martes, 25 de abril de 2017

La impiedad comunista

La impiedad comunista
Si revisamos algunas de las ediciones de Granma, veremos cómo invierte
descaradamente el desarrollo de determinados sucesos
Félix Luis Viera, Miami | 25/04/2017 9:48 am

Las protestas que se han llevado a cabo en Venezuela desde principios de
abril y en las que hasta hoy han muerto 21 personas y cientos han
resultado detenidas o heridas, no tienen propiamente un matiz ideológico.
Cada vez será más raro el sufragio o la toma de posiciones en virtud de
una ideología determinada; y mucho menos cuando esta tiene sus
basamentos en los conceptos patria, o sacrificio a cambio de porvenires
luminosos, o himnos o banderas.
Es decir, en el caso de Venezuela, si bien ha sido la dirigencia de la
oposición quien ha convocado para las manifestaciones contra el régimen,
los protestantes en su mayoría salen a la calle para reclamar un mejor
estado de cosas: que cese el hambre generalizada de modo que ya no sea
necesario que tantos venezolanos aun anden hurgando en los tachos de
basura en busca de desperdicios para alimentarse; que reaparezcan los
medicamentos de modo que no continúen muriendo personas —incluidos
niños— por la carencia de estos; que no sea menester consumir largas
filas —que requieren horas y más horas— para obtener productos de
primera necesidad a precios estratosféricos como consecuencia de una
inflación récord y la baja en la productividad en todos los sectores; y
que disminuya el alto índice de criminalidad y por consiguiente el
desamparo en que viven tantos ciudadanos; entre otros factores.
En las pasadas elecciones legislativas, el oficialismo fue derrotado por
doble cantidad: 112 escaños para la oposición, 55 para el chavismo.
Lo anterior daba poderes extraordinarios a la Asamblea Nacional, que aun
en caso de resultar necesario, podría revocar al ejecutivo.
El chavismo —sabedor además de que según varias encuestas 7 de cada 10
venezolanos rechazan al régimen— respondió poniendo a sus secuaces en el
Tribunal Supremo de Justicia y así, como era de esperar, ninguno de los
acuerdos de la Asamblea de mayoría opositora ha ido adelante.
Los que éramos púberes o adolescentes cuando triunfó la Revolución
cubana, solo tuvimos información acerca de la impiedad del comunismo en
el poder cuando visitamos determinados países o cuando, en casos
excepcionales, conseguimos información al respecto aun estando en la
Isla. O sea, solo entonces supimos que Vladimir Ilich Lenin y sus
continuadores han sido unos asesinos —adictos, se podría decir—. Y nos
enteramos asimismo de la crueldad ejercida por el castrismo en nuestra Isla.
Así hoy, en cierto modo y en buena medida, vemos cómo se ha forjado en
Venezuela una réplica de la inclemencia comunista. Lo cual se manifiesta
sobre todo en el odio mortal a todo el que no piense o se manifieste en
favor del chavismo. Es decir, se convoca a un gobierno que únicamente
reconoce como ciudadanos, patriotas y todo lo demás, al ciento por
ciento, a quienes comulguen incondicionalmente con el oficialismo.
Por otra parte, se caracterizan los comunistas —y buena porción de la
izquierda en general— por su vulgaridad, su indecencia, matizada
adecuadamente con una notable cuota de crueldad. Sirva este ejemplo. En
días pasados, durante las protestas en Caracas, un hombre, desnudo y
llevando en las manos un ejemplar de la Biblia, enfrentó a la Guardia
Nacional y específicamente a una tanqueta antimotines.
El mandatario Nicolás Maduro se burló en público de este hombre mediante
alusiones de suma obscenidad dignas de una magnífica vieja de barrio. Es
decir, lo que apuntábamos: la crueldad y la vulgaridad que los caracterizan.
Acerca de las protestas en el país sudamericano, da asco la manera en
que miente el diario Granma (como toda la prensa autorizada en Cuba, en
la nómina salarial del Gobierno). Si revisamos algunas de sus ediciones,
veremos cómo invierte descaradamente el desarrollo de determinados sucesos.
A la hora de redactar estas líneas, continúan las manifestaciones contra
el régimen de Nicolás Maduro, y si nos asomamos a las informaciones
podemos comprobar algo muy lamentable que ya conocemos desde hace siglos
se podría decir: los esbirros no hay que importarlos, se hallan en la
nación que requiera su advenimiento. Es decir, la Guardia Nacional
Bolivariana —últimamente adiestrada por el Ejército de manera especial
para reprimir manifestaciones— cumple con el papel que le ordenan:
toletes, bombas de gas lacrimógeno, fuego con perdigones contra sus
propios compatriotas que, en definitiva, representan a la mayoría de los
ciudadanos.
Esperemos.

Source: La impiedad comunista - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-impiedad-comunista-329201

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