Una muerte poco significativa
El año se inicia en el organismo represor cubano con una muerte anunciada
Alejandro Armengol, Miami | 09/01/2017 9:57 am
La muerte del ministro del Interior cubano, el general de división
Carlos Fernández Godín, lleva a dos lecturas inmediatas. Este
fallecimiento apenas comenzado el año, de uno de los "históricos" de la
revolución cubana —y por cierto no de los de edad más avanzada dentro de
este grupo (Godín tenía solo 78 años)— es apenas un hecho puntual.
La segunda lectura, en el plano más simbólico, es importante, pero no
tiene porqué manifestarse ahora con una fuerza decisiva.
Godín muere luego de sustituir, en octubre de 2015, al general de cuerpo
de ejército Abelardo Colomé Ibarra, quien renunció por problemas de
salud y aún vive.
Si se considera que Colome Ibarra (Furry) ocupaba el cargo desde 1989,
hay un acortamiento significativo en la permanencia al frente de uno de
los principales centros del poder en Cuba. A ello se añade que no se
trata de una muerte repentina, sino "a causa de complicaciones de una
enfermedad crónica que padecía", según una nota oficial del Consejo de
Ministros.
Por supuesto que lo importante aquí no es esta muerte, sino otra
anterior: la de Fidel Castro en noviembre del pasado año.
Falta entonces por ver si asistimos a un evento aislado o a la
continuación de una cadena de desapariciones. La edad del resto de los
miembros fundadores del movimiento revolucionario, que llegó al poder en
enero de 1959, muy superior a la de Fernández Godín, inclina a pensar lo
segundo: la repetición en Cuba de lo ocurrido en la Unión Soviética a
partir del 12 de noviembre de 1982, cuando Yuri Vladímirovich Andrópov
llegó a la cumbre del poder, para ejercerlo solo por 15 meses y su
sucesor, Konstantín Chernenko, por apenas un año. La importancia del
Ministerio del Interior en Cuba permite, por otra parte, esta conjetura:
no se trata de una muerte en la cúspide, como las señaladas en la URSS,
pero sí de una baja en la cumbre.
Baja que no significa fractura. Y eso hay que tenerlo bien claro. La
desaparición física de Fernández Godín no significará cambio sustancial
alguno en el cuerpo represor cubano. Incluso puede hablarse, hasta
cierto punto, de una muerte anunciada.
El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en abril de
1916, trajo la esperada salida de Colomé Ibarra del Buró Político, pero
no así la entrada en tan selecto grupo de su sustituto entonces al
frente del Minint. Fernández Godín se mantuvo solo en el Comité Central.
Ya desde entonces pudo anunciarse que su desaparición física estaba
cercana. La sucesión pautada y lo ocurrido ahora pasa a ocupar un lugar
relativo.
Todo apunta hacia que el puesto de Fernández Godín lo ocupará el
viceministro primero del Minint, Julio César Gandarilla Bermejo. Es el
mecanismo de sucesión clásico que ha adoptado Raúl Castro bajo su
mandato. De hecho, durante el acto por el 55 aniversario de la creación
del Minint, celebrado el 6 de junio de 2016, Gandarilla Bermejo ocupó el
puesto al lado de Raúl, y al parecer ni
Fernández Godín ni Abelardo Colomé Ibarra pudieron asistir por motivos
de salud. Así que cabe afirma que Gandarilla Bermejo ha estado en la
práctica al frente del Minint en los últimos tiempos.
Gandarilla Bermejo es además la figura ideal para el cargo, de acuerdo a
los parámetros de Raúl Castro, sobre todo porque fue Jefe de la
Dirección de Contrainteligencia Militar (Cim) del Ministerio de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar), al igual que lo fue Fernández
Godín hasta 1989.
Ambos fungieron como figuras principales en el desplazamiento, llevado a
cabo por Raúl Castro, de figuras de la inteligencia cubana y la
colocación en su lugar de miembros de las fuerzas armadas al frente del
Minint, movimiento ocurrido a partir de la Causa No. 1.
El vicealmirante Gandarilla Bermejo, con más de setenta años, es otra
figura de los inicios del proceso, en este caso no tan emblemática, que
se perpetúa en el presente. Solo resta esperar que, de oficializarlo en
el cargo, el Castro que sobrevive continuará haciéndole guiños a la
biología.
Otra posibilidad, la dilatación del nombramiento, no parece acorde a los
tiempos que corren, con la muy cercana llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca y la situación venezolana. Cabe añadir que Gandarilla Bermejo ha
realizado labores de contrainteligencia en Venezuela.
La muerte de Fernández Godín entra entonces dentro de un guion pautado,
donde son difíciles las especulaciones sobre un ascenso inmediato del
coronel Alejandro Castro Espín a dirigir el Minint, ya que en la
actualidad no ocupa un cargo cercano a la línea sucesoria dentro de la
institución, y Raúl Castro por lo general se ha mantenido fiel al
mecanismo de traspaso de mando creado por él. No pasa de un hecho
esperado, pero que al mismo tiempo recuerda la inevitable biología. Por
ello quizá despertará más apuestas en Miami que en La Habana, donde
siempre la regla para el triunfo ha sido jugar al seguro.
Source: Una muerte poco significativa - Artículos - Cuba - Cuba
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