El Malecón, un "Mercomar" al aire libre
¿Por qué tanto mar rodeando nuestra isla y, en nuestras mesas, continúan
los pollos congelados haciéndose pasar por pescado?
Martes, octubre 25, 2016 | Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba.- Bromeando con el nombre de aquellos mercados que en
alguna época vendieran buenos pescados a la población y que hoy, la
mayoría de las veces, solo venden tronchos de tenca (pez de agua dulce
capturado en las presas) y croquetas de claria (un tipo de pez gato,
considerado una plaga en los acuíferos cubanos), algunos habaneros
suelen llamar "Mercomar al aire libre" al Malecón, más a ese tramo que
comprende la Avenida del Puerto, a la entrada de la bahía.
Entre las 7 y las 11 de la mañana o hacia las últimas horas de la tarde,
quienes viven en las cercanías, acuden al Malecón a comprar el pescado
que no encuentran en los comercios estatales.
Incluso los dueños de famosas paladares (restaurantes privados)
adquieren una buena parte del producto que elaboran en sus cocinas en
ese lugar, abastecido por un centenar de pescadores, la inmensa mayoría
no asociados a cooperativas pesqueras.
Son, la mayoría, vecinos de la zona que han encontrado en lo que al
inicio tal vez fuera solo un pasatiempo, un modo alternativo de ganarse
la vida o incrementar sus ingresos.
Mauricio, un joven de 15 años, confiesa que muchas veces deja de ir a la
escuela para dedicarse a pescar, en parte porque le gusta el oficio,
pero también porque lo considera una forma de ayudar a su familia:
"Lo hago porque me gusta pero también porque gano dinero. Ya al mediodía
yo tengo vendido el pescado, cuando me va bien porque hay veces que aquí
no pica nada", comenta Mauricio.
Leymen, otro joven, asegura que en su familia casi todos se dedican a la
pesca en el Malecón:
"Comencé a venir con mi abuelo y me embullé. Hay veces que vienen mi
papá y mi hermano. Mi papá trabaja de custodio pero los días en que no
trabaja viene porque aquí se hace algo siempre. (…) Parguetes, agujas,
coloraos, pulpos, aquí se pesca lo que caiga pero siempre se vende todo.
Es raro el día que uno se queda con algo", dice Leymen.
Iván, un pescador habitual en el lugar desde hace más de diez años,
describe quiénes son sus clientes:
"La gente, normal, pasa, te pregunta. Aunque como yo llevo años aquí, ya
tengo mis compradores, en dos paladares. Sobre todo los viernes, los
fines de semana, todo lo que pesco, lo vendo. (…) Aquí viene también
mucho extranjero, como no encuentran pescado en los mercados, vienen
aquí. (…) Hay quien se pasa la noche entera pescando y ya a las 7 o las
8 ya tienen todo vendido porque la gente comienza a llegar temprano para
llevarse lo mejorcito. Es como un Mercomar al aire libre", afirma Iván
entre risas.
Asela es, entre otras cosas, la encargada de hacer las compras diarias
para una célebre paladar de la Habana Vieja donde han comido famosos de
los mundos de la política y del espectáculo. Todos los días,
religiosamente, compra en el Malecón los productos del mar.
"Prefiero venir hasta aquí, yo misma, que encargarlo", asegura Asela.
"Uno nunca sabe lo que te pueden vender por ahí ni cuánto tiempo lleva
congelado. El pescado de aquí es fresco y eso es mentira de que está
contaminado. Eso sí, tienes que comprarle a la gente de los botes, no a
los del muro. (…) El de los botes no es de la bahía, sino de mar adentro
(…). No se puede comprar el pescado en la shopping (tiendas que venden
en divisas), en primer lugar porque es demasiado caro; segundo, porque
casi nunca lo hay y, tercero, porque es de muy mala calidad".
Gilberto, un asiduo cliente del "Mercomar al aire libre", coincide con
los criterios de Asela:
"Una vez compré un paquete de merluza en (el boulevard de) San Rafael.
No solo me costó carísima sino que no sabían a nada y cuando se
descongelaron eran pura agua. Eran dos kilogramos y creo que les saqué
más de la mitad en agua (…). Aquí no hay merluzas pero a veces hay
buenos pargos, agujas, que tú ves cómo los limpian, no hay nada de
invento", comenta Gilberto.
El malecón no solo se ha convertido en un mercadillo informal de
alimentos del mar, también funciona como una especie de tienda por
departamentos especializada en las artes de pesca.
Abundan los vendedores de rollos de nylon de distintos calibres, varas
de pescar, anzuelos, carnada, redes, cámaras de automóviles y hasta
piezas y motores para las embarcaciones de los pocos afortunados que
cuentan con un permiso para adentrarse en alta mar con un bote a motor.
"Nunca nos han dicho nada", comenta Rubén, uno de estos vendedores.
"Esto no es nada malo, la pesca es un deporte. Hay policías que se ponen
pesados pero no es siempre (…). En toda Cuba no hay una tienda donde se
vendan estas cosas. Estamos rodeados de agua y es una locura que no
exista una tienda, ni siquiera que a los muchachos se les enseñe a
pescar. (…) Ya que no puedes vender pescado a la población por esto o
por aquello, véndeles las cosas para que pesquen la jama (la comida),
enséñalos a pescar. (…) Hay tantos cursos de Universidad para Todos
(programa televisivo) de historia y de física y de no sé cuántas
boberías, hagan un curso para que la gente aprenda a pescar, a cazar, ya
que no hay dinero, al menos que tengan un escape por ahí".
Norelbis, otro vendedor, afirma que la mayoría de los productos para la
pesca que se venden en el Malecón, son suministrados por personas que
los compran en el exterior:
"Te puedo decir que casi todo. Los anzuelos, los nylons, me los traen de
Estados Unidos, y como no es fácil encontrarlos aquí, al menos de esta
calidad, yo los vendo en diez veces lo que cuesta allá. (…) Siempre se
les saca el dinero, es una inversión. (…) Aquí se vende todo el pescado,
y si no lo vendes, es comida que te llevas para la casa, o lo limpias y
los haces filetes y se vende hasta mucho más caro".
Más allá de lo pintorescos que puedan parecer los pescadores del Malecón
y sus viejas embarcaciones, a tono con ese "aire habanero" de ciudad
detenida en el tiempo, imagen que tanto gustan de sobrexplotar las
agencias de turismo nacionales y foráneas, la pesca en el Malecón
responde más que a una afición o una tradición, a la necesidad de las
personas de buscar dinero y comida, un binomio muy difícil de aparear en
estos tiempos.
La realidad de la existencia de un "Mercomar al aire libre",
clandestino, nos deja varias preguntas donde quizás la más importante
tenga que ver con ese enigma que nadie ha podido descifrar: ¿Por qué
tanto mar rodeando nuestra isla y, en nuestras mesas, continúan los
pollos congelados haciéndose pasar por pescado fresco?
Source: El Malecón, un "Mercomar" al aire libre | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/el-malecon-un-mercomar-al-aire-libre/
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