lunes, 18 de julio de 2016

Socialismo libertario para la nueva Cuba?

¿Socialismo libertario para la nueva Cuba?
ALEXIS JARDINES

Salvo unos pocos devotos del marxismo, los cubanos no quieren más
socialismo y lo demuestran, ante todo, emigrando. Pero, no emigrando
hacia Corea del Norte, China o Venezuela, sino justo hacia aquellos
países donde precisamente el capitalismo ha alcanzado su mayor
esplendor. Si exceptuamos a los aproximadamente 700,000 militantes del
Partido Comunista (único), sigue habiendo en la isla 11 millones reacios
al sistema socialista, no importa si maquillado o travestido de
democracia. Se sabe también que en la intimidad hasta los más ortodoxos
se doblegan y que sus propios hijos se muestran tan refractarios a la
épica revolucionaria como a los dogmas marxistas.

Así, pues, la verdad es bien distinta de lo que enarbolan los
izquierdarios. Simplemente, un gran número de militantes de esos 700,000
tampoco quiere saber nada de socialismo. Lo mismo se hace extensivo a no
pocos empresarios y hasta militares. Del sector intelectual cabría
preguntar: ¿alguien ha tenido la curiosidad de contar las plumas que
defienden el proyecto socialista y/o revolucionario? Solo los que usted
ve por televisión o lee en la prensa oficialista. ¿Y qué decir del mundo
académico? Solo apoya el socialismo parte de los profesores que militan
en los núcleos del Partido de las universidades y esos estudiantes (que
siempre los hay) cuya inteligencia es inversamente proporcional al uso
de la verborrea marxista revolucionaria. La reciente re-designación
temporal de Abel Prieto como ministro de cultura apunta,
inequívocamente, a la soledad de la cúpula dirigente.

El izquierdario, que se declara enemigo del socialismo soviético, no
solo copia al dedillo las ideas del materialismo histórico renovado o
postestalinista, sino que también se apropia de sus recursos
argumentales sin medir las consecuencias. Por ejemplo, ese pertinaz
tildar a la Revolución cubana de socialismo burocrático con el propósito
de exonerar de responsabilidad al marxismo y al socialismo ―tal y como
hacían los soviéticos con su propio sistema― no parece advertir que en
los Estados Unidos de América hay más burocracia que en Cuba y todos los
países ex socialistas juntos. Sin embargo, el sistema funciona.

TAMBIÉN SOBRA ESE "OTRO" MARXISMO CON ROSTRO DE OVEJA, EL CUAL PRETENDE
QUE CUBA Y EL MUNDO ENTERO FUNCIONEN SEGÚN LAS PREDICCIONES TABERNARIAS
DE UN ALEMÁN DEL SIGLO XIX

El problema del socialismo cubano no es la burocracia, es la ideología.
Dicho de otro modo, el socialismo genera una burocracia consustancial no
a la economía propiamente –en cuyo caso estaría ligada a la
racionalización (en el sentido de Max Weber)– sino a la ideología, la
cual se encuentra intrínsecamente vinculada a la lealtad.
Consecuentemente, lo que sobra no es la burocracia, es el marxismo
institucionalizado a la manera de ideología de Estado y consagrado en la
Constitución de la República. Pero, también sobra ese "otro" marxismo
con rostro de oveja, el cual pretende que Cuba y el mundo entero
funcionen según las predicciones tabernarias de un alemán del siglo XIX.

A estas alturas, ponerle fin al trabajo asalariado y asentar el
funcionamiento de la sociedad sobre el culto al marxismo "verdadero", el
odio irracional al capital, al capitalismo y al capitalista, mientras se
disfruta parásitamente de sus logros y beneficios es –para usar una
palabra del propio Lenin– vergonzante.

El Socialismo del siglo XXI de la izquierda latinoamericana también
promete ser democrático y participativo como el que promueven hoy los
libertarios insulares. De manera que podemos desglosar esta falacia del
socialismo democrático y participativo del siguiente modo:

Socialismo del Siglo XXI (latinoamericano y de orientación populista)
hoy en bancarrota.

Socialismo de B. Sanders (norteamericano y de inspiración nórdica) hoy
en derrota electoral.

Socialismo Participativo y Democrático (cubano y de matriz soviética)
hoy carente de toda base social y con una membresía tan exigua que no
rebasa la docena.

La gran originalidad de la cepa criolla, como se ve, ha consistido en
invertir el orden de las palabras. Así, en lugar de socialismo
democrático y participativo (que es el populista latinoamericano y el de
B. Sanders) se auto titula socialismo participativo y democrático. ¡Qué
novedad!

Alguien ha escrito que capitalismo y democracia pueden coincidir, pero
no son sinónimos. Yo quisiera completar la idea aseverando que
socialismo y democracia (moderna) jamás coincidirán, porque son
antónimos. La imagen de un Estado de derecho donde reinen las libertades
individuales –y enfatizo esto último a riesgo de ser redundante– es
incompatible con el social-ismo. Del mismo modo que la libertad o es
individual o no es ninguna, así la democracia es refractaria al
socialismo, sea de Estado, comunero o participativo. La historia
conserva dos modelos de democracia: la esclavista y la capitalista. No
se conoce, en cambio, que en algún lugar del planeta haya existido eso
que llaman democracia socialista, a menos que sea la esclavista
reciclada, como pensaron Spencer y Martí.

Académico Distinguido en Instituto de Investigaciones Cubanas, en FIU

Source: ¿Socialismo libertario para la nueva Cuba? | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article89961757.html

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