lunes, 15 de mayo de 2017

Yarini: el culto de Cuba al ‘chulo’ de San Isidro

Yarini: el culto de Cuba al 'chulo' de San Isidro
Muchos van hasta la tumba de quien se convirtió en el proxeneta más
famoso de la Isla
Lunes, mayo 15, 2017 | Augusto César San Martín y Rudy Cabrera

LA HABANA, Cuba.- Poco antes de la medianoche Lucio entró a uno de los
bares privados de La Habana en busca de clientes. Media hora después,
llamo a dos de las más jóvenes de sus chicas para que se encontraran con
él. Tenía contratados sus servicios sexuales, y más.

El esquema diseñado por el proxeneta necesitó veinte minutos para que
las muchachas, de 19 y 21 años, llegaran al bar en un taxi rentado y
llevaran, además, los gramos de cocaína que también pidió el cliente.
Cada una recibe 100 CUC por los servicios sexuales, si no hay "extras",
y pagarán el diezmo al proxeneta, a quien casi siempre ocultan las
ganancias completas.

El "cabrón" y la "diabla" son protagonistas sociales comunes en la
realidad cubana. Tanto es así, que se confunden con las parejas de
jóvenes, cuyo lado masculino no "pone a su 'jevita' a luchar".

La costumbre de definir la prostitución como un concepto de "lucha"
(supervivencia económica), culminó por rehabilitar el negocio del sexo
bajo el nombre de jineterismo. Esta redención también ocultó el
significado de proxeneta en denominativos como "cabrón" o "jinete",
apartando de la mentalidad de los cubanos la esencia negativa de la
explotación sexual.

El estilo "hight life" de los modernos Yarinis no pocas veces gana la
admiración de quienes los definen como carismáticos triunfadores en la
batalla existencial del cubano de a pie.

La lógica del San Yarini

Con una prostitución despojada de negatividad, resulta lógico que el ser
humano busque sus referentes de admiración en aquellas personas que
triunfaron en una realidad similar, ya sean o no antihéroes, como
Alberto Yarini Ponce de León, el proxeneta más conocido de Cuba.

Quizás este sea uno de los tantos argumentos de la transformación, en
una deidad religiosa popular, de un personaje cuya popularidad la ganó
por ser el típico dandi habanero, con una leyenda escasa de virtudes.

El máster en Teología Johan Moya Ramis, quien investigó el tema, explicó
a CubaNet por qué este culto religioso indica una alarma para la sociedad.

"En la ética y en la moral social, ¿cuál es la virtud que puede haber en
un proxeneta? (…) ¿Cómo una figura así deviene en una deidad de pueblo
dentro de la propia religiosidad popular? En este sentido esta
religiosidad se construye sobre la base del creyente que toma elementos
de la realidad que le llegan de lo divino y construye su propia fe".

La admiración por la vida de Yarini, también llamado "El Rey" o "El
Gallo de San Isidro", se han escenificado en obras de teatro, libros y
llevado al cine, modernizándose en las imágenes de los videos musicales
de reggaetón, donde aparecen los dandis tropicales rodeados de mujeres.

Ricardo Arencibia, residente en la barriada de San Isidro, se considera
el principal custodio la ceiba que creció a pocos metros de donde fuera
asesinado Yarini. Aunque nada le debe la ceiba al proxeneta, Arencibia
explica por qué le brinda ofrendas al "Gallo de San Isidro" a través del
árbol. "La ceiba es un árbol fuerte y Yarini era un hombre fuerte. Por
eso aquí le brindo su café, su cigarro…"

En un comentario cultural sobre la película cubana "Los dioses rotos",
publicado en la revista Cubaencuentro, el escritor Néstor Díaz de
Villegas resume la expresión social del culto religioso al proxeneta.

"El pañuelito blanco con que una meretriz cubrió la herida en el pecho
del cabrón, durante la batalla campal en el habanero barrio de San
Isidro, en 1910, contiene la primera gota de sangre de lo que entre
nosotros se convertiría en el culto del proxeneta sagrado".

"La adoración del hombre fuerte, o Gran Chulo, revela, por un lado,
trazas de supersticiones africanas, y por el otro, vestigios de
creencias vernáculas en el vigor sexual del héroe".

La subversión de la religiosidad popular

El sentido crítico de los cubanos está dominado por la moral ideológica
oficial, donde se es inmoral si se atenta contra ella. Esta ideología
deja como moralmente aceptable ese "luchar" que escuchamos tanto en la
calle, verbo al que los cubanos agregan acepciones como robar o
prostituirse, por mencionar algunas.

En la obsesión revolucionaria por crear al hombre nuevo basado en la
imagen del aventurero Ernesto Che Guevara, se omitió el proxenetismo
como una figura social y penal. No fue hasta 1997 que el incremento de
la prostitución en la isla dejó sin luces el proyecto revolucionario.
Fue entonces que el gobierno, culpando al turismo sexual extranjero,
introdujo la figura del proxeneta en el código penal.

No es difícil entender la adoración de un muerto como Yarini en una
sociedad machista que escondió al chulo porque no entraba en el concepto
de socialismo. Si a esto sumamos que la religiosidad popular surge de
las incertidumbres por resolver los problemas de la vida, se puede
justificar la luminosidad alcanza por el espíritu del proxeneta.

Cuando realizaba este reportaje en las calles de San Isidro por mi lado
pasaron muchos Yarini con el físico de Lucio. Algunos acompañados de sus
"novias", otros "luchando" durante el día para garantizar la jornada
nocturna.

Es tristemente risible que después de repetir hasta el cansancio en las
escuelas el lema: "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che", la
subversiva religiosidad popular haya roto todos los esquemas (religiosos
y revolucionarios), construyendo su propia fe en "El gallo de San
Isidro", el chulo más conocido de Cuba.

Source: Yarini: el culto de Cuba al 'chulo' de San Isidro CubanetCubanet
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https://www.cubanet.org/destacados/yarini-el-culto-de-cuba-al-chulo-de-san-isidro/

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