lunes, 3 de abril de 2017

Elecciones en Cuba ¿puede la oposición ser una alternativa?

Elecciones en Cuba: ¿puede la oposición ser una alternativa?

En 2017 habrá comicios locales y para elegir a los diputados del
Parlamento. Cualquier candidato puede presentarse, pero esto no ha sido
aprovechado por los opositores al régimen
TIEMPO DE LECTURA10 min
03.04.2017 – 05:00 H.

Cualquiera de ellos puede recitar con exactitud los resultados de sus
equipos preferidos de la Liga Española y la Champions, o argumentar de
forma experta sobre Cristiano Ronaldo y Messi. Yankiel incluso tiene
tatuado el rostro de "La Pulga" en su pierna derecha, "para que me dé
suerte cuando chuto a gol". Ninguno, sin embargo, puede explicar qué
significa "sistema político cubano" o cómo su voto influirá en los
destinos del país. Aun así, en noviembre próximo la ley electoral de
Cuba les dará la posibilidad de votar por primera vez en su vida en unas
elecciones locales, y dos meses más tarde tendrán otra cita con las
urnas, esa vez para elegir a los diputados al Parlamento Nacional.
Aunque prácticamente todos escuchan la noticia como quien oye llover,
están seguros de que irán a votar. "Es que es lo que se hace, ¿no?",
aventura uno.
Desde 1976, el año en que en Cuba volvieron a celebrarse comicios
-aunque, obviamente, no para elegir al Gobierno del país-, todas las
consultas han contado con una asistencia muy superior a las habituales
en el resto del mundo. "Y eso en un país que inscribe de oficio a toda
su población en el registro de electores y en el que no se fuerza a
nadie para que vaya a votar", apunta orgulloso Aldo Rodríguez,
presidente de un colegio en el habanero municipio de Plaza de la
Revolución. Su entusiasmo encuentra cierto freno al observar la parábola
descendente que han seguido los registros de participación durante el
presente siglo (de 98.1% en el 2000 a 89.9% quince años después).
Tampoco sobran razones para congratularse si se tiene en cuenta la poca
disposición de los jóvenes para asumir cargos en los colegios
electorales o a ser propuestos como candidatos a delegados de las
asambleas municipales del Poder Popular (concejales), la única instancia
de poder a la que la población puede elegir de forma directa.
El complicado sistema establecido por la constitución de 1976, y
regulado por una ley de 1992, determina que para los cargos de delegado
a las asambleas provinciales y de diputado a la nacional el proceso de
nominación recae en comisiones creadas al efecto en los diferentes
municipios, que designan a un candidato. El votante tiene solo tres
opciones: respaldar a todos los candidatos, seleccionar a uno o a
varios, o dejar la boleta en blanco. Teóricamente, antes que él, ya
diversas organizaciones sociales (estudiantiles, femeninas,
gremiales...) han debido garantizar una representación lo más diversa
posible dentro del listado de propuestas.

¿Tiene cabida ahí la oposición? Aparentemente no, y no solo debido a las
restricciones impuestas por las autoridades. Muchos críticos achacan a
sus líderes una importante desconexión con la vida de los cubanos
comunes y corrientes, que les impiden plantear una alternativa real.
Pese a que desde 2012 vive en la ciudad estadounidense de Miami, Rosa
María Payá viaja regularmente a La Habana para promover la iniciativa
Cuba Decide. Su objetivo es sencillo: conseguir la celebración de un
referéndum acerca del futuro de la nación. "La gran carencia de los
cubanos es que no tenemos voz, ni recursos democráticos para expresarnos
mientras el Gobierno y algunos en el mundo pretenden hablar por nuestro
pueblo", afirma en la página oficial del movimiento.
Cuba Decide y la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia eran
los auspiciadores del premio "Oswaldo Payá. Libertad y vida", que hace
solo unos días pretendía recibir en la isla el secretario general de la
Organización de Estados Americanos, Luis Almagro. A la ceremonia también
estaban invitados el expresidente mexicano Felipe Calderón y la
exministra de Educación chilena Mariana Aylwin. Ninguno recibió los
permisos necesarios para ingresar al país. Lo que siguió fue una intensa
campaña mediática centrada en cuestionar la gestión de los derechos
humanos por parte de las autoridades locales. Pero al igual que en
tantas otras ocasiones, la repercusión de lo ocurrido se ha limitado al
exterior.

