Las quejas del profesor Rodríguez Rivera

Las quejas del profesor Rodríguez Rivera
11 Abril, 2017 6:39 pm por Luis Cino Àlvarez

Arroyo Naranjo, La Habana, Luis Cino, (PD) El pasado 31 de marzo, en su
blog Segunda Cita -el nombre del blog es de una canción suya donde
lamenta, entre otras cosas, el colosal disparate que fue la Ofensiva
Revolucionaria de 1968-, Silvio Rodríguez, que recientemente empezó a
comprender cuán jodida es la vida de los cubanos de a pie, acogió las
quejas de su amigo, el profesor y poeta Guillermo Rodríguez Rivera sobre
algunas de las kafkianas situaciones que sufrimos a pesar de los
intentos por actualizar el modelo económico y lograr para el año 2030,
si no hay tropiezos, el socialismo próspero y sostenible que anuncian
los mandamases.

Siempre dentro de la revolución, como en otras oportunidades en que se
ha quejado, se quedó corto el profesor Rodríguez Rivera.

Se queja el profe de los precios excesivos, de los salarios que no suben
y que cada vez son más insuficientes, del mercado negro que se nutre de
los robos al estado, del círculo vicioso de que el estado no puede pagar
más mientras no haya más producción y los trabajadores no producen más
porque no les pagan lo que debiesen pagarles –"nuestra cotidianidad
parece diseñada para que esa producción no aumente", señala Rodríguez
Rivera-, del fracaso de la ganadería, de las leyes absurdas que condenan
a más años de cárcel –muchas veces al propietario del animal- por matar
una res que a una persona y que hacen más provechoso dedicarse a criar
puercos o chivos o gallinas, aunque sigamos, eternamente Yolanda,
condenados a seguir sin poder tomar leche ni podernos comer un bistec.

Sin hablar de la falta de libertades políticas, de la represión a los
opositores, de la prensa triunfalista y apologética que no parece tratar
de los asuntos de este país sino de otro donde parece que todo está
resuelto y en vías de mejorar aún más, de la reforma constitucional que
se anuncia pero no se sabe de qué va, todos temas demasiado difíciles de
tratar para un fiel de eso que todavía llaman la revolución, hay más,
muchas más frustraciones que hacen más que un desastre, un suplicio la
vida en esta sociedad y que nos condenan a seguir en este naufragio
perpetuo. Digamos, los inspectores extorsionadores, los policías
abusivos, el acoso a los llamados cuentapropistas con tal de que no se
enriquezcan -¿para qué van a hacer negocios entonces si no pueden
acumular riquezas porque así lo determinaron los mandantes?-, las
limitaciones e imposiciones de los burócratas lo mismo a los productores
agrícolas que a los transportistas privados, los abusos de los
funcionarios de Planificación Física y la Dirección de Vivienda, etc., etc.

Afirma el profesor: "…Son frustraciones que está en nuestras manos
resolver, siempre que se tenga la voluntad de conseguirlo." Elemental.
De eso se trata, esa es la causa del embrollo fatal: de la falta de
voluntad política para resolver los problemas creados, que se han ido
acumulando y nos ahogan. De esa voluntad carecen los mandamases, cuyo
único interés es retener el poder absoluto. Si algo hacen los mandantes
que parezca una reforma, es para no acabar de perder el poder. Y ni se
diga los burócratas corruptos que nadan en las aguas estancadas y sacan
provecho de ellas, y los retranqueros del inmovilismo. Cada cual por sus
razones, les traban las ruedas, para que nada cambie, a las tímidas e
insuficientes medidas que se implementan.

Así, las frustraciones cada vez serán más, irán in crescendo, hasta el
reventón final, que nadie se atreve a vaticinar en qué parará.

De cualquier modo, es saludable que aun a su modo, dentro de la
revolución, sin salirse demasiado del plato, personas con algo de
sensatez y buenas intenciones, como el profesor Guillermo Rodríguez
Rivera, se atrevan a advertir de los muchos problemas y los riesgos que
implican. A ver si alguien, allá en las alturas, les hace caso…
luicino2012@gmail.com; Luis Cino

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