Cafeterías estatales en CUP, la opción de los pobres
ADRIANA ZAMORA | La Habana | 22 de Octubre de 2016 - 10:19 CEST.
Cigarros Criollos y Titanes a siete pesos, Cigarros Aroma a 7,50,
Refresco Coracan a un peso, Refresco Nacional (enlatado) a 10 pesos,
Cerveza Mayabe a 18 pesos.
Eso es lo que dicen, en general, las tablillas de las cafeterías en
pesos cubanos (CUP) de La Habana. Algunas incluyen otras ofertas, como
panes con jamón, con pasta, con queso crema. Las hay especializadas,
como las "Casas del Perro Caliente" de la calle 23, en el Vedado.
El denominador común entre ellas es que todos los productos se venden en
CUP y a precios más bajos que los de las cafeterías en pesos
convertibles (CUC).
"Los precios es verdad que son bajos, comparados con los particulares y
los estatales en divisa", reconoce Miladis, trabajadora del ICRT. "El
problema es que la calidad de lo que venden es dudosísima".
Muchos trabajadores estatales cubanos que viven esencialmente de su
salario no tienen otro remedio que consumir estos productos, pues el
dinero no les alcanza para más.
"Pero no es que me guste el pan con croqueta de harina", aclara Miladis.
Beatriz, quien trabaja en un organismo estatal en la Habana Vieja, suele
almorzar en el Ten Cent de Obispo.
"Desde que nos quitaron el almuerzo, hace unos años ya, voy a Obispo a
comer algo. Antes comía pizzas de cinco pesos, de esas que no tienen
tomate, o un pan con lechón, por el mismo precio", cuenta. "Pero, la
verdad, prefiero comer pan con tortilla a dos pesos. Es más barato y al
menos sé que los huevos vinieron de una gallina, porque las hamburguesas
o el picadillo no sé de qué los hacen".
A Indira, profesora universitaria, las cafeterías en CUP la deprimen.
"Las que son grandes, como el Ten Cent de Obispo y el de 23 y 10, están
más oscuras que una boca de lobo", explica. "Los estantes son viejos y
rayados, los pisos sucios o manchados de tantos años sin repararse. Las
más pequeñas no tienen ni dónde sentarse, y las condiciones higiénicas y
la calidad de los productos tampoco son las mejores".
Ana Paula se considera una fanática de los perros calientes, por eso
frecuenta las cafeterías que los venden en moneda nacional.
"A la que más voy es a la de 23 y K, que es muy céntrica", dice. "Yo no
sé si es mala suerte mía, pero lo más frecuente es que los panes estén
viejos; vaya, que nunca son del día, y cuestan 10 pesos, no uno ni dos".
Otros clientes se quejan del olor que despide la grasa de freír en los
lugares donde se venden panes con croquetas o hamburguesas.
"Nunca cambian la grasa", dice María. "Nada más hay que oler para
saberlo. Cocinan con ella hasta que se gasta y seguro echan la nueva sin
fregar el caldero, porque aunque la comida no sepa a refrito, huele
siempre a refrito".
La venta de bebidas también causa algunas incomodidades en los clientes.
La queja más frecuente es que las cafeterías solo ofertan con
regularidad refrescos enlatados, que son más caros.
"Yo no tengo 10 pesos todos los días para pagar un refresco", critica
Miladis. "Deberían mantener estable la venta de refresco a granel, que
cuesta un peso, o de refresco gaseado, porque hay un montón de gente
igual que yo, que no puede pagar una lata".
También la calidad de los refrescos a granel preocupa a los clientes.
"Yo tomaba refresco gaseado en Infanta y Carlos III o del otro lado de
la avenida, en la pizzería que hay en Infanta, antes de llegar a Jesús
Peregrino", cuenta Indira. "Al principio estaba bueno, pero después lo
mismo sabía a agua sola que a azúcar a pulso".
Hace dos semanas Silvia quiso tomarse una cerveza Tínima en una
cafetería de Guanabacoa.
"Son esas que vienen en botellitas chiquitas y cuestan ocho pesos",
dice. "La vi barata, y como tenía tremendo calor, la pedí".
La dependienta de la cafetería le explicó a Silvia que no tenían
refrigeración, así que la cerveza estaba caliente. Tampoco podía comprar
la botella para llevarla para su casa y enfriarla.
"Para llevarme la botella tenía que dejarle una vacía", se queja Silvia.
"¿Quién anda con una botellita de cerveza vacía en la cartera? No tengo
idea de cómo esta gente logra vender la mercancía".
Ana Paula asegura que nunca toma refresco instantáneo en las cafeterías
en CUP.
"Aunque esté frío, ni lo miro. ¿Tú crees que lo hacen con agua hervida o
con hipoclorito?", se cuestiona. "Si a veces lo miras bien y tiene hasta
partículas raras flotando".
A pesar de la deficiente calidad de los productos, la fealdad de las
instalaciones, el churre y hasta el mal servicio, algunas personas
prefieren no quejarse.
"Mejor no escribas sobre eso", pide Eugenio, custodio que trabaja en la
Habana Vieja. "Es verdad que están en candela, pero es lo único que
tenemos la gente como yo. Si nos quejamos mucho, capaz de que las quiten
o las pongan en dólares y ahí sí que nos jodimos los que somos pobres".
Source: Cafeterías estatales en CUP, la opción de los pobres | Diario de
Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1476883433_26116.html
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