martes, 21 de junio de 2016

Pioneros por Cuba, seremos como Martí

'Pioneros por Cuba, seremos como Martí'
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 21 de Junio de 2016 - 8:52 am.

El pasado martes 14 de junio una niña cubana recibió los "atributos"
—pañoleta de color rojo— que la elevan a un nivel "superior" dentro de
la organización infantil cubana llamada Organización de Pioneros José
Martí (OPJM). Me había comentado desde La Habana, emocionada, que la
noche previa no iba a poder dormir; soñaba con el momento en que la
maestra o el jefe de los pioneros le cambiarían la pañoleta delante del
"colectivo". Han escogido este día de junio por el nacimiento de Ernesto
"Che" Guevara.

Las emociones de una niña de apenas ocho años me hicieron recordar las
generaciones nacidas poco antes o después del triunfo de la revolución
de 1959. Esos "pioneros" sin conciencia de sus actos que fueron los
primeros en usar pañoletas y saludar la bandera cubana reverenciando al
comunismo y a un extranjero. Lo que más recuerdo de aquellos primeros
pioneros era el azul y el blanco de sus pañoletas —como el color de las
franjas de nuestra bandera—, que muy pocos sabían hacerse el nudo
correctamente, y se comían las puntas mientras esperaban en la fila del
comedor o alguien daba una perorata.

Entonces no había Palacio de Pioneros, Campamento de Tarará, círculos de
interés o acampadas pioneriles en el Parque Lenin. Tampoco congresos
pioneriles con niños recitadores. Aún eran pocos los niños "combativos"
que para destacarse iban donde la maestra y delataban al amigo porque
todavía ser "chiva" no era un honor. Pero la Revolución cumplía la
palabra de hacer escuelas en los cuarteles —Columbia fue Ciudad
Libertad—, y también convertir las enormes casas de Miramar y del
Vedado, "abandonadas" por sus propietarios, en colegios improvisados. No
había niño en toda la Isla sin escuela. Casi ninguno sin pañoleta.
Muchos Testigos de Jehová y contrarios al régimen que se negaron a usar
el distintivo pioneril sufrieron burlas y rechazos. Pero aún se
respetaban las decisiones de los padres.

Los papás, por muy desafectos del régimen que fueran, debían admitir que
el Gobierno se las gastaba todas con los educandos. Era una anunciada
labor de adoctrinamiento que quedaba minimizada cuando los niños
recibían uniformes buenos y baratos, zapatos, libretas, libros y lápices
gratuitamente. Los maestros muchas veces eran muchachos jóvenes,
inexpertos, un poco manisueltos; sin embargo, rara era su ausencia en el
salón de clases. En las escuelas había todo tipo de implementos
deportivos y se practicaba cualquier deporte en áreas especiales. Y
había desayuno, dos meriendas, almuerzo e incluso cena en los llamados
seminternados.

¿En qué momento los pioneros se convirtieron en una cantera "pura y
dura" de jóvenes comunistas? ¿En qué año los niños empezaron a decir
como un juramento "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che"
mientras saludaban la enseña nacional? ¿En qué año desparecieron las
clases de artesanía, la enseñanza de idiomas, de música y fueron
sustituidas por círculos de estudio pioneriles para discutir los
discursos del Máximo Líder? ¿En qué instante no primaveral
desaparecieron el refresco Son, los masa reales y las galleticas Sire
del recreo?

El gran dilema de los ideólogos pioneriles actuales es que para entregar
ese mensaje de prosperidad y esperanza, para que penetre en la
conciencia de los pioneros actuales y prenda en sus corazones inocentes,
hacen falta pruebas, evidencias de que viven en el mejor de los mundos
posibles. No bastan pasteles patitiesos ni celebraciones fingidas,
programadas. Los niños cubanos de hoy —como sucedió a sus padres y
abuelos— oyen loas y consignas en la escuela, en la radio y la
televisión, pero viven otra experiencia en sus propios centros escolares
donde no hay maestros o pocos, mal preparados, y aun peor pagados.

No hay libretas, lápices, ni pupitres cómodos. Niños que si tienen más
de siete años todavía esperan sentados por el vasito de leche prometido.
No se trata de una pobreza digna, estimulante, de resistencia enérgica y
conscientemente asumida. Se trata de una terca imposición, de sufrir
abismales contrastes en una sociedad que insiste en venderse justa y
equitativa, y la realidad es que unos tienen mucho y otros muy poco
aunque usen la misma pañoleta y juren fidelidad al comunismo y al Che
todos los días.

Otro reto de la Cuba futura será destejer esa telaraña de oscuridades
históricas, medias verdades y mentiras totales con la cuales han crecido
y aún crecen las nuevas generaciones. La mayoría de los niños de la Isla
podrían pensar que la construcción del socialismo y el jubiloso
comunismo es una tarea que depende de sus manos tiernas y que, como
creyeron sus padres y abuelos, está a la vuelta de la esquina. Que
Patria, Socialismo y Revolución son una Santísima Trinidad indisoluble,
sin la cual Cuba no podrá ser independiente ni feliz. Y que estar en la
OPJM más que derecho es un deber con la Patria.

Parecerá algo nimio, pero lo primero será devolverles a los niños la
infancia verdadera, que no tiene colores ideológicos. La educación
gratuita y generalizada no debe ser una justificación para el
adoctrinamiento político. No sé si a esta altura de la historia moderna
sería sano hablarles a los niños de comunismo y del Che. Pero lo que si
sé es que primero se les debe hablar de una Cuba plural, multiétnica,
tan diversa en ideas como en aspiraciones individuales; de que la
historia no comenzó en 1959 y tampoco acaba allí; hablarles mucho de
quien fue el padre Félix Varela, y de José Martí, no del busto que deben
reverenciar cada mañana como un héroe de piedra, sino del hombrecillo
frágil, poeta, incansable amador, quien como cualquier apóstol entregó
su vida sin disparar un solo tiro contra sus enemigos.

Hace muchos años un conocido sacerdote cubano me comentó con angustia
que en vez de decir "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che",
los niños cubanos deberían decir "Pioneros por Cuba, seremos como José
Martí". Pioneros por Cuba, toda, sin distinciones de razas, ideologías,
religiones o preferencias sexuales. Niños por Cuba y como José Martí es
lo que vendría bien a todos los pequeños cubanos de todas las épocas y
lugares. Eso bastaría para que padres y abuelos no sintieran vergüenza
propia y ajena, y no tuvieran que bajar la cabeza en cada matutino escolar.

Source: 'Pioneros por Cuba, seremos como Martí' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1466070308_23114.html

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