martes, 21 de junio de 2016

Valió la pena?

¿Valió la pena?
El tercermundismo cubano no será el peor del hemisferio, pero dista de
ser ese que los propagandistas nacionales abordan sin reparar en elogios
Lunes, junio 20, 2016 | Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba.- El ritornelo de que la revolución de 1959 fue el
evento histórico de mayor trascendencia desde que Cuba se convirtió en
una república cuenta con algunos asideros retóricos que convencen. No
obstante el balance final poco tiene que ver con el prestigio y la gloria.

Ciertamente la implantación de la dictadura del proletariado trajo,
sobre todo en los primeros años, beneficios para los sectores más
desposeídos.

Por ejemplo la reforma agraria sacó a muchos campesinos de la extrema
pobreza con la entrega por parte del Estado de parcelas de tierra en
usufructo.

Por otro lado, la campaña de alfabetización a nivel nacional tuvo
efectos muy positivos en relativamente poco tiempo. El índice de
iletrados fue reducido al mínimo.

Hubo otras acciones, como la reforma urbana que proveyó a cientos de
familias de casas y apartamentos, abandonados por sus legítimos
propietarios a raíz de la guerra sin cuartel del nuevo gobierno contra
los rezagos capitalistas.

En realidad se vivió una época llena de esperanzas en relación al
progreso en el más amplio sentido del término.

Una mayoría casi absoluta confiaba en el futuro luminoso que propalaban
todos los medios de comunicación que ya habían sido expropiados por
quienes irían develándose como hombres de rancia estirpe estalinista.

Esa fe ciega en los maratónicos discursos de Fidel que desdibujaban un
entorno paradisíaco fue la antesala de las dudas y el rechazo, incluso
dentro de las clases que más se habían favorecido con la instauración
del socialismo.

Con la Ofensiva Revolucionaria de 1968, que determinó el cierre de los
negocios particulares que sobrevivían a duras penas entre el auge de
posiciones del gobierno cada vez más ortodoxas y el desastre de la Zafra
de 1970, donde los prometidos 10 millones de toneladas de azúcar
quedaron como otra fallida aspiración, comenzó la marcha hacia el
descalabro.

El tercermundismo cubano no será el peor del hemisferio, pero dista de
ser ese que los propagandistas nacionales y quienes le hacen coro
allende los mares abordan sin reparar en elogios y
sobredimensionamientos de éxitos.

A pesar de los camuflajes de ocasión, la situación de Cuba ha ido de mal
a peor.

Los ecos de la euforia inicial hace años se apagaron para dar paso a la
incertidumbre y el deseo irracional de irse, por cualquier vía, para un
país donde se pueda vivir sin tantas prohibiciones absurdas, carencias
de todo tipo y la sombra, en acecho, de un policía real o imaginado.

Un periplo por el centro y la periferia de La Habana ofrece las claves
para asegurarse de que la revolución devenida en castrismo puro y duro
fue un craso error.

Lo grave del asunto es que los culpables directos del desliz no quieren
enmendarlo ni dejan que otros hagan una labor de muchos sacrificios,
tiempo y paciencia.

La abundancia de ruinas, inmundicias y personas desequilibradas a causa
del medio donde han tenido que desarrollar sus proyectos de vida, es
suficiente para subrayar la disfuncionalidad del modelo de ordeno y mando.

Su implantación valió la pena solo para quienes lo concibieron desde que
estaban en las montañas de la Sierra Maestra luchando contra las fuerzas
al servicio del régimen de facto.

Ellos se enriquecieron a manos llenas. El pueblo ha tenido que
contentarse con las migajas y las proposiciones de un futuro grandioso.
El mismo que prometieron hace 57 años y que no acaba de aparecer en
ningún punto de la geografía nacional, excepto en los refrigerados
dominios de la llamada Nueva Clase.

El calificativo ideado por el político y escritor yugoslavo, Milovan
Djilas, que militó en el partido comunista de esta nación durante la
Segunda Guerra Mundial tiene plena vigencia en Cuba y la tendrá mientras
el partido de la hoz y el martillo sea el único dueño de las llaves del
poder. El fin de esa prerrogativa permanece distante e intangible como
la línea del horizonte.

oliverajorge75@yahoo.com

Source: ¿Valió la pena? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/valio-la-pena/

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