domingo, 4 de diciembre de 2016

La fiesta del Caballo

La fiesta del Caballo
PABLO PASCUAL MÉNDEZ PIÑA | La Habana | 3 de Diciembre de 2016 - 22:10 CET.

En 1961 a Rafael Leónidas Trujillo lo balearon y su cadáver lo
amortajaron en el maletero de un carro. Luego los participantes en el
magnicidio fueron capturados y sangrientamente represaliados por su hijo
Ranfis. Tres días después "El Chivo" tuvo honras fúnebres del rango de
jefe de Estado con una larga procesión desde el Palacio Nacional hasta
la localidad de San Cristóbal y, miles de personas de todos los estratos
sociales desfilaron ante el féretro.

Más tarde, por voluntad popular, la familia Trujillo tuvo que abandonar
el país, llevándose consigo los restos del tirano, que no regresaron
jamás a tierra dominicana y, hoy por hoy, descansan en un pequeño
cementerio de la localidad de El Pardo, en las afueras de Madrid.

A finales de 1962 se realizaron elecciones libres en República
Dominicana y salió electo presidente Juan Bosch, retornando la
democracia al país. La eliminación física de la bestia fue bien vista
por Dios, porque con ella se liberaba a un pueblo.Bajo el titulo La
fiesta del Chivo, esta historia nos llegó magistralmente contada de la
mano de Mario Vargas Llosa.

La Habana, 55 años después

Entre boñigas de caballo y chivo, pasada la media noche del 26 de
noviembre recibí una llamada telefónica: "El Caballo se ñampió… Se fue
del aire". Pregunté si era verdad o jodedera. "Sí, coño, lo dijo Raúl…
Enciende la televisión para que lo veas."

Tras confirmarlo, divulgué la noticia: "¿No jodas, tú estás seguro?...
¿Será verdad? Oye, acuérdate que él se hace el muerto y después aparece
vivito y coleando con un periódico Granma en la mano"… "¡Te lo dije…
Tengo un polvo de pin...!"..."Bueno, que me perdone San Lázaro, pero
esta vez le robaré el aguardiente para celebrar"...

Gracias a las bondades de la WiFi, me enteré de la gozadera armada en
Miami. Un tertuliano del barrio a quien le comenté la noticia alegó que,
después de una noche de insomnio, despejó la incógnita sobre la
cremación de Castro: "Convirtiéndose en cenizas evitaría que la
gusanera, a la que tanto despreció, se lo jamara con una guarnición de
uniforme verde olivo". Después disertó sobre un aforismo shakesperiano
que cita: "Un rey puede pasar por las entrañas de un mendigo". Pero la
conferencia magistral concluyó, cuando un chivato se aproximó para
escucharnos y se rompió el grupo.

"Ayúdame a conseguir tres litros de vodka", me pidió un amigo vía
telefónica. "Lo sentimos señores, pero hasta el lunes no venderemos
ron", respondió una sonriente tendera cuando preguntamos por la ausencia
de licores en todas las góndolas de las tiendas que recorrimos. En las
afueras, un parqueador extendió la mano para cobrar su propina, mientras
vocalizaba: "Se nos fueeeeeee".

Nada de ron por aquí. Nada de ron por allá. ¿La razón?, pues la
Seguridad del Estado y los CDR, según contaban los consultados,
advirtieron a los almaceneros, a la bolsa negra, a las farmacias, a los
chispae´treneros y al mismísimo pipirigallo que estaba prohibido vender
alcohol durante los funerales, so pena de buscarse tremenda jodienda.

La muerte del Caballo, aunque le sobrevino en la cama, marcó una momento
de miedo en las calles. Chivatos y agentes encubiertos merodeaban por
doquier, y para camuflarse la gente simuló tristeza. La televisión
emitía platos de arroz con Fidel para todos los paladares. Mostraba
escenas increíbles, como la de cuatro orates universitarios que
permanecían bajo un sol rajapiedras portando sendas banderas (nacional y
del 26 de Julio) en los flancos del Alma Mater.

Millares de fidelistas ―a quienes después le dan el resto del día
franco― hicieron fila para marchar frente a la imagen del "invencible
Comandante en Jefe", mientras sus cenizas reposaban en algún nicho del
MINFAR. La pregunta obligatoria era: "¿Los indios de la Manzana de
Gómez también desfilaron?".

"¡Fidel es mi padre!", declaró un entrevistado y estallaron las
carcajadas de quienes veíamos la televisión. "Tony Castro, el que
vacaciona en Grecia y puede reservar cinco suites de un golpe (a 1.000
dólares la noche) junto a sus hermanos, sí tiene ese título
aristocrático", aseveró uno de los indignados televidentes y, vale
aclarar que todos estaban sobrios.

"Ni me alegro, ni lo lamento, pero regresó el optimismo a mi cuerpo",
declaró un almendronero. "Ya salvamos el mayor obstáculo, la Pelona se
encargará del resto y después nos sentaremos a la mesa, y, a Dios, gracias".

"Que me perdonen, pero Obama es muy blandito para esta gente", afirma un
ingeniero que trabaja por cuenta propia. "Eso de empoderar al pueblo con
la crápula raulista en el poder es cosa de bobos, bobitos y manolitos.
Las utilidades del deshielo cayeron en los bolsillos de los militares y
al fondo del abismo no llega nada. Ahora Trump entrará en la Casa Blanca
machacando huevos. Por eso El Caballo puso pies en polvorosa como hizo
en el Moncada, la Sierra y Girón".

"Los venezolanos opositores también tienen sobrados motivos para
festejar", indica un contable. "Los chavistas encubiertos que le
sabotearon el referendo revocatorio a la oposición fue una idea del
Caballo. Maduro no genera soluciones maquiavélicas. Ese tiene un tenis
en la cabeza."

Yo soy El Caballo

La velada en la Plaza de la Revolución tuvo una pincelada épica, cuando
el griego Alexis Tsipras reencarnó en Homero con su lira imaginaria
declamando las hazañas del semidiós. Otros 14 jefes de Estados y altos
funcionarios hicieron uso de la palabra, pero la cagazón se la
repartieron Evo Morales, Daniel Ortega, Maduro y Raúl.

"¡Yo soy Fidel!", coreaba una multitud inamovible―en su mayoría
provinciana―, que no podía largarse antes de tiempo por falta de
transporte. El estribillo formará parte de las futuras charangas:
"Porque no hay comida/ yo soy Fidel/ porque no hay transporte/ yo soy
Fidel/ porque no hay medicinas/ yo soy Fidel/ porque gano poco/ yo soy
Fidel/ mi techo está cayéndose/ yo soy Fidel/ porque hay apagones/ yo
soy Fidel/ porque me maltrata la burocracia/ yo soy Fidel/ porque soy un
miserable/ yo soy Fidel/ porque no puedo protestar/ yo soy Fidel…" Y
agreguen las que faltan.

La segunda parte viene acompañada de culto a la personalidad al estilo
dinástico de los Kim. Ciudades, calles, fábricas, hospitales,
agromercados, estadios, barcos, puertos, trenes, almendrones,
bicitaxis, carriolas, patines y el copón divino serán honradas con el
nombre del líder desaparecido.

Lo cierto es que ya celebramos la fiesta del Caballo, ahora hacen falta
testículos y ovarios para borrar la historia y construir un futuro.
Algo que está por ver. Aunque la esperanza es lo último que se pierde.
Vivir para ver.

Source: La fiesta del Caballo | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1480799426_27159.html

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