ALEJANDRO ARMENGOL: Partido por la derrota
Por décadas fue Fidel Castro el principal obstáculo al funcionamiento
normal del PCC
No han conseguido poner en práctica ni aun la cuarta parte de lo acordado
Mientras su hermano repartía cargos, Raúl Castro reparte negocios
ALEJANDRO ARMENGOL
Definido como la vanguardia revolucionaria de la sociedad cubana, el
Partido Comunista de Cuba (PCC) nunca ha desempeñado ese papel.
Por décadas fue Fidel Castro el principal obstáculo al funcionamiento
normal del PCC. Cuando no le quedó otra opción que pasar el mando a su
hermano, surgió la posibilidad de que Raúl quisiera cambiar esta
situación, aunque de forma paulatina y sin que estos cambios pusieran en
peligro la estructura de poder.
Ni siquiera ha ocurrido eso.
Más allá de los tan estudiados —por un rato— "Lineamientos"; los cambios
en la composición del Comité Central y el Buró Político, de los que se
habló y volvió a hablar —también por un rato—; y de la repetida
declaración de reforzar el papel del Partido, la transformación de
objetivos y alcance de esa estructura política ha sido muy limitada.
Quizá la distinción más importante es que ahora al menos se reconocen
algunas de estas limitaciones, aunque no se habla de fracaso y se "lucha
contra el derrotismo".
Tras la celebración del XIII Pleno del Comité Central del PCC, en
diciembre pasado, "que evaluó documentos bases para su VII Congreso" se
dio a conocer "que en estos cinco años se ha implementado el 21% de los
313 Lineamientos y se encuentra en proceso el 77 %", según Cubadebate.
Tantas cifras para tan pocos logros. No han conseguido poner en práctica
ni aun la cuarta parte de lo acordado. Tantos números romanos —recuerdo
de la época soviética— que piden a gritos una "actualización".
Sería más entretenido que el Partido cambiara los XIII y los VII por
otros de la "charada china". Y así poder decir que su último pleno
estuvo regido por el número del pavo real y que el próximo congreso se
anuncia bajo la cifra que representa al caracol.
No hay duda que dice mucho más el considerar que la reunión celebrada a
finales del 2015 fue simplemente un pavoneo, y que el encuentro de abril
se anuncia a marcha lenta, y con un rastro pegajoso y hasta repugnante:
que lo que se está ofreciendo es entretenimiento, dilación y pachorra.
Lo malo es que los números de la charada son 100: ¡Solavaya!
Una de las prioridades de Raúl Castro ha sido la creación de
instrumentos y estructuras que permitan la permanencia del régimen más
allá de la desaparición física de sus creadores. Lo que se traduce en
sustituir toda la cadena de mando unipersonal fidelista por una
jerarquía de allegados, y una distribución no de simples sinecuras, sino
de privilegios y entidades económicas que permitan a los que están al
frente una permanencia indefinida y hereditaria. Mientras su hermano
repartía cargos, él reparte negocios.
Fue Raúl quien dijo a finales del 2010 que "el VI Congreso del Partido
debe ser, por ley de la vida... el último de la mayoría de los que
integramos la generación histórica", refiriéndose a quienes derrocaron
al dictador Fulgencio Batista en 1959.
"El tiempo que nos queda es corto, la tarea gigantesca... pienso que
estamos en la obligación de aprovechar el peso de la autoridad moral que
poseemos ante el pueblo para dejar el rumbo trazado", agregó.
En poco más de dos meses habrá un evento similar, con promesa repetida y
cansona. No es posible predecir por cuánto tiempo la política podrá
seguir burlando a la biología, pero sí se puede afirmar que este año
será decisivo en Cuba, y que si la Plaza de la Revolución no aprovecha
la ventana abierta por la administración estadounidense actual, empeñará
no solo el futuro de la isla, una vez más, sino quizá también el de sus
descendientes. Esto último es su problema, el resto el de todos.
Escritor cubano radicado en Estados Unidos. Director editorial de
Cubaencuentro.com.
Source: ALEJANDRO ARMENGOL: Partido por la derrota | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article57382218.html
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