viernes, 14 de octubre de 2016

El castrismo pretende cambiar el sentido de la bandera

El castrismo pretende cambiar el sentido de la bandera
PEDRO CAMPOS | La Habana | 14 de Octubre de 2016 - 08:44 CEST.

El destacado defensor del indefendible neocapitalismo monopolista de
Estado impuesto en Cuba en nombre de un inexistente socialismo, Enrique
Ubieta escribe en Granma que las enseñas nacionales de Cuba y EEUU
"representan las opciones, los símbolos a elegir: dos banderas, dos
historias, dos modos de vida", en un vano intento por dar connotación
ideológica en confrontación a los símbolos nacionales de ambos países.

Es parte de la propagada fidelista que intenta mantener la confrontación
entre EEUU y Cuba, e impedir el avance de la normalización de
relaciones, por el miedo sofocante a "la penetración imperialista con la
que se pretende destruir la revolución desde dentro".

Pero además, como es tradicional en el fidelismo, pretende cambiar el
significado de la bandera.

Ni la bandera cubana, ni la estadounidense tienen connotaciones
ideológicas como las que intenta el autor. La una y la otra son emblemas
de cada nación, simbolizan sus pueblos y sus luchas por la soberanía,
representan los intereses de todos sus ciudadanos, independientemente de
su ideología y su visión política, social y económica.

Tan estadounidenses son los demócratas que siguen a Hilllary Clinton,
como los republicanos que apoyan a Donald Trump, los socialistas
democráticos que respaldaron a Bernie Sanders, o los libertarios que van
tras Gary Johnson.

¿Se pretende que los 14 millones de cubanos, 11 dentro y tres fuera del
país, pensamos todos igual y todos defendemos eso que el sugiere como el
"modo de vida cubano"? Quien así piense está muy mal informado.

Se busca ignorar que tan cubanos como los defensores del
estatal-socialismo, son los que no comparten sus ideas, sean
procapitalistas liberales, capitalistas democráticos, socialistas
democráticos, comunistas críticos, libertarios, anarquistas, trotskistas
o de cualquier otra tendencia ideológica o política.

Detrás de ese intento de politizar los símbolos nacionales, el vocero
fidelista procura defender el mismo estereotipo que Randy Alonso, cuando
se refirió como "excubano" a Orlando Ortega, quien ganó medalla en las
recientes olimpíadas compitiendo por España.

Señores del fidelismo fundamentalista, bájense de esa mata que no tiene
asidero firme. Se pueden caer y golpear.

Cubanos somos todos los nacidos o no en Cuba, hijos de cubanos, que
amamos esa bandera con su contradictoria historia y sentimos que ese
archipiélago hermoso, con sus playas, sus paisajes, ríos, montañas y
ciudades llenas de tradiciones culturales, es el país donde queremos
vivir y prosperar, con todos y para el bien de todos y no solo para una
parte de la población.

La cubanía no es patrimonio de ninguna ideología. Esa es la manera que
ha pretendido el castrismo para mantener divididos a los cubanos: "los
cubanos somos los revolucionarios, los fidelistas, los demás son
contrarrevolucionarios, agentes del imperialismo, pronorteamericanos,
anexionistas".

Son los mismos que quieren convertir en símbolos nacionales a
determinadas figuras o pretenden identificar la bandera, el escudo y el
himno nacional con "su revolución, su socialismo y sus líderes".

Acaso los defensores de los indefendible no saben que las ideas
políticas e ideológicas no pertenecen a ninguna nación, que surgen acá o
allá y se expanden por el mundo. Las ideas socialistas no son de origen
cubano. Como no nacieron en Cuba los ideólogos del liberalismo.

Ese discurso maniqueo, estereotipado, antinacional, divisionista debe
ser borrado del lenguaje de los cubanos si queremos algún día alcanzar
la anhelada prosperidad.

La diversidad del pensamiento político cubano, siempre presente en
nuestras luchas, debe ser respetada. Los extremos que solo se reconocen
a sí mismos como los auténticos cubanos, son los responsables de la
división y la dispersión de los cubanos por el mundo.

Y por último, parece que los fidelistas desconocen que la bandera del
triangulo rojo y la estrella solitaria, nuestra enseña nacional, fue
traída a Cuba, nada más y nada menos que por un anexionista, Narciso
López, que pretendía convertir a Cuba en un estado más del pujante país
salido de las 13 colonias inglesas en el norte del continente.

No ha quedado esa bandera como pabellón patrio porque fuera anexionista,
pero quienes la concibieron y quienes la enarbolaron en nuestras guerras
de independencia, tenían en su mente que EEUU, en esos tiempos,
representaba la vanguardia de la libertad y la democracia en el mundo.

Los cubanos que llevamos sufriendo casi ya 60 años de fidelismo, que
aspiramos a un país libre de todo yugo interno y externo, seguimos
honrando esa bandera pero por independentista y soberana. Pretender que
representa la explotación, la represión y la dictadura dizque del
proletariado, impuesta en Cuba, es una de las mayores ofensas que pueda
hacérsele a la bandera de todos los cubanos.

¡A tanta enajenación, desinformación y desconocimiento ha llegado el
embrutecedor fidelismo!

Source: El castrismo pretende cambiar el sentido de la bandera | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1476416936_25995.html

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