domingo, 16 de octubre de 2016

La información como traición

La información como traición
YOANI SÁNCHEZ, 14/10/2016

La calma no se le da bien a los autoritarios. Necesitan que el
sobresalto se extienda entre los ciudadanos para gobernar a sus anchas.
Ese escenario de temores se ha agudizado en los últimos meses en Cuba,
en los que el Gobierno ha reforzado o abierto nuevos frentes contra la
oposición, el cuentapropismo, los jóvenes que aspiran a una beca en
Estados Unidos y, en especial, la prensa independiente.

Los tambores de la batalla resuenan y el enemigo principal lo encarnan
en esta ocasión los periodistas no afiliados a medios estatales que
narran los daños ocasionados por el huracán Matthew. El Gobierno se
opone a que "sitios privados o abiertamente al servicio de la
contrarrevolución" den una "imagen, no ya diferente, sino distorsionada
de la realidad", según apunta un artículo publicado este jueves en Granma.

El texto bajo el título Matthew: humanismo, transparencia y manipulación
es apenas una escaramuza más en la escalada de las últimas semanas
contra las publicaciones que se escapan del control partidista. Lo
novedoso es que en esta ocasión el ataque alcanza a ciertas zonas de la
prensa independiente que han luchado a brazo partido para no ser
incluidas en el saco de los "enemigos".

La actual ofensiva contra ellos, encarnada en los arrestos que sufrió el
equipo de Periodismo de barrio y su directora Elaine Díaz, las amenazas
contra Fernando Ravsberg sobre una posible expulsión del país y la
sanción contra el periodista holguinero José Ramírez Pantoja, demuestran
que para el retrógrado oficialismo cubano todos los gatos son pardos, o
lo que es lo mismo: el periodista que no aplauda con suficiente
entusiasmo es un traidor.

La arremetida oficial ha alcanzado al informe redactado por el Comité de
Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) sobre la
situación de la prensa en Cuba, un estudio en el que colaboró Ernesto
Londoño, periodista del diario The New York Times y cuyos editoriales
proclives al deshielo con Estados Unidos eran ensalzados hasta hace poco
por la prensa gubernamental.

Ahora... ahora todos hemos quedado metidos en el mismo saco.

De nada sirve a las nuevas víctimas tomar distancia de quienes han sido
estigmatizados por la propaganda oficial en programas televisivos
transmitidos en horario estelar. Poco funciona ya que los atacados hoy
por el encono oficial abjuren del periodismo independiente nacido en la
década de los noventa. Ni siquiera que abominen de blogueros
"conflictivos" o disidentes y aseguren públicamente que los guía una
ideología de izquierdas.

Nada de eso importa. Porque lo que está ocurriendo ahora mismo es el
encontronazo entre dos tiempos. Una era en la que el Partido Comunista
de Cuba pudo controlar, decidir y manipular a su antojo toda la
información que publicaban los medios en la Isla. Tiempos en que nos
enterábamos semanas después de que el Muro de Berlín había caído y que
las imágenes del Maleconazo eran escamoteadas de las primeras planas de
los diarios nacionales. Esa época está muriendo y está naciendo otra,
gracias a las nuevas tecnologías, al compromiso con la verdad de muchos
periodistas y a las crecientes ansias de estar informados que muestran
los cubanos.

Sin embargo, a la Plaza de la Revolución, acostumbrada a decidir cada
titular y nombrar a dedo a los directores de periódicos, emisoras y
noticieros, poco le importa si el nuevo objeto de su ojeriza es una
revista de modas, una publicación de deportes o un sitio informativo. Si
no tiene el sello partidista cualquier intento informativo será visto
como una declaración de guerra.

Mientras los periodistas cubanos sigan sin reconocer que más allá de los
matices editoriales, las fobias o filiaciones ideológicas de cada cual,
deben unirse y protegerse los unos a los otros, el oficialismo seguirá
asestando estos golpes. Satanizará, arrestará y confiscará los útiles de
trabajo a los reporteros que no estén en su nómina, no importa si se
dedican a hablar de la migración de las aves rapaces o de los actos de
repudio que vive la oposición.

Para lo único que vale ahora mismo tomar distancia es para que las
fuerzas más contrarias a la libertad informativa nos despedacen.
Separados somos solo periodistas a merced de los caprichos del poder;
juntos conformamos un gremio vigoroso y necesario.

Sirva este texto para enviar mi solidaridad a todos los colegas que hoy
están en el ojo del huracán de la represión, sea cual sea su línea
editorial, el enfoque de sus trabajos o el color de los sueños que
acaricie para nuestro país.

Source: La información como traición -
http://www.14ymedio.com/blogs/generacion_y/informacion-traicion_7_2090260954.html

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