El dinero de los emprendedores se va a la basura
La dejadez estatal contrasta mucho con las exigencias a los cuentapropistas
Jueves, abril 20, 2017 | Ana León
LA HABANA, Cuba.- El 31 de diciembre de 2016 cerró sus puertas el
agromercado de Egido, supuestamente para ser transformado en un centro
de elaboración y venta de productos ahumados. La repentina
inhabilitación del mayor complejo agropecuario de La Habana Vieja ha
obligado a los residentes y dueños de negocios privados a buscar otras
opciones, más alejadas e igualmente caras, para abastecer las despensas.
No es secreto que el citado agro era un prodigio de corrupción e
insalubridad; pero lo que parecía una decisión enfocada a una entidad
específica, pronto se convirtió en una operación de alcance municipal.
Dentro de los límites de La Habana Vieja, varias tarimas han sido
desactivadas por los inspectores estatales con el argumento de que no
tenían las mejores condiciones para vender a la población. Con esa misma
justificación amenazaron a los cuentapropistas de una pequeña extensión
del mercado agropecuario, ubicada en la esquina de Factoría y Gloria, en
la barriada de Jesús María. A pesar de casi dos décadas vendiendo en el
mismo lugar les advirtieron que, si no lo reparaban, serían desalojados.
En interés de "la seguridad y la salud de los clientes" les exigieron
sustituir las tarimas de madera por mesetas de concreto, reforzar las
estructuras de sostén y reparar los techos de fibrocemento. Los
emprendedores se vieron obligados a detener la venta y sufragar dichos
arreglos con sus dineros, sin el mínimo apoyo por parte del Estado y
pagando la licencia como si sus negocios estuvieran activos.
El lugar está casi terminado, pero a este esfuerzo de la iniciativa
privada se contrapone todo aquello que el Estado no soluciona. Mientras
el pequeño agro es remodelado e incluso algunos vendedores han reanudado
su comercio, el maloliente basurero de la esquina, apenas a dos metros
de las mercancías almacenadas y en venta, sigue en el mismo lugar.
En incontables ocasiones los vecinos han solicitado que muevan los
depósitos a un sitio más alejado, pero a ninguna autoridad parece
preocuparle el riesgo de epidemia que supone esa loma de desperdicios en
unos de los barrios más afectados por la escasez de agua. La nube de
moscas va desde el basurero hasta los cárnicos, las frutas y los
vegetales; por ende, todo escrúpulo es poco.
Si el Estado se ocupara de remediar este problema en interés del
bienestar común, numerosas zonas de la Habana Vieja mejorarían. En vez
de buscar una solución, responsabiliza a los cuentapropistas y deja
crecer los depósitos de basura junto a los mercados, sin que haya una
disposición legal que lo prohíba.
"Me da asco comprar en ese agro, prefiero ir con mi hija hasta San
Rafael o Tulipán (…) En esa esquina echan de todo", explicó a CubaNet
Esperanza, vecina de la zona, mientras señalaba una cabeza de cerdo,
casi invisible bajo la nata de moscas, pudriéndose al sol.
El barrio de Jesús María ha crecido en el límite de la insalubridad. No
es de extrañar que nadie ponga coto a tan irresponsable práctica. El
Estado solo emplea a sus inspectores para exigir e intimidar, pero no
para resolver los problemas de la población.
La sensación de riesgo atormenta, especialmente, a aquellos vecinos que
tuvieron una educación diferente, donde la higiene y los buenos hábitos
alimenticios eran parte fundamental de la crianza. Pero hoy, con las
nuevas generaciones adaptadas a la hediondez imperante, la mayoría ni
siquiera percibe el peligro al que se expone.
Source: El dinero de los emprendedores se va a la basura CubanetCubanet
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