Los exiliados cubanos de LaSalle atienden a 300 familias en Homestead
MARIO J. PENTÓN, Miami | Julio 23, 2016
José Medina llegó a Estados Unidos procedente de México siendo un
adolescente. Cruzar la frontera como indocumentado y alojarse en un
campamento para trabajadores South Dade, en Homestead, al sur de la
Florida, parecía asegurarle el camino al subempleo y a la pobreza. Hoy,
sin embargo, es sargento mayor en el Ejército estadounidense. Graduado
en administración de empresas por la Universidad Internacional de la
Florida (FIU), desde Alemania expresa su agradecimiento al Centro de
Artes y Oficios LaSalle, que en sus 25 años de existencia, y ha ayudado,
"a salir del montón de los anónimos a muchos jóvenes".
"Son tres generaciones las que han pasado por el Centro. Mis padres, mis
hermanos y ahora mis sobrinos. En LaSalle nos enseñaron a valorar las
oportunidades y después revertir lo aprendido en la comunidad", cuenta
el joven militar desde Europa.
Lo que comenzó como una actividad catequética, con fines exclusivamente
religiosos, terminó convirtiéndose en una institución educativa por la
que han pasado casi 5.000 alumnos desde su fundación y que ha invertido
más de un millón de dólares en la comunidad.
"En 1991, un grupo de jóvenes a los que nos proponíamos evangelizar nos
dijeron que necesitaban superarse. De esa forma iniciamos las clases de
inglés, que para ellos era vital, y algún que otro curso técnico.
Utilizábamos una ermita que destruyó el huracán Andrews, por lo que
tuvimos que plantearnos la cuestión en serio. A partir de entonces,
hicimos un compromiso de ayudar a los más necesitados", recuerda José
Manuel Dorado, el voluntario más veterano de la institución a quienes
todos profesan un respetuoso cariño.
Clases de computación, inglés, costura y cocina, y alfabetización en
ambos idiomas son algunas de las actividades en las que diariamente se
desarrollan decenas de niños y adultos en el centro.
Dorado explica que la influencia educativa que recibió como alumno de
las escuelas cristianas de LaSalle en Cuba le hizo preferir ese modelo
educativo para los hijos de los migrantes. "Muchos de los exalumnos de
las escuelas cristianas cubanas tuvimos que exiliarnos al llegar al
poder Fidel Castro, pero quedó marcado en nosotros la enseñanza que
recibimos y el compromiso con los más desatendidos", argumenta.
El campo South Dade , en Homestead es el hogar de más de 300 familias,
aproximadamente unas 3.000 personas. La población mayoritaria del
campo oscila entre 15 y 35 años. Muchos de los que residen allí llegaron
a Estados Unidos sin terminar sus estudios, huyendo de la violencia o el
hambre en sus países de origen. Una buena parte ni siquiera tiene
documentos, y trabaja en las granjas agropecuarias de los alrededores.
"Hace 20 años los mexicanos eran la mayoría. Hoy un grupo numeroso viene
de centroamérica y muy marcados por la inseguridad que allí se vive",
comenta Francisco Britz, un voluntario que imparte talleres deportivos
los fines de semana.
A la institución asisten diariamente guatemaltecos, salvadoreños,
cubanos, nicarag ü enses, puertorriqueños y mexicanos. El programa
educativo está concebido para, desde el respeto a sus raíces latinas,
aprender a convivir en una sociedad multicultural y multiétnica,
desarrollando la tolerancia y la complementariedad.
"Tenemos funcionando un after school (talleres de repaso) para
ayudarles a elevar el nivel educativo y los veranos funcionamos como un
summer camp (campamento)", dice Susana Sánchez, directora del centro. La
matrícula este año es de 278 estudiantes, la mayoría niños, pero también
algunos adultos de la comunidad.
"Nuestra meta es invitar a otros niños del campo para que junto a los
nuestros tengan una formación acelerada para mejorar su nivel de inglés.
La mayoría de los estudiantes, aunque nacieron en Estados Unidos, llevan
más de diez años en colegios y todavía no dominan bien el idioma",
agrega Sánchez, también de origen cubano, que lamenta que "las
oportunidades a las que se acceden en este país para ellos estén
vedadas porque tienen la importante barrera del lenguaje".
Para la directora no se trata de un simple trabajo, sino un proyecto de
vida. "El centro LaSalle es un lugar donde el educador se siente libre
de cumplir sus sueños, un espacio en el cual no tienes ataduras para
interactuar con los niños en el marco de la cercanía, creatividad y el
respeto. La clase es un instrumento donde crecemos juntos", explica.
"Creo que el valor agregado de nuestra labor es que nos adaptamos a los
ritmos de los estudiantes. En ocasiones tenemos matriculados a los
padres y a los hijos, porque hay muchas personas adultas que son
analfabetas. La emoción que se siente al enseñar a un adulto a leer y a
escribir no se puede describir con palabras".
LaSalle no solo se ocupa del aspecto académico sino que encauza
donaciones para los habitantes del campo. En un reciente estudio,
llamado Mapa de la brecha alimenticia 2016, del grupo Feeding South
Florida, queda en evidencia que alrededor de un millón de personas
padecen hambre en el sur de ese. De ellos, más de medio millón son
infantes. Según expertos, una de las razones para caer en la
"inseguridad alimentaria" es el incremento del 15% en el costo de cada
comida que se ha registrado en los últimos años.
"A los estudiantes se les brinda alimentos acorde a las donaciones que
vamos recibiendo. No contamos con ayuda del Gobierno, pero siempre
recibimos algo de diferentes ONG. Es providencial", dice Dorado, que se
desempeña además como tesorero.
El centro se sostiene a través de donaciones del trabajo de voluntarios.
Actualmente cuentan con dos maestros a tiempo completo y dos profesoras
de la Universidad Internacional de la Florida que acuden a dar formación
a los docentes. Un equipo de voluntarios también colabora en sus horas
libres.
"Hemos convertido la dificultad en oportunidad. Este es un nuevo modelo
de cooperación que recoge el fruto sembrado por el lasallismo en Cuba.
Es una obra llevada adelante exclusivamente con los antiguos alumnos,
pero con el apoyo de toda la familia lasaliana , explica el hermano
Marín Roche, provincial de los Hermanos de LaSalle en el sur de México.
"No hay nada más duro que la incertidumbre. Muchas de estas personas que
van al centro no saben si mañana serán deportados. Lo que la familia
lasallista intenta es dignificar la vida de estas personas,
especialmente los niños y ofrecerles una oportunidad de integración y de
progreso", añadió.
Source: Los exiliados cubanos de LaSalle atienden a 300 familias en
Homestead -
http://www.14ymedio.com/internacional/Cuba-cubanos-educacion-exilio-EEUU-Miami-Homestad-LaSalle_0_2040395941.html
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario