Semillas son claves para mejorar producción de frijoles en Cuba
Por Ivet González
LA HABANA, 23 ene 2017 (IPS) - "Hay que tener buenas y variadas semillas
para probar cuál se adapta mejor en cada suelo", asegura el productor
Rubén Torres, que en su finca en el centro de Cuba obtiene de forma
orgánica cada año alrededor de 1,6 toneladas de frijoles entre otros
alimentos.
La importancia que atribuye el campesino, de 71 años, a la semilla para
que el agro logre cubrir la demanda local de la legumbre coincide con la
valoración de investigadores consultados por IPS, que proponen
incentivar el mejoramiento genético y la explotación en los campos de
otros tipos de leguminosas.
Después de dos décadas de selección, Torres cultiva para vender cuatro
variedades de frijol negro, otras tantas de rojo y una de blanco. "Y
tengo en varios surcos otros ocho cultivares (variedades) para el
consumo familiar y la realización de investigaciones científicas",
detalló a IPS.
Enclavada en una zona ganadera en la periferia de la ciudad de Santa
Clara, a 268 kilómetros al este de La Habana, la parcela de Torres
resulta singular porque destina la mayoría de sus 17 hectáreas al
cultivo de frijol y arroz, los dos rubros básicos en la dieta de los
11,2 millones de habitantes de esta nación del Caribe insular.
Baños de Marrero, como se llama la finca familiar, está cubierta además
por aguacateros, cocoteros y sembradíos de maíz y tomates. Otros
espacios son cubiertos por semilleros y algunos grandes repositorios
urgidos de reparación, donde Torres produce 20 toneladas de fertilizante
ecológico a partir del humus de lombriz.
"Los campesinos van a sembrar y muchas veces no tienen semilla. Por eso
siempre regalo de las mías a quien las necesita. Sin una semilla de
calidad, no se triunfa", afirmó este participante en el Programa de
Innovación Agropecuaria Local (PIAL), que desde 2000 promueve el
empoderamiento campesino en 45 de los 168 municipios del país.
A su juicio, "existe una empresa estatal que vende semillas pero para
obtener buenas de verdad debe garantizarlas el propio campesino".
Con apoyo de la cooperación suiza y la coordinación del estatal
Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, el PIAL comenzó enseñándoles a
familias campesinas del occidente cubano a obtener y seleccionar sus
propias semillas y se expandió hasta promover hoy la participación
femenina y juvenil en la rama agropecuaria.
"Realmente sin semillas de alta calidad, no se pueden lograr avances en
la productividad", indicó a IPS el agrónomo Tomás Shagarodsky, sobre un
aspecto clave para elevar los rendimientos del frijol, el tipo de
legumbre que más se cosecha en Cuba aunque existe potencial para
producir muchas más.
Como parte de las reformas en la agricultura, el sector incentivó en
2008 el cultivo del frijol en busca de incrementar la superficie
dedicada a su explotación en las diversas formas productivas, que son
granjas estatales, cooperativas y pequeños productores privados.
Entre 2009 y 2014, el país sembró como promedio 126.650 hectáreas
anuales de la leguminosa, en las que obtuvo un promedio de 118.830
toneladas. En el pasado reciente como 1996, los campos frijoleros
cubrían apenas 38.000 hectáreas y rendían 9.000 toneladas al año.
Ahora, el Grupo Agroindustrial de Granos, perteneciente al Ministerio de
la Agricultura, persigue incrementar anualmente entre 15 y 20 por ciento
las producciones de frijol, en busca de cubrir las demandas de la
población y bajar los altos precios del alimento en los mercados de
oferta y demanda.
"Cuba tiene hoy cultivos extensivos de frijol pero no alcanza sus
potenciales de rendimiento", explicó Shagarodsky.
Para lograr mejores cosechas, precisó que el rubro debe solucionar
"problemas estructurales" como escasez de recursos, mano de obra,
equipamiento y trabas a las fuerzas productivas, y otros más complejos
relacionados con el cambio climático y la poca disponibilidad de agua.
En ese sentido, el agrónomo e investigador del estatal Instituto de
Investigaciones en Agricultura Tropical "Alejandro de Humboldt"
(Inifat), que continúa la labor de la primera institución científica de
la agricultura cubana, remarcó una debilidad sobre la que se habla poco.
"Hacen falta profesionales jóvenes dedicados al mejoramiento", apuntó,
en la sede patrimonial del Inifat, ubicada en el asentamiento de la
periferia capitalina de Santiago de las Vegas.
"Se ha reducido la base de mejora porque los mejoradores que hacían
estos trabajos se han jubilado, otros han muerto o se han ido", lamentó
Shagarodsky, entre las paredes despintadas y bajo los techos
deteriorados del centro. "Hay que cambiar eso y brindar salarios más
atractivos", propuso.
En colecciones vivas y cámaras refrigeradas, el Inifat conserva la mayor
cantidad de los recursos genéticos de Cuba. En su banco de germoplasma
guarda 3.250 accesiones de las 18.433 custodiadas en toda la red
nacional de instituciones con esta misión. Las leguminosas constituyen
46 por ciento de los recursos preservados por el Inifat.
La entidad resguarda 1.465 variedades de leguminosas, entre otras de
frijol, gandul (Cajanus cajan), maní, garbanzo, soya, lenteja, guisantes
y habichuelas (Phaseolus vulgaris), conocidas también como vainitas o
chauchas.
Por la relevancia de su trabajo, el Inifat fue la sede escogida en
diciembre para cerrar en este país caribeño las actividades por el Año
Internacional de las Legumbres, como fue declarado 2016 por la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO).
Theodor Friedrich, el representante en Cuba de la FAO, remarcó en ese
encuentro que las legumbres tributan en dos sentidos a la seguridad
alimentaria: tienen alto valor proteico y abonan de manera natural los
suelos con nitrógeno.
Recordó, además, que "la siembra de leguminosas es la única forma de
darle este elemento al suelo (nitrógeno) sin acudir al abono. Y tienen
importantes propiedades nutricionales", como cero colesterol y gluten,
alto contenido de hierro, cinc y de nutrientes.
Por esas y otras razones, la FAO apoya su cultivo en las provincias
occidentales de Pinar del Río y Artemisa, en un proyecto que hasta 2018
pretende fortalecer las capacidades locales para producir de forma
sostenible granos básicos biofortificados y adaptados al cambio
climático, entre ellos varios tipos de legumbres.
"Nosotros comemos todos los tipos, desde frijoles hasta garbanzos y
lentejas. Para el niño son muy importantes porque pertenecen a las
llamadas proteínas vegetales", contó a IPS la trabajadora por cuenta
propia Misalis Cobo, que vive sola con su hijo de seis años, en el
municipio capitalino de Cerro.
"Consumimos los frijoles de la cuota (cartilla de racionamiento) y las
otras las compro en los mercados y las tiendas", detalló la mujer de 37
años. "Yo puedo afrontar esas compras aunque son caras porque me rinden
mucho. Somos solo el niño y yo. Pero para las familias grandes y con
bajos recursos resultan caros", valoró.
Cada persona recibe una pequeña cuota mensual del grano a precios
subsidiados por la cartilla de racionamiento, pero para poner la mesa
durante todo el mes las familias deben comprar más frijoles y otras
legumbres en los mercados agropecuarios estatales, privados y tiendas de
alimentos importados.
Los precios oscilan entre 0,50 centavos de dólar hasta 1,20 dólares por
medio kilogramo de legumbres, en un país donde el salario promedio
equivale a 23 dólares mensuales en el sector estatal, el gran empleador
cubano.
Editado por Estrella Gutiérrez
Source: Semillas son claves para mejorar producción de frijoles en Cuba
| IPS Agencia de Noticias -
http://www.ipsnoticias.net/2017/01/semillas-son-claves-para-mejorar-produccion-de-frijoles-en-cuba/
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