"Incapaz de tender puentes"
Una vez más, ni Yariel ni ninguno de sus condiscípulos en un
preuniversitario urbano de La Habana sabe quiénes son Luis Almagro o
Rosa María Payá. Mucho menos que sus nombres surgen fácilmente en
cualquier búsqueda sobre Cuba en internet. Cuando acceden a la red desde
sus teléfonos celulares –contando los minutos debido a la altísima
tarifa oficial– prefieren entrar a Facebook o bajar películas y vídeos.
"Para la política están las Mesas Redondas", dice uno. Prácticamente
ninguno de los cubanos que utilizan la misma alternativa de conexión
tiene el tiempo o el interés necesarios para revisar los sitios de las
numerosas organizaciones opositoras, cuyo poder de convocatoria sigue
estando en mínimos porcentuales; ni optan por sumarse a manifestaciones
u otro tipo de protestas en contra del gobierno.
"¿Por que la disidencia es irrelevante para los cubanos de a pie?", se
preguntaba en octubre de 2015 el sitio Martí Noticias, versión digital
de la radioemisora y el canal de televisión homónimos, mantenidos desde
hace décadas por las diferentes administraciones norteamericanas con el
objetivo de romper el monopolio informativo de La Habana. "Porque el
activismo opositor es incapaz de tender puentes con los cubanos que
desayunan café sin leche", respondía el propio autor del artículo.
"Cuanto más, son diez o doce pelagatos diciendo cosas contra el gobierno
y tirándose fotos", asegura Yunier, un revendedor de la populosa calle
Galiano, en el centro de La Habana. Desde su habitual puesto de negocios
ha podido presenciar varias protestas organizadas por grupos disidentes,
sin que hasta ahora ninguna lo haya conmocionado. "En realidad, están
más interesados en que los vean los extranjeros y en que los meta presos
la policía, que en lograr que la gente los siga", cuenta.

La solicitud para que el Ministerio de Justicia reabra las
investigaciones sobre la muerte de su padre, entregada el mes pasado por
la hija del desaparecido líder disidente Oswaldo Payá, no ha logrado
siquiera el honor de incluirse en el abultado compendio de rumores que
habitualmente recorre la isla. Al parecer, para sus compatriotas
resultan más importantes las especulaciones sobre la posible eliminación
de trámites migratorios para entrar a Ecuador o los conatos de huelga
con que algunos taxistas particulares intentan presionar al ayuntamiento
de la capital para mantener el aumento de precios que habían adoptado
hace pocas semanas.
"En mi opinión, la llamada disidencia cubana se ha desprestigiado mucho
con los espectáculos de Guillermo Fariñas y las Damas de Blanco; y en
cuanto a personas como Rosa María Payá, su mayor 'handicap' radica en la
falta de contactos con la realidad nacional: incluso las oficinas
centrales de Cuba Decide se encuentran en Miami y no en La Habana. Las
alternativas reales de cambio solo podrían llegar –en la política– de la
mano de la elección de candidatos independientes del sistema, algo que
ya se intentó con cierto éxito en el 2015 y que no sería un camino
imposible de cara a los comicios de noviembre próximo", opina Félix, un
profesor universitario de Ciencias Políticas.
Sumergido en su cúmulo de batallas cotidianas, al cubano de las calles
le cuesta confiar en supuestos mesías; ahí radica la gran ventaja del
'status quo' y el reto para quienes pretendan cambiar las reglas del
juego. Entre noviembre de este año y febrero del próximo se abrirá un
paréntesis de interrogantes para unos y otros, pero todo apunta a que el
Gobierno llevará otra vez las de ganar. Pese a que la macroeconomía de
la isla atraviesa una recesión, con un crecimiento planificado del 2%
para este año (que representa menos de la mitad del mínimo necesario
para orientarla hacia el desarrollo), los avances registrados hasta
ahora han bastado para mantener las principales "conquistas de la
Revolución" (salud, educación y seguridad pública) y favorecer una nueva
base social afín al sistema.

