Baracoa después del huracán: entre el descontento de la población y la
militarización
Iván García Quintero
Ahora mismo, Baracoa es un pueblo militarizado y errante. Viven como
gitanos. La gente repara sus casas con materiales reciclados, a la
espera de que una comisión gubernamental reparta los materiales de la
construcción.
Guantánamo, Cuba - Esta nota es un ejercicio a dos bandas. Les explico.
Llegué a Guantánamo, rozando las cinco y media de la tarde del miércoles
12 de octubre, luego de 17 horas de viajes. Mi plan era seguir rumbo a
Baracoa.
Antes, quería comprar velas, sábanas y algunos enlatados en las tiendas
por moneda dura de la ciudad. A pesar de la cercanía con Baracoa, poco
más de 175 kilómetros, no pude encontrar conservas en Guantánamo. Los
precios, de apaga y vámonos. Una sábana y una funda, casi 10 cuc, y una
lata de 700 gramos de puré de tomate, 7 cuc.
Como en Baracoa la mayoría de los barrios están sin luz eléctrica -un
mes demorará dice el gobierno, dos o más piensan los activistas y
periodistas independientes guantanameros-, alimentos como la carne de
cerdo, pollo o pescado se compran en menor cantidad.
El huevo podría ser un buen sustituto como proteína por lo barato de su
precio, un cartón de 30 huevos cuesta 1,50 cuc, pero cuando en
Guantánamo sacan huevos a la venta, se arman grandes colas y se agota en
minutos.
En los comercios estatales no vi galletas de sal o de soda en moneda
nacional. Lo particulares ofertan galletas de panadería con sabor a ajo,
ajonjolí o mantequilla, a veinticinco pesos el paquete.
Rolando Rodríguez Lobaina, líder de la Alianza Democrática Oriental,
fundada en febrero de 2004, y director de Palenque Visión, una agencia
que produce audiovisuales en las cinco provincias orientales, por
precaución, me recomendó no viajar a Baracoa.
El mismo día que llegué, miércoles 12, la policía política había
detenido a once periodistas, entre ellos a Maykel González, de Diario de
Cuba, y nueve del equipo de Periodismo de Barrio que lidera Elaine Díaz.
A Roberto Quiñones, residente en Guantánamo y colaborador de Cubanet, la
Seguridad del Estado le advirtió que no podía viajar a Baracoa.
"El despliegue policial es impresionante. Baracoa está tomada por las
fuerzas armadas. Es el ejército quien reparte las ayudas y controla al
pueblo. Las boinas negras, una división élite de las fuerzas armadas,
tienen puestos de control en las dos entradas de Baracoa, La Farola y
por la carretera de Moa, además de proteger las bodegas, tiendas en
divisas y almacenes. Probablemente temen que se produzcan saqueos y
robos por parte de la población. Ahora mismo, en la ciudad hay un Estado
de Emergencia. No es inteligente desafiar a esas fuerzas. Ya habrá
tiempo de escribir historias sobre los damnificados de Baracoa. Sus
problemas no se resolverán en seis meses, ni en un año ni en dos",
cuenta Rolando con su hablar típico de los habitantes de regiones
orientales.
Según Lobaina, costará bastante tiempo recuperar la producción de cacao
y café. "El huracán arrasó con todas esas plantaciones. Los pueblos
intricados puede que estén hasta un año sin luz. El desastre es el mayor
de la historia en Baracoa".
En la Ciudad Primada, como es conocida Baracoa, la primera villa fundada
por los españoles el 15 de agosto de 1511, el salario es más bajo que en
otras provincias, y por la cercanía con la Base Naval de Guantánamo, en
caso de guerra -siempre los hermanos Castro suponían que habría una
agresión de Estados Unidos- tomar la ciudad por tropas enemigas era
cuestión de tiempo.
En la doctrina de la guerra de todo el pueblo, las FAR no contemplaban
pelear con sus mejores tropas para mantener Guantánamo. Por tanto, la
ciudad cabecera de provincia ha sido una plaza abandonada a su suerte.
Solo hay dos o tres hoteles. Y es raro ver a turistas extranjeros. Los
pocos excursionistas foráneos preferían visitar Baracoa.
Al no poder desplazarme a Baracoa, la mejor opción era trabajar
apoyándome en los numerosos colaboradores que Palenque Visión tiene en
la provincia de Guantánamo.
Lobaina ha armado un buen equipo logístico que destaca por su calidad
humana. Gente muy pobre que comen poco y mal, pero con una honradez a
prueba de balas. A distancia, con llamadas por teléfono, fotos y
audiovisuales de colaboradores residentes en Baracoa, armé este reportaje.
Ahora mismo, Baracoa es un pueblo militarizado y errante. Viven como
gitanos. La gente repara sus casas con materiales reciclados, a la
espera de que una comisión gubernamental reparta los materiales de la
construcción.
Ya el Estado verde olivo decretó que se venderían a mitad de precio.
Pero para Ernesto, un baracoense que no quiso ser filmado, "es un abuso,
un descaro del gobierno vender los materiales de construcción. Aquí, el
70 por ciento de los pobladores ganan muy poco dinero. Soy carpintero y
gano 300 pesos al mes. ¿De dónde carajo voy a sacar 3 mil o 4 mil pesos,
a precios subsidiados, para comprar los materiales que necesito para
reparar mi rancho?", dice molesto.
La apologética prensa oficial intenta vender el relato de que, a pesar
de los destrozos, la gente confía en la revolución y está feliz de ver a
los dirigentes del gobierno al frente de la recuperación.
Nada más lejos de la verdad. "¿Quien puede estar feliz después de perder
su casa y sus escasas pertenencias? Hay que ser masoquista para decir
esa mentira. La gente está molesta, haciendo colas para cargar agua o
comida y sin luz eléctrica no se sabe hasta cuándo. Yo tuve que pagar 12
pesos por un paquete de galletas viejas y zocatas. Es una
desconsideración del gobierno. Se habla en la radio de ayuda que llega
de muchos países. Pero a Baracoa ha llegado muy poco", indica Lugardo
por vía telefónica.
Daimara, joven profesora de una secundaria en Baracoa, relata las
penurias que viven los lugareños tras el paso del huracán Matthew. "A mí
se me mojaron los colchones y sufrí daños considerables en la casa.
Estuve tres días prácticamente sin comer nada. Ahora que llegan las
caravanas es que comenzaron a vender algo. Pero los productos lo venden
muy caros".
Cientos de mujeres, como Liena, a falta de agua, después de las once de
la noche van a bañarse al río Miel de Baracoa. Parada al frente de su
casa, con el techo destrozado, confiesa: "Tenemos que bañarnos a esa
hora por los mirones". Y para paliar el calor, "como no tenemos techo,
dormimos al aire libre y así nos da fresco".
Si Guantánamo es una ciudad pobre del Tercer Mundo dentro de un país del
Tercer Mundo, según expresara el autócrata Fidel Castro, Baracoa, luego
de la furia de los vientos de Matthew, es un poblado con
infraestructuras y calidad de vida del cuarto mundo. Comparable con
Haití. Su vecino cercano.
Source: Baracoa después del huracán: entre el descontento de la
población y la militarización -
http://www.martinoticias.com/a/baracoa-militarizacion-poblacion-descontento/131826.html
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