sábado, 16 de julio de 2016

Murillo, la carta marcada de Raúl Castro

Murillo, la carta marcada de Raúl Castro
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Julio 15, 2016

La salida de Marino Murillo como titular del Ministerio de Economía y
Planificación (MEP) abre la interrogante de si se trata de una caída en
desgracia o de un conteo de protección. Una nota oficial aseguró que el
funcionario se dedicará a la implementación de los lineamientos del
Partido Comunista y reconoció su trabajo como ministro. Los elogios
contrastan con los pésimos resultados que ha tenido la economía cubana
en el primer semestre del año y llevan a preguntarse si la remoción de
Murillo esconde en realidad una promoción.

Resulta obvio que se está produciendo una importante movida en las altas
esferas gubernamentales. La sustitución de la primera secretaria de la
Unión de Jóvenes Comunistas, el intempestivo reemplazo del ministro de
Cultura y la salida del titular de Educación Superior, han puesto en
guardia a todo el gabinete en un momento en que hasta los propios medios
oficiales hablan de "la crítica situación que vive el país".

Sin embargo, la "caída" de Murillo podría interpretarse también como una
estrategia para alejarlo de las culpas del desastre. ¿Qué tiene más
importancia: la gestión del Ministerio de Economía y Planificación o la
implementación de los lineamientos partidistas? En este último caso, la
separación de la cartera ministerial sería un manto de protección
lanzado sobre su figura por el propio Raúl Castro. Como si quisiera
hacer ver que "si la economía va mal no es culpa de Murillo".

¿Por qué habría que salvar a Murillo? La respuesta a esta pregunta nos
adelanta a finales de 2017,cuando ya habrá que tener claro los nombres
de quienes aparecerán en la candidatura de los cargos de presidente de
los Consejos de Estado y de Ministros, que Raúl Castro abandonará en
febrero de 2018 por haber agotado sus dos mandatos consecutivos.

Si finalmente el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel,
sustituye al general presidente, quedaría vacante de inmediato el
segundo escalón de esas responsabilidades. En pocos años más, ante la
inevitable desaparición física de la generación histórica, la menguada
cantera de cuadros, carente de experiencia en el poder y de prestigio
ante la población, tendrá que hacerse cargo de lo que necesariamente
será una transición.

Después de la limpieza en las altas esferas, ocurrida tras la toma de
posesión de Raúl Castro, cuando fueron separados de sus cargos Carlos
Lage Dávila, Felipe Pérez Roque y Carlos Valenciaga, entre otros
prometedores benjamines, la pregunta de quiénes sustituirán a los
actuales dirigentes se ha vuelto más difícil de responder.

Despedir hoy a Murillo por la puerta de atrás, sería perder una carta
irrecuperable que ha costado muchos años formar. Comparado con José
Ramón Machado Ventura, el exministro de Economía parece un reformista,
un político pragmático que ha hablado claramente de la necesidad de
producir riquezas y a quien nunca se le ha oído mencionar la emulación
socialista ni los resortes morales para impulsar la producción de bienes
materiales.

Murillo es una carta marcada, que ha llevado Raúl Castro bajo su manga
todos estos años y no va a desecharla por esa nimiedad de haber
incumplido en un 50% el crecimiento del producto interior bruto para
este año. El llamado zar de las reformas es el rostro que puede dar
confianza a los inversionistas extranjeros. Atrás han quedado los
tiempos en que los aspirantes al trono tenían que hacer gala de su
oratoria, de su fantasía para crear nuevas consignas o de su capacidad
histriónica para aparecer en los trabajos voluntarios.

Ricardo Cabrisas Ruiz, vicepresidente del Consejo de Ministros, ha sido
nombrado como sustituto de Marino Murillo en el MEP. El aval con que se
le presenta es haber puesto la cara ante los acreedores de medio mundo
para renegociar la deuda externa cubana. Ambos harán una buena pareja
para intentar salvar del naufragio una nación a la deriva.

Si Murillo y Cabrisas logran enrumbar la nave en una u otra dirección,
tendrán que conquistar a un pueblo descreído y convencer a los talibanes
con poder que no traicionarán el legado o hacerles ver que no queda más
remedio que empezarlo todo desde el principio.

Source: Murillo, la carta marcada de Raúl Castro -
http://www.14ymedio.com/opinion/Murillo-carta-marcada-Raul-Castro_0_2035596433.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario