viernes, 26 de septiembre de 2014

Un intercambio cultural injusto

Un intercambio cultural injusto
El problema no es el intercambio cultural sino más bien los límites que
parece tener establecidos el intercambio cultural sui generis en
vigencia entre la Isla y el país vecino.
Joan Antoni Guerrero Vall
septiembre 25, 2014

A lo largo de las últimas semanas el llamado intercambio cultural
Cuba-Estados Unidos se ha vuelto a convertir en polémica. Un concierto
del duo Buena Fe en Miami fue el que incendió la actualidad dado que hay
personas que consideran como una ofensa su presencia en la ciudad, más
cuando hace pocas semanas los dos músicos cantaron el feliz cumpleaños a
Fidel Castro. Aquí se entiende que el problema no es el intercambio
cultural sino más bien los límites que parece tener establecidos el
intercambio cultural sui generis en vigencia entre la Isla y el país
vecino, lo que lo convierte en un intercambio falso, irreal o más bien
injusto.

Es imposible que nadie se pueda oponer a la cultura, que nadie se pueda
poner en contra de algo que es tan provechoso para aquellos que lo
practican: en un intercambio cultural siempre hay dos partes que se
transfieren arte, conocimiento e ideas. Y de esta manera tanto los unos
como los otros se ayudan a crecer. El intercambio funciona cuando ambas
partes sacan su propio provecho, en un sentido positivo.

En las condiciones actuales resulta claro que, por parte cubana, el
intercambio tiene límites que no son aceptables, pues se establece un
filtro ideológico que impide que se haga con total libertad. De Cuba
salen y a Cuba van los autorizados, aquellos que o bien tienen un
discurso adaptado para no molestar, o bien los que simplemente obvian
las cuestiones políticas, por lo general aquellos que se consideran
apolíticos cuando precisamente su "apoliticismo" es también una actitud
política. En situaciones como la de Cuba, el silencio se convierte en
complicidad política o indolencia denunciable.

En el momento actual de Cuba parece claro que todas las manos son pocas
para ejercer la presión constante que necesita un régimen petrificado y,
encima, aceptado internacionalmente en instancias como la ONU y en otros
organismos supranacionales. Así pues no se entiende que los artistas no
pretendan contribuir a propagar la necesidad de cambios en un país en el
que muchas libertades siguen hoy negadas. Acomodarse a las necesidades
del gobierno de 1959 no parece la actitud más sensata, a no ser que a la
historia se quiera pasar como un artista cortesano y complaciente con el
poder.

Durante estos días, el actor cubano Roberto San Martín, residente en
Miami, ha lanzado una propouesta para que se organice un concierto de
artistas exiliados en Cuba. No creo que su petición sea una reposición
del concierto por la paz de Juanes, que no contribuyó a nada. Aquí no se
trata de hacer conciertos de reconciliación, porque lo que se espera es
que cualquiera, sean cuales sean sus ideas políticas y sobre el gobierno
de la isla, pueda presentarse libremente en Cuba. Como todos los
cantantes antisistema (capitalista) que actúan cada fin de semana en
escenarios de las principales democracias del mundo, el castrismo
también debería permitir que grupos o artistas contrarios a su orden
constitucional se presentaran en La Habana, sin temor a altercados.

No veo a Gloria Estefan llamando a levantar barricadas, sinceramente. En
todo caso, y si la democracia cubana es tan firme (si es que son ciertos
los resultados electorales que el régimen muestra cada vez que hay
"elecciones" en la isla), probablemente esos conciertos de artistas
exiliados y anticastristas serían un fracaso de taquilla y el pueblo los
rechazaría quedándose en casa. Así, pues, más razones para que los
Castro permitan, definitivamente, que los cubanos intercambien, que
intercambien de verdad.

Source: Un intercambio cultural injusto -
http://www.martinoticias.com/content/un-intercambio-cultural-injusto/75737.html

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