miércoles, 4 de noviembre de 2015

La burla de la historia

La burla de la historia
Ningún líder de la oposición pacífica ha pasado de ser mera imagen
anticastrista por carencia crónica de arrastre popular, afirma el autor
de este artículo
Arnaldo M. Fernández, Broward | 04/11/2015 12:56 pm

Let´s Cubans be Cubans (…) Give´em money
Filosofema anticastrista, 1963

Todos somos históricos, como decía Borges, pero cada cual a su manera y
a riesgo de ser castigado con resultados contraproducentes si no escucha
las lecciones de la historia. Tal y como advirtió Hegel, amén de poner
astutamente las pasiones humanas a su servicio, la historia se burla de
quienes rehúsan conocerla.
Tras los fracasos de las operaciones Zapata (1961) y Mangosta (1962), la
administración Kennedy adoptó la estrategia de "operaciones autónomas",
que consistía en financiar y asesorar a los grupos anticastristas
beligerantes, en particular aquellos comandados por Manuel Artime y
Manolo Ray e incluso Eloy Gutiérrez Menoyo.
La gente que sabía de eso, como Ted Shackley, jefe de la estación de la
CIA (JMWAVE) en Miami, calificaron aquella estrategia como "ejercicio
fútil [y] pérdida de tiempo", pero Bob Kennedy se había empeñado en que
había que hacer algo contra Castro aunque "we do not believe our actions
would bring him down"[1].
Semejante despropósito resistió la prueba del tiempo y campea hoy por
sus respetos en la oposición pacífica o cívica, que no acaba ni de
unirse contra el Gobierno ni de ganarse al pueblo, sino que anda de un
guirigay en otro —marchas, recogidas de firmas, llamados, mesas,
encuentros, viajes afuera—y de una rencilla interna en otra, tal y como
el jefe de operaciones paramilitares del Proyecto Cuba, coronel Jack
Hawkins, reportó tras el fiasco de Bahía de Cochinos: "political
bickering among Cuban exile groups"[2].

Recurva en comedia
En el contexto de ripiarse unos opositores con otros reaparece la
alternativa del "baño de sangre", que sin atenerse a la historia
formulan incluso quienes jamás aportarán una gota. En tiempos de guerra,
cuando muchos exiliados se armaban hasta los dientes y la gente se
alzaba dentro de la Isla, la inteligencia estadounidense dejó bien claro
que "todo impulso a la revuelta generalizada se inhibe por el miedo que
el aparato inspira y por la falta de liderazgo dinámico y de cualquier
expectativa de liberación en el futuro previsible"[3].
Para mejor proveer, la propia inteligencia estadounidense consideró, tal
como sucedería, que "el mero paso del tiempo favorece a Castro [y] no es
probable ni que la oposición política interna ni las dificultades
económicas provoquen el colapso del régimen"[4].
Así mismo la alternativa del plebiscito reaparece como petición al
gobierno dictatorial y sin mecanismo de presión alguna. La
Representación Cubana en el Exilio (RECE) nunca llegó a nada, pero su
fundador, Pepín Bosch, convocó a referendo al menos con arreglo a los
tiempos que corrían: entre los propios exiliados para elegir junta de
guerra, formar comité de recaudación de fondos y armar una fuerza de
liberación.
La jefatura de esta fuerza recayó sobre Erneido Oliva, lugarteniente de
la Brigada 2506, y afloraron enseguida las ilusiones: "Si su éxito puede
medirse por el respeto que impone en la comunidad de exiliados cubanos,
a menudo desgarrada por conflictos internos, los días de Castro están
contados"[5]. Estos días se tornaron incontables porque el éxito no se
mide por el respeto dentro de la bandería propia, sino por el logro de
objetivos en el juego estratégico de medio a fin.
Irónicamente, una ocurrencia de James Patchell, teniente coronel del
ejército de EEUU adscrito a las tareas de propaganda de la Operación
Mangosta, ilustra ejemplarmente qué pasa hoy en la oposición. Tras
descomponerse el Frente Revolucionario Democrático (FDR), Patchell
concibió un líder imaginario, alias Toro, Guajiro Duro o Gusano Amigo, a
quien se le atribuirían diversas acciones para llenar el vacío de
liderazgo y atenuar las rencillas entre exiliados hasta que una figura
de la resistencia interna ganara suficiente estatura y ocupara el lugar
de esta "anti-Castro image"[6]. Así como nunca emergió tal figura en la
oposición violenta, ningún líder de la oposición pacífica ha pasado de
ser mera imagen anticastrista por carencia crónica de arrastre popular.

Coda
Así, la historia se burla de quienes dan dinero a los cubanos para
dejarlos ser cubanos, como reza el filosofema[7]. No se aprendió nada de
la lección histórica que dio Jay Gleichauf, director de la primera
oficina de la CIA en Miami, sobre la rutina operativa con cubanos:
"Langley me ordenaba contactar a figuras con autoproclamada influencia
política, las cuales se jactaban de contar con sólido apoyo susceptible
de conversión en resistencia armada una vez que la CIA les diera luz
verde (léase dólares)"[8].
Cámbiese "armada" por cívica o pacífica y "CIA" por USAID, NED o
Departamento de Estado y cabrá la misma objeción contra los disidentes.
No porque reciban luz verde, ya que no es posible hacer política sin
dinero, sino por alardear del apoyo que no tienen y malgastar dinero en
cosas que vienen a equiparlos con ciertos opositores violentos que
George Volsky, empleado de la Agencia de Información (USIA), describió
así: "A lot of loud mouths, but they were just like mosquitoes biting
Castro and maybe even less"[9].

[1] Foreign Relations of the United States (FRUS), Cuban Missile Crisis
and Aftermath, Vol. XI, Documento 344, pp. 821 ss.
[2] Clandestine Services History. Record of Paramilitary Action Against
the Castro Government of Cuba (National Security Archive, desclasificado
en 1997), p. 9. El Director de Planes de la CIA, Richard M. Bissell,
confirmó en sus memorias esta disfuncionalidad de la oposición violenta
contra Castro al referir "squabbles within the exile community and the
front organization itself". Cf.: Reflections of a Cold Warrior (Yale
University Press, 1996), pp. 156 s.
[3] FRUS, Vol. X, Documento 315, pp. 772-76.
[4] FRUS, Vol. XI, Documento 347, pp. 834-46.
[5] "Exiles Look to Oliva for Hope", The Miami Herald, 21 de junio de 1964.
[6] Bohning, Don: The Castro Obsession (Potomac Books, 2005), pp. 105-6.
[7] Según Sam Halpern, asistente ejecutivo de la jefatura del Grupo
Especial de la CIA contra Castro, Ibidem, p. 185.
[8] Entrevista con Bohning, Ibidem, p. 133.
[9] Entrevista con Bohning, Ibidem, p. 136.

Source: La burla de la historia - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-burla-de-la-historia-323997

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