado esas acciones pueden debilitar la seguridad o
el control interno".
Gaesa es el nombre se agrupa una intrincada red de compañías y otras
instituciones similares que -al menos de forma nominal- se subordinan a
las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Desde allí, y a través de la
Secretaría del Ministro, establecen sus vínculos con la presidencia del
país y –muy en segundo plano– con la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La salvedad no resulta superflua. Como detalla el sitio ForesihgtCuba,
especializado en análisis estadísticos acerca de la isla: "Ninguna de
estas empresas presenta ningún tipo de información sobre sus ingresos,
ganancias, impuestos pagados, estado de cuentas, ni el nombre de sus
directores ejecutivos, ni hace licitación pública para ninguno de sus
cargos". Aun más, para el común de los ciudadanos, Gaesa (el Grupo de
Administración Empresarial, Sociedad Anónima) es un nombre completamente
desconocido, a pesar de que domina "hoteles, marinas, agencias de rentas
de autos, la red nacional de gasolineras, la Zona Especial de Desarrollo
Mariel, Habaguanex, entre otras", enumera una publicación opositora al
gobierno.
La agencia estadounidense Bloomberg va incluso más allá, De acuerdo con
un estudio publicado en 2015, los militares "controlan al menos 57
compañías y sus ramificaciones, y entre el 50% y el 80% de la
recaudación empresarial en Cuba". Toda la operación funciona bajo un
denso manto de silencio, que se extiende hasta las propias oficinas
centrales de la institución, ubicadas en la antigua jefatura de la
Marina de Guerra, en pleno centro histórico de la ciudad de La Habana.
Para no perder la costumbre, también está terminantemente prohibido
fotografiarlas.
El origen: la 'Perestroika tropical'
Los orígenes de Gaesa se remontan a mediados de la década de 1980,
cuando después del tercer congreso del Partido Comunista, Fidel Castro
lanzó la campaña de "Rectificación de Errores y Tendencias Negativas",
una versión tropical de la Perestroika. En lo económico el proceso se
caracterizó por una primera –y muy limitada– ley de inversión
extranjera, por la búsqueda de mercados que sustituyeran a los de la
cada vez más caótica Europa del Este, y por la creación de una
estructura que asumiera los gastos de la defensa y encontrara vías
"alternativas" para evitar el embargo de los Estados Unidos.
"Al comienzo se trató de empresas inscritas en naciones como Panamá, con
una política fiscal tolerante y sin vínculos demasiado públicos con
nosotros. A través de ellas se exportaban tabacos, ron y otros productos
de alto valor y fácil venta entre clientes capitalistas; en sentido
contrario traíamos a Cuba medicamentos y tecnologías que no podían
conseguirse en el Campo Socialista. El problema estuvo en que muchas
transacciones debían hacerse en la clandestinidad y con grandes sumas de
efectivo para sortear la persecución norteamericana. Esas condiciones
permitieron concretar unos cuantos buenos negocios, pero también fueron
caldo de cultivo para que a algunos se les despertara el 'bichito' de la
ambición y cometieran errores que terminaron costando muy caro", explica
un funcionario del Ministerio de Comercio Exterior.
Los fusilamientos de un grupo de altos oficiales y el encarcelamiento de
otros, tras un dramático proceso judicial desarrollado durante el verano
de 1989, marcaron el final de la ingenuidad que caracterizó a los
"alegres años 80", la década de mayor bonanza vivida bajo la Revolución.
Antes de terminar vinculándose al narcotráfico, la mayoría de los
encartados había tomado parte en esas transacciones paralelas y se había
acostumbrado a disponer de grandes sumas de dinero amparados en su
"confiabilidad". Ninguna dependencia del gobierno recibía balances de su
labor, bajo el supuesto de preservar el secreto que demandaba el caso.
La isla antillana sigue siendo una enorme oportunidad de negocio, y
España parte en posición de ventaja frente a otros países. Pero hay que
conocer las reglas para no morir en el intento
El tiempo transcurrido no ha cambiado aquel orden de cosas. "Poco se
sabe dentro de la isla sobre los negocios del estado cubano en el
extranjero, pero el economista Omar Everleny Villanueva ha referido la
existencia de 'más de 100 entidades con participación de capital cubano,
constituidas como empresas mixtas o como sucursales de entidades
radicadas en la Isla'", apunta Diario de Cuba, una publicación editada
en los Estados Unidos. Aprovechando las facilidades brindadas por
paraísos fiscales de la cuenca del Caribe, esas compañías desarrollan su
labor en sectores como la "construcción, la agricultura, el transporte,
alimentación, medicina, minería, finanzas y la ciencia". Muchas se
vieron expuestas por el escándalo de los Papeles de Panamá.