Beneficiados por el sistema
Así, al tradicional apoyo del segmento más humilde de la población se ha
sumado en los últimos años el de una parte apreciable de la pujante
clase acomodada, surgida al amparo de los negocios privados, o de las
empresas mixtas y de capital completamente extranjero. "Después de más
de medio siglo de comunismo, Cuba emerge de su aislamiento con una nueva
clase media que pugna por abrirse camino aprovechando la apertura
económica del régimen castrista y la desdemonización del Tío Sam",
afirma la periodista Elianne Ross en un artículo sobre el tema.
"Cada vez hay mayor estratificación social en Cuba", comenta la
socióloga Denisse Delgado. "Son cubanos que tienden a ahorrar; acuden a
paladares [restaurantes]; practican nuevos hobbies, como el buceo o el
tenis; o vacacionan en las playas cubanas donde existe una oferta de
hoteles para el turismo nacional". Sin embargo, declaró en un artículo
de la revista mexicana Proceso, "a la gente no le gusta mucho hablar de
dinero, ni hay un pronunciamiento desde el discurso político, que no es
ni permitido ni prohibido". En una encuesta reciente en la que se
solicitaba a los participantes que se clasificasen respecto a los demás
en materia de bienestar, en una escala de seis niveles, todos se
posicionaron en el tercer escalón, e incluso "uno se negó en ubicarse,
aseverando que todos los cubanos son iguales".

Los miembros de ese segmento poblacional han sido beneficiarios directos
de las reformas emprendidas por Raúl Castro desde 2008 hasta la fecha.
"Parece como si fuera el objetivo expreso del gobierno", especula Félix.
"Pongamos por ejemplo la llamada actualización de la política
migratoria, que abrió las puertas a aquellos que quisieran viajar al
exterior. ¿Puede una persona de ingresos medios pagar los 100 CUC [cerca
de 100 euros] que cuesta el pasaporte, o asumir los gastos del pasaje?
Lo mismo ocurre con la liberación del mercado inmobiliario o la
posibilidad de conservar las propiedades incluso si se tiene la
residencia permanente en otros países. En todos los casos hace falta
mucho dinero –al menos en la escala cubana– para poder ejercer esos
derechos".
En el extremo contrario del espectro se hallan los grandes grupos
dependientes de las prestaciones sociales que otorga el gobierno, entre
los que se cuentan muchos de los trabajadores del sector estatal (que
engloba a casi el 90% de la fuerza laboral), y la práctica totalidad de
los ancianos y personas con discapacidad. "No pueden contarse entre los
'ganadores' de la última década, pues siguen siendo muy vulnerables a
cualquier modificación de la extensa estructura de subsidios creados
desde 1959, la cual va de la libreta de abastecimientos a la entrega de
materiales para la construcción, o los servicios gratuitos de la Salud
Pública y la Asistencia Social. Cualquier cambio en el actual orden de
cosas les afectaría de forma significativa, por lo que es lógico que
resulten más conservadores", agrega el investigador.
Además, en un grado nada despreciable, el relato de la Revolución sigue
encontrando eco entre los residentes de la isla. El ejemplo
paradigmático lo constituyó el reciente fallecimiento de Fidel Castro,
cuyo funeral de estado se convirtió en una peculiar muestra de respaldo
al gobierno de su hermano menor. "La inmensa mayoría de los cubanos
conserva un vínculo personal con Fidel. Tanto quienes lo apoyaban,
totalmente o con discrepancias, como aquellos que veían en él la causa
de todos los males de Cuba", considera el politólogo Rafael Hernández,
director de la revista Temas, la más importante del país en cuanto a
temas sociales y de política. A solo un año de entregar la presidencia,
Raúl Castro sabe que ese rédito constituye su principal arma.

Source: Elecciones en Cuba: ¿puede la oposición ser una alternativa?.
Noticias de Mundo -
http://www.elconfidencial.com/mundo/2017-04-03/elecciones-cuba-oposicion-desarraigo_1356605/

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