Paladines de la envoltura
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | Miami | 1 Jun 2016 - 9:17 am.
No le dejan pasar una a los malos patriotas. Están siempre a la caza de
cuanto desacierto de poca monta haya que denunciar. Son los heroicos
veteranos de las guerritas de los email, chisporroteando amor patrio e
iluminación espiritual por todos los poros. No en balde se
autoconsideran graciosamente la conciencia crítica de la sociedad cubana.
Si los publicistas de la cerveza Bucanero diseñan un cartel destinado,
más que a vender los valores de esa cerveza, a valerse de la hermosura y
sandunga de la mulata cubana, ellos desenvainan sus lenguas de flamígero
filo, resueltos a desfacer agravios y enderezar entuertos. No hay
postal, cartel o anuncio publicitario que no los movilice, sea contra
deslices racistas o sexistas, o en general contra lo que llaman "el
economicismo pragmático e inescrupuloso que va en busca de ganancias a
cualquier precio moral o cultural o incluso político e ideológico".
Son paladines de la envoltura. Y para estar orgullosos de sí mismos les
basta con desvelarse por la apariencia de las cosas, por lo que se
anuncia, no por el contenido.
Las mulatas (o las cubanas de cualquier color) son reprimidas con
violencia en las calles, por parte de la policía política, solo por
oponerse pacíficamente a los abusos y avasallamientos del poder, o a su
escandalosa inutilidad como Gobierno. Los negros subsisten obligados a
soportar en silencio (impuesto por el régimen) desde las exclusiones más
graves, como la postergación social y las desventajas económicas, hasta
(digamos) las más corrientes, como el acoso gratuito de los cuerpos
represivos. Los pobres, que también son negros en mayoría, yacen
enracimados en villas miserias y cuarterías, mientras los generalotes y
magnates del Comité Central, más su parentela y la recua de sus
protegidos, vacilan felices en las residencias que robaron al enemigo.
La corrupción oficial está erigiendo en Cuba un Estado mafioso. Y en
tanto, nuestros paladines de la envoltura pierden el sueño por unas
etiquetas y unos eslóganes.
Su última cruzada va contra el "mercantilismo inescrupuloso" de quienes,
dicen, convirtieron la bandera nacional en trapo de cocina. Funcionarios
menores, según su lógica, ya que las denuncias de estos iluminados son
como los muñequitos de la matiné, especialmente programadas para los
menores de la casa. Así y todo, es curioso que se demorasen en declarar
inadmisible el bayú que se trae el turismo con la bandera, y no solo en
"casos puntuales", como dicen ellos. Curioso también es que para notarlo
ellos debieran ir tan lejos, hasta el aeropuerto José Martí, ya que el
relajo está a la vista desde hace años en las shopping de la calle
Obispo o del Vedado, tal como lo han denunciado, mucho antes y más
seriamente que ellos, los reportes de nuestra prensa independiente.
No es que el asunto me inquiete mucho o poco. Ni que le otorgue
demasiada importancia a la indigesta veneración de los símbolos que
gustan profesar esos egregios, convertidos de pronto en
ultranacionalistas o en ultra-cualquier-cosa que les permita ir vadeando
el temporal sin necesidad de asumir el papel que más les gusta pero les
asusta, el de auténtica conciencia crítica de la sociedad cubana.
Pero ya que son como Dios los hizo (y hasta peores a veces), y ya que
viven creídos de que a base de palabras vacías pueden seguir pasando por
lo que no son, les conviene recordar algo del tan socorrido Maestro: "Si
la verdad falta a su voz, la palabra, como un vano cohete, caerá apagada
a tierra, en el silencio de la noche".
Aunque quizá no necesitemos ponernos tan graves. El asunto no lo
amerita. Yo por lo menos prefiero zanjarlo parafraseando al más jodedor
de los sentenciadores maestros cubanos, Eladio Secades. Así que aplico a
todos los intelectuales amanuenses de dictadores aquello de que el
número de las pifias que cometen guarda justa proporción con el de las
trompetillas que dejamos de tirarles.
Source: Paladines de la envoltura | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1464606725_22723.html
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