Nuevamente el régimen cubano bordea el precipicio
El férreo control social y la narrativa delirante de Fidel, cargadas de
promesas, frenó el descontento popular. Raúl Castro, no tiene el carisma
ni la elocuencia de su hermano
Iván García.- La Habana
Especial.-
Cualquier vaticinio serio le ofrece muy pocas opciones al presidente
venezolano Nicolás Maduro. Es un lastre incómodo hasta para los
seguidores del chavismo.
Nadie mejor que el régimen de La Habana conoce las interioridades en el
Palacio de Miraflores. Es un mérito indiscutible de los hermanos Castro
haber conquistado Venezuela sin disparar un tiro.
Gracias al carisma de Fidel Castro y su relato ideológico, la isla
maneja las alcantarillas del poder en Venezuela. Por supuesto, los
informes de inteligencia que aterrizan en el escritorio del presidente
Raúl Castro detallan con precisión quirúrgica que el gobierno de Maduro
tiene sus días contados.
Y previsores como siempre, con esa capacidad casi genética que tiene la
autocracia cubana de sobrevivir a las tormentas políticas, buscan una
nueva puerta de salida.
Por segunda ocasión, el régimen de Castro bordea el precipicio. En las
dos ocasiones, la crisis para los dinosaurios de La Habana no ha sido
provocada por la insípida disidencia interna. La clave ha estado en el
petróleo y el dinero ajeno.
Los años soviéticos de Fidel Castro pasarán a los anales de las ciencias
políticas por la habilidad del barbudo de chupar como un vampiro los
subsidios del Cáucaso.
De una sentada, Castro despilfarró dos veces la cantidad de dinero
destinada por Estados Unidos al Plan Marshall para rescatar a Europa
después de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando el cheque en blanco del Kremlin concluyó, Cuba entró de golpe en
una crisis económica estacionaria que se extiende por veintisiete años y
tuvo su peor momento en los años 90.
Pero el férreo control social y la narrativa delirante de Fidel,
cargadas de promesas, fue un dique que frenó el descontento popular.
Raúl Castro, elegido a dedo, no tiene el carisma ni la elocuencia de su
hermano.
Aunque en el plano internacional Castro II ha cosechado lauros que jamás
soñó el viejo comandante: el restablecimiento de relaciones con Estados
Unidos, el enemigo número uno; condonaciones de la deuda externa y haber
logrado convertirse en un actor importante en la firma de un acuerdo de
paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia.
En lo económico, la isla no acaba de despegar. La Cuba de los 80, la de
su mejor etapa de bonanza económica, se diferencia de la Cuba actual.
Ahora entran más divisas por la exportación de servicios médicos, se
reciben más millones por concepto de remesas familiares, y ha aumentado
el turismo extranjero (y también el nacional por moneda dura).
Pero al igual que hace tres décadas, se sigue importando desde culeros
desechables hasta cepillos de diente y la agricultura no acaba de
despegar debido, entre otras causas, a mecanismos desfasados de control.
Se come lo que se puede y cuando se puede. Actualmente se destina entre
un 60 y un 90 por ciento del presupuesto familiar a la compra de
alimentos. La mayoría de la gente desayuna café sin leche y su futuro
sigue estando entre signos de interrogación.
Entonces la solución es emigrar. En los últimos veinte meses, 78.000
cubanos han abandonado su país de manera irregular. Otros 35.000 lo han
hecho legalmente, bajo el programa de reunificación familiar de Estados
Unidos.
Desde 2013, año en que el régimen implementó una nueva política
migratoria, el número de cubanos que huyen de la pobreza ya supera los
125.000 que durante la crisis migratoria de 1980 se fueron por el puerto
del Mariel.
Y el éxodo parece no detenerse, a pesar de las trabas y restricciones de
los países de la región. Pero en estos momentos el gran problema del
gobierno castrista es el caos venezolano.
Por no hacer correctamente sus deberes, la agricultura, la ganadería, la
pesca y la industria no produce lo suficiente para Cuba auto
abastecerse. El recorte de un 40 por ciento en las entregas de
combustible venezolano ha detonado las alarmas.
Para el Gobierno, que tiene información privilegiada sobre Venezuela, no
fue una sorpresa. Y el inconveniente puede ser aún mayor. De llegar la
oposición venezolana al poder, algo pudiera suceder en poco más de un
año, se cortaría la tubería de petróleo hacia la isla y el manejo de
algunos créditos en divisas donde Cuba obtenía pingües ganancias como
intermediarias de empresas venezolanas.
Cuando Raúl Castro mira el mapa político del continente no percibe
buenas noticias. Algunos de sus socios están pidiendo el agua por señas.
Dilma, en Brasil, lucha por escapar de un juicio político. A los
problemas económicos, a Rafael Correa, en Ecuador, se le sumó el
reciente terremoto. Y Evo Morales, en Bolivia, no podrá seguir
reenganchándose en el poder.
El ALBA, movimiento creado por Fidel Castro y Hugo Chávez por la unidad
latinoamericana, basado en el intercambio económico, precios justos y
hasta una moneda común, va camino del naufragio. China, Vietnam y Rusia,
aliados del régimen, jamás volverán a ofrecer cheques en blanco.
El auge actual de Cuba es más mediático que efectivo. Una especie de
parque jurásico a donde celebridades y turistas nostálgicos quieren
visitar el único reducto del comunismo en el Caribe antes de que se
contamine de capitalismo y lleguen cadenas estadounidenses de comida rápida.
¿Cuál es la opción que le queda al Gobierno cubano? Difícil de prever la
reacción de un grupo de ancianos, ex guerrilleros y fósiles de la Guerra
Fría. Su mentalidad de pandilla los puede impulsar a remar hacia delante
o atrincherarse.
Mientras mantengan el poder, aceptarán cualquier regla. Cuando se vean
amenazados, hibernarán. El tiempo para el núcleo duro de la autocracia
verde olivo está a su favor. Para resistir les quedan cinco o diez años,
luego que venga el diluvio.
La visita del presidente Barack Obama a La Habana fue un parteaguas. La
línea más conservadora ha salido vencedora. Pero los talibanes tienen un
complejo contexto por delante.
Maduro es un cadáver político. Apesta. Habrá que esperar quien gana las
elecciones de noviembre en Estados Unidos. De mantener la política de
Obama, Hillary sería un soplo de aire fresco. Trump es un basilisco
impredecible.
Los reformistas criollos lamentarán no haber aprovechado la mano tendida
de Obama. En un nuevo escenario, para establecer negocios y obtener
créditos de Estados Unidos, Cuba tendrá que hacer reformas de mayor calado.
De cualquier manera, habrá que esperar. Una cosa piensa un reportero y
otra los hermanos Castro.
Source: Nuevamente el régimen cubano bordea el precipicio :: Diario las
Americas :: Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3949956_nuevamente-el-regimen-cubano-bordea-el-precipicio.html
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