martes, 18 de abril de 2017

Tapar el Sol

Tapar el Sol
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | La Habana | 17 de Abril de 2017 - 08:08 CEST.

Acaba de concluir la Semana Santa, o Semana Mayor, como también se le
conoce. Un evento que rebasa lo puramente religioso para convertirse en
un hecho social y cultural que involucra a más de 2.000 millones de
personas en todo el mundo. Un suceso de cuya mística son herederos seres
humanos en los cuatro puntos cardinales y que se trasmite de generación
en generación en todas las lenguas desde hace siglos.

Pero para la prensa cubana, como ya es habitual, nada ha sucedido. Casi
todo lo que se puede leer, además de la frecuente hostilidad al
"imperialismo" y a EEUU, es sobre los sucesos de Playa Girón, y la
preparación del Primero de Mayo. Puede argumentarse que se trata de un
prensa comunista, y no habría por que hacerse eco de celebraciones con
"pensamiento mágico". Pero al ser la única fuente de información y
formación permitida, tal argumento se convierte de explicación en
represión: no hay derecho a coartar la libertad humana de formarse e
informarse.

Cuando algunos tratamos de explicar en el exilio que en Cuba no se
celebra la Semana Santa, que no hay apenas procesiones, que en una época
había que poner en la planillas de trabajo o estudio si tenías creencias
religiosas, que no hay periódicos, radio ni programas católicos, que la
televisión —también monopolizada por el régimen— no exhibe películas o
seriales cuyos personajes principales sean santos o Jesús mismo, creen
que estamos mintiendo, que no puede ser, que cómo es eso.

Hay que tener mucha paciencia, y sobre todo control, para explicar que
aunque parezca inverosímil, la mayoría de los cubanos acusa un déficit
cultural enorme debido a la castración de toda la matriz cristiana en su
historia, las artes, la economía y las ciencias cubanas. Empobrecimiento
historiográfico, pues no se conoce a José Martí desconociendo al Padre
Félix Varela y el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. No puede
presumir de culto quien no sepa quién fue el Padre Brindis de Salas, la
Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, el grupo Orígenes. Ningún
médico cubano debe creerse bien informado si no sabe que Tomás Romay y
Carlos Juan Finlay, ambos católicos practicantes, deben sus glorias a la
ética cristiana presente en su prácticas clínica e investigativa.

El empobrecimiento cultural del cubano llega hasta la misma geografía
donde reside. Muy pocos saben que Santa Clara se llama así por venir de
Clara de Asís; Santiago de Cuba es Santiago el Apóstol. Sancti Spíritus
es Espíritu Santo. Que cada villa, cada ciudad cubana tenía un patrón o
patrona, y siempre hubo procesiones en su nombre. Que la Virgen de la
Caridad del Cobre es tan importante cultural y patrióticamente como el
escudo o la bandera, porque bajo su advocación han combatido y dado su
vida miles de cubanos de todas las épocas. Y fue en El Cobre, allí, y no
en La Demajagua, donde primero hubo esclavos libertos.

No se trata de defender a la Iglesia Católica como institución, quien se
basta ella sola para hacerlo, y reconoce sus luces y sus sombras. Se
trata de la sustitución de valores éticos trascendentes, universales,
del cristianismo, y que el régimen cubano ha suplantado por otros, o los
ha hecho ver como creaciones propias, originales del sistema
político-ideológico comunista.

Fue Jesucristo el primero, y nadie más, quien habló de un Hombre Nuevo.
De la hermandad entre los hombres sin amos ni siervos. De repartir con
los más pobres. De la misericordia y el perdón. De lo espiritual sobre
la material. Del valor de la mujer. De la renuncia a lo material, al
odio, a la venganza. Fueron los primeros cristianos las comunidades
donde "todos se amaban", respetando la libertad individual.

Ocultar o desvirtuar los valores éticos e históricos conservadores del
cristianismo incluso tiene implicaciones de orden práctico para la
sociedad toda: la nave se escora hacia una sola banda, la excesiva
liberalidad y laxitud moral. No existe un "decálogo" comunista: qué está
bien y qué está mal. No hay nada trascendente ni universal en una
doctrina —una más— creada por los hombres hace apenas dos siglos, y que
ha fracasado una y otra vez, precisamente, por colocar lo material por
encima de los valores espirituales del hombre, que es lo que en realidad
hace del ser humano un ser vivo excepcional.

Cierta filosofía dice que el Mal no existe. Que lo que existe es la
ausencia del Bien. Que como la presencia de la Luz desaparece la
Oscuridad, la Verdad descoloca la Mentira. Lo natural, lo que se impone
tarde o temprano, es la Luz, la Verdad, que no es relativa porque
entonces seria mentira. No importa cuán poderosos sean los hombres o sus
gobiernos.

Es tan antigua la analogía de Luz y Verdad, que hace 2.300 años,
Alejandro el Grande parado frente a la tinaja de Diógenes preguntó al
filósofo, en tono desafiante, qué deseaba, pues él, el rey más poderoso
de la Tierra, podía sacarlo de la miseria en que vivía. Entonces, quien
también llamaban Diógenes el Cínico, le respondió: "Por favor, quítate
de donde estas porque me tapas el Sol".

Source: Tapar el Sol | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1492380557_30429.html

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