Menos ansiedad y más perseverancia
[13-08-2013]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- Juan Bautista Alberdi, un indiscutible
referente de la historia decía ";la libertad no brota de un sablazo, es
el parto lento de la civilización";. Sin embargo, muchos aún creen que
se pueden obtener cambios significativos sólo quejándose y con un mínimo
de empeño. Es de una ingenuidad increíble que cierta gente que parece
inteligente piense que semejante caos puede ser superado sólo por un
mero capricho infantil.
No existen grandes logros sin monumentales esfuerzos. Lo que llega
fácil, lo que surge casi de casualidad, no se podrá sostener por
demasiado tiempo. Si se pretenden transformaciones duraderas, de esas
que suponen avanzar en serio y que dejan atrás las malas experiencias
del pasado para no repetirlas, se precisa mucho más que algo de suerte.
Las grandes reformas en la sociedad, casi nunca son producto del azar.
Puede ocurrir un hecho fortuito de esos que de tanto en tanto
sorprenden, una circunstancia cualquiera que ayude, empuje o abrevie los
ciclos naturales, pero no será esa la explicación profunda, sino en todo
caso solo un elemento adicional que haga su aporte complementario.
Se percibe hoy una ansiedad desmesurada por lograr cambiar el rumbo de
los acontecimientos. Es posible que ese apuro tenga justificación.
Cierto entendible cansancio, un notable agotamiento social, la
saturación propia de políticas que se repiten, pueden explicar en parte
esa actitud acelerada.
Las ansias no logran cambios, pero sí lo hacen el esmero y la
constancia. Las cosas suceden porque se trabaja para ello. Los logros
son la consecuencia esperable de tanto sacrificio y no de una dosis de
fortuna. El mundo no funciona bajo las pautas del berrinche infantil.
Que se desee algo con anhelo, no hace que ello ocurra. Hace falta
bastante más que eso.
Tal vez la tecnología tenga alguna cuota de responsabilidad en épocas en
que casi todo parece conseguirse con sólo apretar un botón, en las que
se averigua lo que sea en sólo segundos. Es cierto que todo sucede mucho
más rápido que antes, que los procesos sociales pueden mutar a mayor
velocidad que en el pasado, pero lejos está de convertirse en una regla
universal. Es probable que la cultura de lo automático haya logrado que
algunos ciudadanos ingenuos crean que la vida en sociedad se somete a
estas mismas normas.
La abulia, la indiferencia y la desidia, explican también lo que está
pasando. Una sociedad que espera que ";otros"; se ocupen del cambio, tal
vez no merezca ese nuevo rumbo. Después de todo el desinterés y la
displicencia también tienen su premio y vaya si esto se verifica a diario.
Por otro lado, muchas personas que han vivido diferentes circunstancias
políticas en el pasado, frente a su razonable agobio, pretenden una
celeridad en los cambios, que no se corresponde con lo posible.
Es natural que sientan que no han hecho las cosas del todo bien, o
inclusive que no merecen transitar este presente. Pero por otro lado
saben que lo que queda en sus vidas hacia adelante es menos de lo que ya
han recorrido y confunden entonces deseos con realidad.
Pero existe cierta justicia en lo que pasa. Salir de los desatinos
conlleva tiempo y es saludable asumir que se deben pagar los costos de
los errores cometidos. No sea cuestión de que la sociedad suponga que
sus decisiones son gratuitas. Mucho de lo que se vive en el presente es
el irremediable producto de los desaciertos de varias generaciones que
hoy están paradójicamente apuradas. Hay que hacerse cargo de los
fracasos propios, y eso implica que muchos no podrán ver los frutos de
lo que viene. Tal vez sea merecido, después de todo, estaban allí cuando
se tomaron las decisiones que explican el presente. Algunos prefirieron
el silencio cómplice, otros fueron defensores sistemáticos de una clase
dirigente a la que hoy detestan, pero que por entonces alimentaron con
su voto y aprobación.
Se viene avanzando, a un ritmo más que razonable. Se ha aprendido mucho
en estas décadas y es posible que ciertos equívocos no se repitan porque
han sido realmente superados. Los cambios en una sociedad son siempre
pausados, lentos, graduales. El aprendizaje es un proceso, que tiene sus
etapas y el acceso al conocimiento no deriva siempre en acciones. Estas
aparecen cuando se internalizan ciertas creencias y eso lleva mucho tiempo.
Habrá que trabajar para acortar los plazos, pero sin tomar tramposos
atajos que conviertan los avances en farsas para que luego se retroceda
y todo empiece de nuevo. Los cambios requieren ser madurados, para que
sean verdaderos pasos hacia adelante y no solo placebos sociales.
La tarea que se viene es ardua pero es imprescindible entender lo que
está pasando y así tener la paciencia suficiente para comprender que
esta batalla será posiblemente más larga de lo esperado, pero que
igualmente vale la pena darla. Se precisa mucho temple para dejar atrás
la coyuntura. Se necesita además inteligencia, esfuerzo pero sobre todo
menos ansiedad y más perseverancia.
Source: "Menos ansiedad y más perseverancia - Misceláneas de Cuba" -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5209e8123a682e07184ba68b
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