miércoles, 24 de marzo de 2010

Dignidad contra ignominia

Dignidad contra ignominia
Francisco Chaviano González

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - Las Damas de Blanco, egregias
representantes del decoro cubano, comienzan su marcha en la 5ta avenida
de Miramar, en el municipio Playa, luego de escuchar en la homilía de
la iglesia de Santa Rita el pasaje bíblico donde una turba del populacho
apedrea a María Magdalena.

Avanzaban clamando: ¡Libertad, libertad! ¡Zapata vive! Laura Pollán, con
su brazo magullado por las agresiones de días anteriores, encabezaba la
marcha. La acompañaba Reyna Tamayo, la madre del mártir.

Clamaban por Orlando Zapata, el solidario preso de conciencia que en una
mazmorra húmeda, tirado sobre el piso mugriento, acompañado por las
ratas y cercado por la maldad, estuvo 85 días sin ingerir alimentos.
Murió reclamando respeto, mientras el tirano mandó a que le quitaran el
agua para doblegarlo. Pero él no se plegó ante el hambre, la sed, la
humedad y el frío.

A unas cuadras de la iglesia, en el parqueo de la tienda de 5ta y 42,
esperaba agazapada la policía política y su pandilla paramilitar. El
batallón emergió por la calle 40 hacia 5ta, abacorando por detrás a las
Damas, mientras por el frente se les vino encima la policía vestida de
uniforme, la cual se abrió en formación para envolver a la marcha de
protesta, en un acto coordinado por los miembros del G-2 visibles en el
lugar.

Comenzó así el circo ambulante. La policía uniformada desempeñaba el
papel de protectora de las Damas de Blanco, según el libreto; luego
estaba la canalla del populacho, atacando. Las acompañaba un gran número
de periodistas. Por las aceras laterales diplomáticos de varios países
asistían como observadores. También se podía ver algún que otro
opositor, y, controlándolo todo, oficiales del Departamento 21, los
directores de la función.

Las valerosas mujeres rodeadas por la turba doblaron por 42. Iban
marchando por el centro de la calle, se paralizó el tráfico, se
conmocionó la ciudad. Un valiente dijo: "¡Qué guapas son!". Pero la
mayoría del pueblo no se atrevía a hablar. Sólo la mirada encendida, la
sonrisa tenue y la expresión de alegría generalizada, constituían el
aplauso tácito.

La gentuza tronaba histérica. Alguien enarboló un retrato de Fidel y las
marchistas replicaron mostrando la imagen del mártir recién fallecido,
exclamando: ¡Zapata vive!

Así llegaron a la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular,
acordonada por una barrera de hombres, y gritaron: ¡Libertad, libertad,
libertad!

Ya de regreso doblaron por 7ma Avenida. Un individuo que lustraba su
automóvil en una de las lujosas residencias destinadas a los
funcionarios importantes, comenzó a gritar: "¡Abajo la gusanera!"

Pero una voz disidente le replicó: ¡Defiende tu robo, ladrón!

El individuo enmudeció; no esperaba aquella réplica tan de cerca. Le
siguió un montaje singular: el diplomático norteamericano L. Dale
Lawton, comenzó a ser hostigado por cuatro individuos que intentaban
representar al estrato más humilde del país, vestidos como muchos pobres
que se ven por la ciudad, casi en harapos. Se le encimaban agresivos a
increparlo, mientras los oficiales de la policía política intervenían
para atajarlos, una pantomima a la que el diplomático hizo poco caso.
Así las Damas de Blanco regresaron a la iglesia de Santa Rita, llenas
de honor, acompañadas por el espíritu de los mártires de la oposición
Boitel y Zapata. Con ellas iba también el alma de Fariñas desde su lecho
de huelga de hambre y sed hasta la muerte, y el aliento de todos los
que queremos la libertad y la democracia. Iba también el pueblo cubano
que sufre, iba la dignidad humana.

http://www.cubanet.org/CNews/y2010/marzo2010/24_C_1.html

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