Manual de instrucciones para sobrevivir al "guachineo"
12 de junio de 2017 - 13:06 - Por Sánchez Grass
La dimensión que esta última semana ha alcanzado el escándalo de un
reguetonero cubano apodado Chocolate, es un señal inequívoca de las
consecuencias generadas cada vez que ensalzamos idiotas o malvados
Los cubanos dentro y fuera de la isla, los que siguen estando y los que
nunca nos fuimos del todo, hemos sentido ese poquito de orgullo que se
cristaliza cuando de alguna manera se vuelve a hacer más internacional
el tema Cuba desde todas sus aristas.
Por encima de políticos o políticas, habita un pueblo lleno de gente que
con entereza y templanza ha sobrevivido el aislamiento, personas de
carne y hueso a las que se les ha impedido competir con el mundo o saber
cuáles son las luces y las sombras que el universo irradia. Y este es,
créanme: un crimen de lesa humanidad.
Por eso para cada uno de los cubanos la posibilidad de destacarse o de
estar en espacios que para los demás habitantes del planeta son
habituales, es algo que hoy produce sonrojo y orgullo, aunque la
repartición de los protagonismos nunca haya sido para nada justa.
Después de tantos años pareciera que Cuba lo único que tiene para
mostrar al mundo es su abultada lista reguetoneros, en su mayoría
inmensamente mediocres.
Y es justo en este punto cuando uno se pregunta por qué tanta gente ha
dejado de lado lo fácilmente comprensible. En qué minuto de distracción
la estupidez asaltó de manera definitiva nuestros periódicos y redes
sociales.
La dimensión que esta última semana ha alcanzado el escándalo de un
reguetonero cubano apodado Chocolate, es un señal inequívoca de las
consecuencias generadas cada vez que ensalzamos idiotas o malvados,
dispuestos a mancillar nuestro ánimo y a ser referente de lo que no somos.
Si en los últimos días se hubiese hecho un sondeo de opinión para buscar
mediáticamente cuales son los temas acuciantes de los cubanos dentro y
fuera de la isla hoy, los resultados habrían arrojado que el caso
Chocolate es la primera prioridad de un país que se ha quedado sin
prioridades.
Esta es una consecuencia directa de lo que genera la sociedad cuando se
hace caso omiso de sus precariedades. El "Guachineo" con el perdón del
inspirado poeta de las celdas, es la musicalidad salida del hartazgo de
la gente. Duele ver a cientos y miles de enajenados que solo pueden
saciar su sed bailando igualmente "El palón divino", mientras evocan una
libertad que nunca alcanzarán porque no la conocen. Es una rara mezcla
que trabajan full time enmarañando el presente y restándole importancia
al futuro.
Algo tendremos que hacer juntos para impedir se manipulen nuestros
estados de ánimo con vulgaridades volátiles, con delitos comunes, con
irresponsabilidades públicas. Alguien tiene que decirle a quienes
difunden como pólvora estas excentricidades que los papagayos son
quienes en el reino animal carecen de filtro y por eso reproducen los
sonidos sin importar de donde vengan. De alguna manera habrá que denotar
que no estamos en la sociedad primitiva y que la sociedad moderna
también tiene determinadas normas de ética, leyes y mandamientos.
Hace falta poner de moda la inteligencia, el respeto y el carácter por
encima de los coros "urbanos", esa etiqueta que le ha salvado la vida a
tanta música despreciable. Hay que demostrar que los sacerdotes del
éxito son hoy como los falsos profetas de las partituras.
Tendrán que regresar los días en los que la inteligencia pueda desbrozar
todos los asuntos para quitar del camino a lo superfluo y detenerse en
lo esencial. No significa para nada que depongamos nuestras alegrías,
significa exactamente que las diversifiquemos .
En medio del espeso bosque y el acceso de todos a los caminos de la
información no podemos dejar camino por vereda ni decencia por reguetón
barato.
Source: Manual de instrucciones para sobrevivir al guachineo | Música,
Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/opinion/manual-instrucciones-sobrevivir-al-guachineo-n4124200
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario