lunes, 4 de julio de 2016

La Habana huele a…

La Habana huele a…
Me lo confesó un amigo español que vino de visita durante los festejos
por la declaración de la urbe como Ciudad Maravilla
Lunes, julio 4, 2016 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba.- "La Habana huele a orina", me dijo un amigo español
durante un paseo por la capital cubana. Empresario hotelero al que no le
importan las ideologías mientras pueda cerrar un buen acuerdo comercial,
vino a La Habana durante los festejos por la declaración de la urbe como
Ciudad Maravilla y, a pesar de no salirse de su "ruta de lujo" que solo
incluía la visita a hoteles, restaurantes, bares y playas, regresó a
Europa decepcionado por los olores, muy distintos a los del habano y las
frutas exóticas que muestran las revistas de turismo.

"En cualquier esquina, a cualquier hora, encuentras personas orinando;
he pisado no sé cuántos charcos de orina, el mal olor es asfixiante en
casi todos lados", protesta mi amigo que más adelante agrega: "a mí no
me importa abrir un hotel en un país comunista, feudalista o lo que sea,
pero sí me importan mis huéspedes, que no se enfermen, que la pasen
bien. El socialismo no es un obstáculo; la falta de higiene, sí".

No sólo mi amigo se ha llevado consigo esta imagen negativa de La
Habana, también muchos cubanos que la viven o la visitan terminan
reparando en un fenómeno que, al parecer, no ha sido tomado en cuenta
cuando se habla de rediseño de espacios urbanos, restauración de
edificios patrimoniales, de cuidado del entorno y de desarrollo turístico.

"Hay orina y heces por todos lados porque ¿dónde hay un baño público?",
esta ha sido, en resumen, la respuesta que hemos recibido de casi todas
las personas interpeladas al respecto en la calle.

¿Pero es la falta de baños públicos la única causa de que La Habana se
haya convertido, según ha dicho uno de los entrevistados, en una
"letrina gigante"?

El edificio de Arte Universal, perteneciente al Museo Nacional de Bellas
Artes, frente al Parque Central de La Habana, es uno de los más
afectados por esta realidad. Un guardia de seguridad de la institución
opina al respecto:

"Estos pasillos se han convertido en el principal baño público de La
Habana. Incluso en la misma puerta del museo hay charcos de orine. Todas
las columnas están manchadas y los pisos habría que pulirlos de nuevo.
(…) Nosotros no podemos hacer nada porque técnicamente el pasillo no es
parte del museo y cuando cerramos por la tarde y oscurece, esto es
tierra de nadie. (…) Del otro lado está el banco [una sucursal del Banco
Metropolitano] y tienen un custodio pero su trabajo es cuidar el banco,
no los pasillos, eso es trabajo de la policía pero yo he visto también
policías orinando".

Un oficial de la policía que presta servicio en las áreas aledañas al
museo, al entrevistarlo sobre el asunto coincidió con las opiniones que
señalan a la falta de baños públicos como la causa principal del estado
higiénico de la ciudad:

"No hay baños públicos, esa es la razón. (…) Hay también indisciplina
social pero por la noche, por la madrugada, ¿quién encuentra un baño
abierto?, no a todo el mundo lo dejan entrar en un hotel. Los bares
donde hay baño no están abiertos toda la noche. (…) El baño público de
[la calle] San Rafael, que es el único de todo esto por aquí, solo abre
hasta las 6 de la tarde. (…) Yo detengo a los descarados, a un borracho
pero con los demás no me queda más remedio que hacerme el ciego de vez
en cuando".

En La Habana actualmente solo funcionan dos baños públicos, uno en el
Vedado y el otro en Centro Habana, ninguno de los dos cuenta con horario
nocturno. Un funcionario de la Empresa de Servicios Comunales de la
capital nos explica la situación:

"Hay otros baños públicos pero han tenido que cerrar por el mal estado
en que se encuentran. Eso no quiere decir que los que existen estén en
buenas condiciones pero al menos se mantienen abiertos, aunque algunas
veces hay que cerrarlos porque sufren deterioro de la plomería,
tupiciones, falta de agua o no existe personal para atenderlos (…). Los
horarios son diurnos porque antes se prestaba servicio por las noches y
la gente usaba los baños como posada ([lugares para relaciones
sexuales]. El del Parque del Quijote se hizo famoso por eso y la gente
iba a lo que todo el mundo sabe. Ya no era un baño".

El administrador de una céntrica cafetería en la Rampa, cree que la
situación higiénica ha empeorado no por la falta de baños públicos sino
por el deterioro de los valores morales:

"La falta de baños públicos es uno [una causa] pero no el único. A la
gente le falta educación. Yo no le prohíbo a nadie usar el baño, aunque
no sean clientes, y creo que hay muchos lugares como este en la ciudad,
a la gente le molesta pagar un miserable peso y buscan cualquier rincón
y orinan. Yo he visto gente orinando en plena calle, detrás de un tanque
de basura o de un poste. No les importa si hay niños cerca, o mujeres,
se sacan la cosa y ya. Como si fuera lo más normal. (…) Lo que sí es
absurdo que en la televisión no se diga nada. Se habla de la gente que
hecha papeles en el piso o que rompen los teléfonos públicos pero nada
de los que orinan en la calle, es como si eso lo vieran bien porque
simplemente no hay baños"

En la radio, en la televisión y en los demás medios de divulgación
oficiales cubanos actualmente no existen audiovisuales educativos para
evitar el deterioro de la situación higiénica por causa de la falta de
baños públicos o la indisciplina social. Tampoco ha habido por parte del
gobierno un incentivo para estimular la creación de negocios privados
que ayuden a atenuar la situación.

Josefa vive en la calle Monte, una de las más concurridas de la ciudad.
Tenía previsto abrir un baño público como negocio particular pero la
experiencia de un vecino la hizo desistir:

"Mi vecino gastó dinero en comprar y acondicionar el local, en los
inodoros, en los herrajes pero hizo los pisos de cemento pulido
esperando a que el negocio le diera más dinero para enchapar y hacer
algo mejor pero los inspectores lo obligaron a cerrar por falta de
higiene. (…) Después que enchapó volvió abrir, pero igual le cayeron
arriba por el gasto de agua, que entonces tenía que pagar no sé cuánto
por el agua y que si los vecinos se quejaban por el mal olor del baño y
era mentira, es que los inspectores se ponen a ver si te pueden sacar la
vida. Al final cerró y con ese baño se resolvía porque no hay en toda La
Habana, y por eso también yo quería hacer algo así. (…) Y ahora mira,
todos los pasillos están "meaos" (orinados) y cagados y a nadie de
Higiene ni a los inspectores les preocupa".

Monte, San Rafael, Carlos III, Reina, Obispo, la Rampa, el Malecón son
calles y paseos que no huelen a eso que sugieren los spots publicitarios
del Ministerio de Turismo. No importa la zona de la ciudad por donde se
transite, cualquier edificio o plaza, importante o no, cualquier barrio
marginal o ciudadela, por colorida o lúgubre que parezca, desprenderá
ese tufo que, desafortunadamente, acompaña las vidas de los cubanos y
los visitantes extranjeros.

Source: La Habana huele a… | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-habana-huele-a/

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