Hacia el interior de la isla Gaesa sigue el esquema clásico de un
holding corporativo. Todas sus decisiones quedan "en familia", pues el
consejo director es presidido por el general de brigada Luis Alberto
Rodríguez López-Callejas, exyerno del presidente Raúl Castro y hermano
desde la infancia del coronel Alejandro Castro Espín (el jefe de la
Comisión de Defensa y Seguridad Nacional). En caso de que deba tomarse
alguna decisión que trascienda los marcos de su competencia, el propio
Raúl, desde sus facultades omnímodas, puede viabilizar el asunto.
Para la dirección de cada una de las dependencias también se privilegia
a los antiguos oficiales, señala el periodista Fidel Gómez Sosa. "Son
múltiples los ejemplos de mandos militares transformados en empresarios:
el general de brigada Luis Pérez Róspide, antiguo director de la
Industria Militar, preside el Grupo Gaviota; el coronel Héctor Oroza
dirige el monopolio corporativo de importación y exportación (Cimex),
donde actúa como asesor el antiguo jefe de los servicios militares de
Inteligencia, el general de división retirado Fabián Escalante".
Gestión estilo militar
"El trato con los militares es más difícil que con los civiles, pero son
los que mandan en Cuba", reconocía hace algún tiempo un ejecutivo
español de visita en la Península. Basta repasar el listado de compañías
que integran el consorcio para comprobar lo acertado de sus palabras.
Pongamos por ejemplo el sector turístico, el más pujante de la economía
local y principal destino de las inversiones hispanas. Si se pretende
operar hoteles ya construidos, el empresario deberá establecer vínculos
con cadenas como Islazul, Cubanacán o Gran Caribe; si busca abrirse
camino en polos en desarrollo, sus negocios tendrán como contraparte
ineludible a la Unión de Construcciones Militares y a todo un rosario de
entidades que en mayor o menor medida se subordinan a la cúpula
castrense. El entramado de relaciones y dependencias abarca también los
ámbitos que persisten en su condición "civil".
Las implicaciones del hecho trascienden lo económico. Para conseguir
trabajo en el turismo o en algunas de las tiendas recaudadoras de
divisas es necesario cumplir un riguroso proceso de comprobaciones que
en muchos aspectos reedita al que son objeto los combatientes en activo;
además, una vez "dentro del sistema", los trabajadores están sujetos a
diversos aspectos de la legislación de los cuerpos armados, que en
primer lugar prohíbe cualquier manifestación o actitud "que no esté
acorde con los principios de la Revolución".
En 2017 habrá comicios locales y para elegir a los diputados del
Parlamento. Cualquier candidato puede presentarse, pero esto no ha sido
aprovechado por los opositores al régimen
Yamilé, una arquitecta con casi diez años de experiencia, pudo apreciar
las características de ese modelo de gestión cuando en 2013 la empresa
en la que trabajaba se integró a Almest, la inmobiliaria de Gaesa. "Lo
primero que hicieron fue mandarnos a un coronel que solo sabía tratar
con guardias y 'ladrarle' a la gente. Nada más tomar posesión, a ese
personaje se le ocurrió la peregrina ideal de cambiar los sistemas de
pago (para pagar menos, como es lógico) y prohibir que los especialistas
siguiéramos yendo a cursos en el exterior. En menos de tres meses le
pidieron la baja la mitad de los trabajadores. Lo mejor de la historia
es que al poco tiempo lo promovieron para premiar sus "buenos resultados".
"Se hace evidente que los militares disponen de una economía propia
mucho más allá de los requerimientos de sus tareas profesionales de
seguridad nacional", consideraba en agosto pasado el analista Arturo
López-Levy, en declaraciones al diario Clarín. Por entonces acababan de
producirse los traspasos a Gaesa del Banco Financiero Internacional (la
principal entidad de su tipo para la gestión de divisas) y Habaguanex
(la gigantesca corporación gestionada por la Oficina del Historiador de
La Habana). El Grupo "está invirtiendo sabiamente en las áreas
económicas más internacionales y lucrativas", opina a su vez el experto
estadounidense Richard Feinberg, funcionario durante la administración
de William Clinton y profesor de política internacional en la
Universidad de California en San Diego. "Unas fuerzas armadas bien
ubicadas no temerán el futuro. Por el contrario, probablemente apoyarán
las reformas económicas visionarias que volverán a Cuba más eficiente y
competitiva", agrega.
Aunque trascienden los límites del optimismo racional, sus valoraciones
sirven para perfilar uno de los escenarios más posibles en el futuro
cercano. Cuesta creer que la élite militar pueda algún día favorecer la
apertura, pero sin duda ha decidido montarse en el carro de las
reformas... económicas, por supuesto.
Source: Las fuerzas armadas de Cuba, los verdaderos señores económicos
de la isla. Noticias de Mundo -
http://www.elconfidencial.com/mundo/2017-04-17/cuba-ejercito-dominio-economico_1364809/
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