Para qué sirve un centavo

Para qué sirve un centavo
junio 14, 2016 6:34 pm por Jorge Luis González Suárez

Plaza, La Habana, Jorge Luis González, (PD) Un centavo es la moneda
fraccionaria más pequeña del dinero cubano: equivale a la centésima
parte de un peso.

Esta pieza monetaria ha perdido hoy no solo su valor económico, sino
también su valía de uso. Es un objeto anacrónico que ha dejado de
circular, porque no existe ningún producto o servicio que posea un costo
equivalente.

Mis desaparecidos padres contaban que durante el gobierno de Gerardo
Machado se adquiría por tres kilos (denominación popular del centavo)
una libra de arroz y una de azúcar y además se pedía "la contra" de sal.

Eso, que ocurría durante la crisis económica de 1929, demuestra como aun
en esas circunstancias el centavo tenía valor.

Muchos artículos tenían un importe que no terminaba en números redondos.
Mencionaré, entre otros, los bombones de chocolate, los caramelos y las
galletas de sal o dulce que valían entre uno y dos centavos, o el jabón
de baño Palmolive, que costaba 14 centavos.

Muchas otras mercancías se vendían a 97 y 99 centavos, pero el vendedor
daba el vuelto exacto de la transacción efectuada.

Había una tienda de la calle Reina que la población llamaba "La Casa de
los Tres Kilos".

Se identificaban por la comercialización en centavos los llamados
puestos de frutas de propietarios chinos. Su venta al menudeo, permitía
consumir productos por valor de unos pocos céntimos. Allí, por ejemplo,
un plátano costaba un kilo. Hoy valen un peso.

El pasaje en los ómnibus de la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA)
costaba 8 centavos y 2 la transferencia. Para cambiar y dar el
indispensable vuelto, los conductores poseían amplios fajines con
bolsillos repletos de calderilla. Solamente se quedaban con el vuelto,
cuando el pasajero lo ofrecía como propina.

Las guaguas y bares, sobre todo en La Habana, eran invadidos con
frecuencia por músicos y cantantes callejeros que cuando terminaban sus
rudimentarias actuaciones pasaban el "cepillo", o sea, recolectaban en
la mayoría de los casos los llamados kilos, con los cuales sobrevivían
en la vida diaria.

Recuerdo todavía una triste estampa del ayer, los harapientos mendigos,
ciegos e impedidos físicos, y hasta niños descalzos que parados o
sentados en las puertas de las iglesias o en las esquinas principales en
cualquier ciudad del país, pedían limosna. Pero hubo casos excepcionales
de individuos que pedían limosnas y que al morir, encontraron debajo de
su colchoneta o en una botija, miles de pesos acumulados. Aunque no
considero esto como una actitud positiva, demuestra que recaudar
centavos tenía provecho.

La fe religiosa hacía que muchos creyentes compilaran los kilos para San
Lázaro, para llevarlos como promesa hasta el santuario del El Rincón, en
Santiago de las Vegas. Me imagino que hoy el santo al ver los centavos
debe exclamar: "¿Y para qué quiero yo eso?"

Muchas personas, en especial menores de edad, confeccionaban alcancías
en la cual depositaban los centavos devueltos en las compras. La cifra
recolectada con estos ahorros permitía en muchas ocasiones adquirir
hasta ropa y zapatos, que de otra manera le era imposible obtener a
estos grupos más desposeídos económicamente.

Contaré una anécdota que me ocurrió en un establecimiento que
comercializa en divisa. Fui a pagar una mercancía y quise completar su
importe con unos centavos recibidos en un Banco Metropolitano. Al llegar
hasta la cajera con estas monedas, me dijo: "Señor si le falta dinero yo
le completo la cantidad, porque a mi el banco no me recibe eso".

¡Increíble!

Con el depauperado estado en que se encuentra actualmente la economía
cubana, nuestro centavo es una pieza de museo. Hoy tenemos también
centavos en cuc, que son los que valen.

Antes había una frase que decía que "el kilo no tiene vuelto", pero
tenía valor. Hoy, como expresan las personas de forma vulgar, no sirve
ni para limpiarse el c…
jorgelibrero2012@gmail.com; Jorge Luis González Suárez

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